OTRAS RELACIONES ENTRE VARIABLES
MIGRACIÓN
RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN DE INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR Y RENDIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN
Se sostiene que “por falta de rentabilidad los agricultores son expulsados a las periferias urbanas; en éstas sus hijos y nietos desempleados, hambrientos y estimulados por el consumismo caen en la tentación del vicio, la prostitución y la delincuencia porque el campo los expulsa pero, a su vez, la ciudad no tiene la capacidad de absorberlos; así, estos jóvenes quienes desearían, podrían y deberían aportar riquezas y servicios a la sociedad en el campo, se constituyen en una carga para ella en las ciudades” (Lacki, 1995:4).
Teniendo en cuenta que en el periodo 1995 – 2000 se produjeron migraciones motivadas en el 61,4% de los casos por la búsqueda de trabajo, se plantea la siguiente hipótesis:
Hipótesis: Los productores que tienen buenos índices productivos no tienen necesidad de migrar en busca de mejores oportunidades.
| SUPERA 50% | NO SUPERA 50% | TOTAL |
Migración | 17 (2%) | 115 (17%) | 132 (19%) |
No migración | 196 (29%) | 359 (52%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 213 (31%) | 474 (69%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 25.09440992
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre migración y rendimiento de la producción.
RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN DE INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR Y APROVISIONAMIENTO DE AGUA
Un informe del Banco Mundial (Testa, 2004) evalúa las dificultades en el manejo y gestión de las aguas, como una de las causas de la migración. En base a ello se plantea la siguiente hipótesis:
Hipótesis: Los productores que tienen buen aprovisionamiento de agua (fuente de agua dentro del terreno) no migran.
| APROVISONAMIENTO DENTRO | APROVISIONAMIENTO FUERA | TOTAL |
Migración | 92 (13%) | 40 (6%) | 132 (19%) |
No migración | 351 (51%) | 204 (30%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 443 (64%) | 244 (36%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 1.939327723
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre migración y aprovisionamiento de agua.
RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN DE INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR E ILUMINACIÓN
El mismo informe del Banco Mundial menciona la falta de cobertura en servicios de energía eléctrica como otra de las causas de la migración. Por ello se plantea la siguiente hipótesis:
Hipótesis: Los productores que tienen energía eléctrica en sus hogares no migran.
| MIGRACIÓN | NO MIGRACIÓN | TOTAL |
Tiene luz eléctrica | 38 (5%) | 107 (16%) | 145 (21%) |
No tiene luz eléctrica | 94 (14%) | 448 (65%) | 542 (69%) |
TOTAL: | 132 (19%) | 555 (81%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 5.79014546
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre migración e iluminación eléctrica en el hogar.
RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN DE INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR Y VIVIENDA
Otra de las causas mencionadas en el informe del Banco Mundial es la falta de una vivienda digna. Teniendo en cuenta que se pueden considerar tres puntos (Precariedad de la vivienda, Hacinamiento y Tipo de Baño), se plantean las siguientes hipótesis:
Hipótesis 1: Los productores que tienen viviendas no precarias no emigran.
| VIVIENDA PRECARIA | VIVIENDA NO PRECARIA | TOTAL |
Migración | 131 (19%) | 1 (0%) | 132 (19%) |
No migración | 546 (80%) | 9 (1%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 677 (99%) | 10 (1%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.555019925
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre migración y precariedad de la vivienda.
Hipótesis 2: Los productores que sufren hacinamiento emigran del campo.
| CON HACINAMIENTO | SIN HACINAMIENTO | TOTAL |
Migración | 27 (4%) | 105 (15%) | 132 (19%) |
No migración | 133 (19%) | 422 (62%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 160 (23%) | 527 (77%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.7351287
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre Migración y Hacinamiento.
Hipótesis 3: Los productores que tienen baño con cloacas o cámara séptica no emigran.
| POZO NEGRO | CÁMARA SÉPTICA | TOTAL |
Migración | 127 (18%) | 5 (1%) | 132 (19%) |
No migración | 23 (4%) | 532 (77%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 150 (22%) | 537 (78%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 529.633331
Conclusión: El valor hallado es Significativo, es decir que hay correlación entre migración y tipo de baño, pudiendo asegurarse que aquellas familias que han sufrido la migración de algún integrante del grupo familiar en el periodo 1995 - 2000, tienen baños precarios, con pozos ciegos o letrinas.
