Nació en Carapeguá, en la vecina República del Paraguay, el 12 de diciembre de 1930, cuando era presidente de ese país José Patricio Guggiari Corniglioni quien, en 1931, tras una sangrienta represión contra una manifestación que pedía una actuación más enérgica en defensa del Chaco paraguayo, abandonó el cargo para ser juzgado por el Parlamento; al ser absuelto, recuperó la presidencia. Los padres de Crescencio eran Sabino Ojeda y Paulina Cantero.
En los turbulentos años previos a la dictadura stronissta, en
1951, el año en que Alfredo Stroessner fue nombrado comandante en jefe de las
Fuerzas Armadas de Paraguay, Crescencio llegó a la Argentina con un amigo y
estuvo trabajando en Tres Isletas, de peón de chacra. “La situación en Paraguay
era muy crítica, los paraguayos eran muy salvajes, había revoluciones, guerras,
no había tranquilidad para el trabajador. Cuando subió Stroessner pidió a todos
los paraguayos que vuelvan con pasajes libres, muchos lo hicieron”. Recuerda
también que, para esa época, Perón dijo que los que se querían nacionalizar lo
podían hacer.Crescencio Cantero - Fotografía gentileza de Tomas
De Jesús Cantero (hijo de Crescencio Cantero) – 24/09/2019.
En 1957 volvió a su país, donde solo estuvo 15 días y volvió para radicarse en Presidencia de la Plaza, no regresando a su país nunca más. Sus hermanos que viven en Paraguay vienen a visitarlo y le dicen que vaya, pero les pone la excusa que no puede abandonar la casa.
Se ubicó en Lote V en 1960, donde era monte, sus vecinos eran Ofelio Rizzi, Almirón, la mamá de Jerónimo “Jerocho” Román, Encina, Vicente Aguirre -el abuelo de Ramón y Germán Aguirre-. Se afincó en Presidencia de la Plaza porque tenía parientes en Santa Elena, “Cambacho” Ozuna. Luego conoció a quien sería su primera esposa, con quien tuvo tres hijos, más tarde se separaron y se juntó con la actual esposa, con quien tuvo dos hijos más: Sixto y Tomás de Jesús.
Trabajaba de peón con Francisco Héctor Robles y Fermín Sabadini de lunes a viernes, sábado y domingo destroncaba el monte para hacer su ranchito y su chacra, donde sembraba maíz, zapallo, mandioca. Cuando tuvo destroncado una hectárea y media, sembró algodón y logró cosechar tres toneladas.
Le costó 14 meses conseguir la radicación, todos los meses tenía que ir a Resistencia a Gendarmería, donde el gendarme que lo atendía le dijo que había 1.700 documentos paraguayos tramitados y que solo a él le había salido, aunque no sabe si es cierto.
En 1965 logró el título de propiedad de su campo de 1,5 hectáreas, porque era fiscal. Solicitó 63 hectáreas de cañada que estaba vacía, por la que le cobraron 3,7 millones de pesos. Si pagaba al contado le hacían 20% de descuento, pero él propuso pagar en tres cuotas, pagó una parte al solicitar y al año canceló la deuda, porque la plata valía; eso fue en la década de 1970. Quería tener la propiedad para asegurar sus cosas.
Con orgullo expresa “Nadie puede decir que Cantero estaba vagando”, en su casa tuvo almacén y cancha de futbol, se levantó en la chacra y con el trabajo de su señora; llegó a tener criadero de mulas: tenía yeguas y burros hechores[1]. También recuerda su suerte cuando compró un toro y diez vacas con las diez crías, las diez estaban preñadas y al año tuvieron todas, llegando a tener más de cien vacunos.
Vendía su producción a la carnicería de Santa Elena, de Epifanio Medina, donde trabajaba “Chilín” Gómez, quien luego fue carnicero de los mellizos García. Siempre fue cooperativista, asociado a la Cooperativa Unión y Progreso; alguna vez vendió algo afuera, pero la mayoría de algodón lo entregaba a la cooperativa.
En el 2006 se trasladó a vivir al pueblo, vendió los últimos animales vacunos y todos los caballos y mulas, estos para carbonería y ladrillería en los alrededores de Presidencia de la Plaza, ya nadie trabajaba con mulas en el campo.
Ya el algodón no valía, los hijos se habían ido todos a Buenos Aires y que voy a hacer yo. Me llegó la edad y solo, sin cosecheros. Llamé a todos los hijos y les dije que si alguien se quería quedar con la chacra, las herramientas y los animales, le daba todo, pero nadie quiso hacerlo, porque en Buenos Aires estaban bien. Tengo un hijo que hace 35 años trabaja con el mismo patrón, otro 30, otro 25, otro 20, me dijeron que hiciera lo que yo quería, porque ellos estaban bien y no iban a volver. Me dijeron que me hacían una casa en Buenos Aires y que me fuera a vivir allá, pero yo no quise, porque quiero a este pueblo que me dio todo. Plaza me dio su pueblo y yo le di todo mi trabajo (Cantero, 2014).
Los hijos estudiaron en la escuela de Brandsen, el mayor a los 9 años trabajaba en cultivadora y rastra.
… se caía por el surco trabajando. Estoy orgulloso de mis hijos, lo único que siempre les pedí es que no roben y sean trabajadores, con una conducta limpia, y me cumplieron. Se ve porque siempre han trabajado con el mismo patrón. Cada cuatro o cinco meses viene alguno a visitarme (Cantero, 2014).
Mientras menciona que nació en la chacra, que desde chiquito trabajó en ella y le gusta, recuerda que desde que Juan Carlos Uribarri abrió su negocio, siempre fue su cliente, con o sin plata, recuerda que Camilo Coto en Colonia Brandsen tenía carnicería y panadería, rememora que entre 1960 y 1962 trabajó abriendo la ruta 7 con Biancalani y que de su chacra se salía por el campo de Maciel, que era un camino vecinal; mientras recuerda que la capilla de la Virgen de la Merced se hizo en los años ’90, dice: “Estoy orgulloso de estar acá todavía, nadie puede contarme los dedos, nadie puede señalarme porque le debo”.
Bibliografía
Cantero, C. (2014). Entrevista personal. (G. R. Martínez, Entrevistador) Presidencia de la Plaza, Chaco, Argentina.
[1] Burros que sirven para la reproducción con yeguas, la costumbre criolla es apartar al burrito de pocos días de nacido y hacer que lo adopte una yegua.
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