RELACIÓN ENTRE MIGRACIÓN DE INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR Y EDAD DEL JEFE DE HOGAR
Al realizar el análisis de los agrupamientos, surge que la PJA es la que menor porcentaje de familiares migrantes registra (15,7%), mientras que la PM registra el mayor porcentaje (22,5%). A partir de esta información, se plantea la hipótesis de que la migración está relacionada con la edad del jefe de hogar y el grado de alfabetización.
Hipótesis: Los productores jóvenes no emigran.
| < 45 AÑOS | > 46 AÑOS | TOTAL |
Migración | 34 (5%) | 98 (14%) | 132 (19%) |
No migración | 316 (46%) | 239 (35%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 350 (51%) | 337 (49%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 41.48204248
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre migración y edad del jefe de hogar.
TRABAJOS EXTRAPREDIALES
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y RENDIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN
Hipótesis: Los productores que no realizan trabajos extraprediales, tienen mejores índices productivos, ya que tienen más disponibilidad de tiempo para atender su finca.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Supera 50% | 79 (11%) | 38 (6%) | 117 (17%) |
No supera 50% | 309 (45%) | 261 (38%) | 570 (83%) |
TOTAL: | 388 (56%) | 299 (44%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 6.997220269
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extraprediales y los rendimientos productivos.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y ACTIVIDAD PRINCIPAL
Hipótesis: Los productores que se dedican a la agricultura no realizan trabajos extraprediales.
| AGRICULTURA | GANADERÍA | TOTAL |
Realiza trabajos extra prediales | 158 (29%) | 79 (14%) | 237 (43%) |
No realiza trabajos extra prediales | 198 (36%) | 116 (21%) | 314 (57%) |
TOTAL: | 356 (65%) | 195 (35%) | 551 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.769486513
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extraprediales y la actividad principal.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y MIGRACIÓN
Hipótesis: Los productores que no realizan trabajos extraprediales no emigran.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Migración | 48 (7%) | 84 (12%) | 132 (19%) |
No migración | 248 (36%) | 307 (45%) | 555 (81%) |
TOTAL: | 296 (43%) | 391 (57%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 3.011003573
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extraprediales y la migración.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRA PREDIALES Y VIVIENDA
Se plantean las siguientes hipótesis:
Hipótesis 1: Los productores que realizan trabajos extra prediales tienen viviendas precarias.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Vivienda precaria | 377 (55%) | 300 (44%) | 677 (99%) |
Vivienda no precaria | 7 (1%) | 3 (0%) | 10 (1%) |
TOTAL: | 384 (56%) | 303 (44%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.81892055
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y precariedad de la vivienda.
Hipótesis 2: Los productores que no realizan trabajos extra prediales no sufren hacinamiento.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Hacinamiento | 81 (11%) | 80 (12%) | 161 (23%) |
No hacinamiento | 217 (32%) | 309 (45%) | 526 (77%) |
TOTAL: | 298 (43%) | 389 (57%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 4.115823353
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre realización de trabajos extra prediales y hacinamiento.
Hipótesis 3: Los productores que realizan trabajos extra prediales tienen baño con cloacas o cámara séptica.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Pozo negro | 301 (44%) | 359 (52%) | 660 (96%) |
Cámara séptica | 9 (1%) | 18 (3%) | 27 (4%) |
TOTAL: | 310 (45%) | 377 (55%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 1.577769511
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre trabajos extra prediales y tipo de baño.
Hipótesis 4: Los productores que hacen trabajos extra prediales tienen aprovisionamiento de agua fuera del terreno.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Aprovisionamiento dentro | 194 (29%) | 250 (36%) | 444 (65%) |
Aprovisionamiento fuera | 105 (15%) | 138 (20%) | 243 (35%) |
TOTAL: | 299 (44%) | 388 (56%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.01495566
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre trabajos extra prediales y aprovisionamiento de agua.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y EDAD DEL PRODUCTOR
Hipótesis: Los productores mayores no realizan trabajos extraprediales.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
< 45 años | 201 (29%) | 149 (22%) | 350 (51%) |
> 46 años | 100 (15%) | 237 (34%) | 337 (49%) |
TOTAL: | 301 (44%) | 386 (56%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 53.72578235
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extraprediales y la edad del productor.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y ESCOLARIDAD DE LOS HIJOS
Hipótesis: Los hijos en edad escolar de productores que no realizan trabajos extraprediales asisten a la escuela.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Hijos asisten escuela | 284 (41%) | 383 (56%) | 667 (97%) |
Hijos no asisten escuela | 14 (2%) | 6 (1%) | 20 (3%) |
TOTAL: | 298 (43%) | 389 (57%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 5.944597361
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y la escolaridad de los hijos.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y LUZ ELECTRICA
Hipótesis: Los productores que realizan trabajos extraprediales tienen luz eléctrica.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Tiene luz eléctrica | 29 (4%) | 116 (17%) | 145 (21%) |
No tiene luz eléctrica | 270 (39%) | 272 (40%) | 542 (79%) |
TOTAL: | 299 (43%) | 388 (57%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 41.37187956
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y la fuente de iluminación.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y TITULARIDAD DEL EMPRENDIMIENTO
Hipótesis: Los jefes de hogar no realizan trabajos extraprediales.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Jefe | 264 (38%) | 340 (50%) | 604 (88%) |
Otro | 35 (5%) | 48 (7%) | 83 (12%) |
TOTAL: | 299 (43%) | 388 (57%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.070400119
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y la titularidad del emprendimiento.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES E INGRESO NETO ANUAL
Hipótesis: Los productores que no realizan trabajos extraprediales tienen ingresos inferiores.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
< 500 $/año | 211 (31%) | 312 (45%) | 523 (76%) |
> 501 $/año | 88 (13%) | 76 (11%) | 164 (24%) |
TOTAL: | 299 (44%) | 388 (56%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 9.004103823
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y el ingreso neto anual.
RELACIÓN ENTRE REALIZACIÓN DE TRABAJOS EXTRAPREDIALES Y SEXO
Hipótesis: Los productores de sexo masculino no realizan trabajos extraprediales.
| REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | NO REALIZA TRABAJOS EXTRA PREDIALES | TOTAL |
Varón | 294 (43%) | 315 (46%) | 609 (89%) |
Mujer | 5 (1%) | 73 (10%) | 78 (11%) |
TOTAL: | 299 (44%) | 388 (56%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 49.3038093
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre la realización de trabajos extra prediales y el sexo del productor.
EDAD DEL TITULAR DEL PROYECTO PRODUCTIVO
Al realizar el agrupamiento utilizando el SAS, uno de los grupos queda constituido por personas mayores (81,5% mayores de 46 años - CUADRO Nº 115), por lo que se analizó si esta variable –Edad del Productor-, tiene influencia sobre las demás, llegándose a la conclusión de que todas las correlaciones buscadas son No Significativas, de manera que la influencia de la edad del productor sobre las demás variables no tiene incidencia. Sin embargo, este punto surge en las entrevistas realizadas, estando presente en el pensamiento del productor.
“Vivo en el campo que era de mi padre porque ¿a dónde voy a ir si ya soy viejo?” (Entrevista 128).
“Me gusta tener algunas ovejas, así cuando viene un amigo tengo para convidarlo con algún cordero. Ya pasé los ochenta, así que no es mucho lo que puedo pedir. Cuando cumplí los setenta le pedí a Dios que me diera otros cinco, cuando llegué a los ochenta le pedí otro más, y así voy tirando” (Entrevista 126).
RELACIÓN ENTRE EDAD DEL JEFE DE HOGAR Y PRECARIEDAD DE LA VIVIENDA
El agrupamiento PJA es la que tiene mayor porcentaje de viviendas sin grados de precariedad (3,1%) o con un grado de precariedad (38,2%), mientras que el agrupamiento PJSA tiene el 51,6% de viviendas con tres grados de precariedad y el agrupamiento PM tiene el 38,2% con dos grados de precariedad. Analizando esta información, pareciera haber algún tipo de relación entre edad, grado de alfabetización y precariedad de la vivienda.
Hipótesis: Los productores mayores habitan viviendas no precarias.
| < 45 AÑOS | > 46 AÑOS | TOTAL |
Vivienda precaria | 347 (51%) | 330 (48%) | 677 (99%) |
Vivienda no precaria | 3 (0%) | 7 (1%) | 10 (1%) |
TOTAL: | 350 (51%) | 337 (49%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 1.781524138
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre precariedad de la vivienda y la edad del jefe de hogar.
RELACIÓN ENTRE EDAD DEL JEFE DE HOGAR Y ACTIVIDAD PRINCIPAL
En los tres agrupamientos es la agricultura la principal actividad que realizan los productores, sin embargo, el agrupamiento PJA tiene una mayor diversificación de actividades en relación a los otros. Se analiza si existe alguna relación entre edad y grado de alfabetización con respecto a la actividad que realiza el productor.
Hipótesis: Existe relación entre la actividad realizada y la edad del productor.
| AGRICULTURA | GANADERÍA | TOTAL |
< 45 años | 180 (33%) | 104 (19%) | 284 (52%) |
> 46 años | 176 (32%) | 91 (16%) | 267 (48%) |
TOTAL: | 356 (65%) | 195 (35%) | 551 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.387478423
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, por lo tanto no hay correlación entre actividad principal y edad del jefe de hogar.
RELACIÓN ENTRE EDAD DEL JEFE DE HOGAR Y SEXO
Hipótesis: Existe relación entre sexo y la edad del productor.
| < 45 AÑOS | > 46 AÑOS | TOTAL |
Varón | 308 (45%) | 301 (44%) | 609 (89%) |
Mujer | 42 (6%) | 36 (5%) | 78 (11%) |
TOTAL: | 350 (51%) | 337 (49%) | 687 (100%) |
FUENTE: Elaboración propia.
Valor de Ji Cuadrado: 0.29610717
Conclusión: El valor hallado es No Significativo, por lo tanto no hay correlación entre sexo y edad del jefe de hogar.
INTERPRETACIÓN DE RESULTADOS
Con las variables que se han utilizado en el análisis de la muestra, el agrupamiento realizado con el SAS, el análisis efectuado con el Ji Cuadrado y las entrevistas realizadas, se pueden hacer los siguientes comentarios en relación a los resultados arribados.
EL MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE VIDA Y EL ENTORNO CULTURAL
Al interrogar a los productores acerca de cual es su percepción acerca de la calidad de vida, mencionan en primer término el estar contentos, el sentirse bien. Es cierto que cada cultura tiene un modo diferente de ver la felicidad, pero el elemento más importante que ha sido citado en una encuesta global de opinión es la buena salud y la familia. Se citan además las preocupaciones relacionadas con el tiempo como otra distracción para lograr la felicidad (Bracho, 2004:2).
Comentaba un productor entrerriano: “Estoy agradecido con lo que aprendí, pero a veces siento que trabajo mucho mas y no se justifica con lo que aumentaron los ingresos”. Esta afirmación muestra que hay valores que no se tienen en cuenta. Como en el cuento de Luís Landriscina, se recargan de tareas al hombre de campo para que en el futuro pueda descansar, lo que el hombre ya está haciendo ahora.
Un productor de la provincia de Formosa estaba volcado desde hacía varios años a producir en forma ecológica, tratando de reducir las labranzas, no usando agroquímicos, produciendo para el autoabastecimiento familiar y vendiendo excedentes en el pueblo. Al ver que había introducido ovejas y cerdos en su sistema productivo, que mejoró su vivienda y que sus hijos estaban rozagantes, el técnico le comentó lo mucho que lo alegraba esa situación. “La verdad que he mejorado mucho –le respondió-, ahora todos los fines de semana tomo vino tres cuartos”.
En otra oportunidad, luego de una charla sobre producción de pomelos donde se habló sobre variedades, manejos, costos; el profesional que estaba a cargo de la misma dijo: “Como pueden ver, con tres hectáreas que cultiven de pomelo, se llenan de plata”. Uno de los productores presentes le respondió: “Mire ingeniero, yo no quiero llenarme de plata, solo quiero vivir tranquilo” (Martínez, 2002c:10 y ss.).
Se debe entender que los productores hacen lo que hacen porque tienen sus buenas razones para hacerlo, para lo cual quedan otras preguntas: ¿Cuáles son esas buenas razones?, ¿cuáles serán entonces las tecnologías apropiadas y apropiables para ese productor?, la adopción de una tecnología ¿pasa únicamente por los beneficios económicos que le puede aportar la misma? (Cardozo, s/f:1).
Se debe tener presente, antes de cuestionar a los productores porque no aceptan las “recetas técnicas”, que es lo que ellos realmente quieren. Hay que tener en cuenta la historia, la cultura, la experiencia y, fundamentalmente, el saber del campesino. Su racionalidad, basada en la experiencia, es lo que le ha permitido incorporar a su conocimiento los elementos necesarios para producir y reproducir su unidad familiar, y en esto está el tipo de vida que cada uno debe elegir vivir. En ocasión de inaugurarse unas viviendas rurales, la hija de un productor beneficiado manifestó: “Todos hablan de que ahora vamos a tener una vivienda digna, sin embargo, yo quiero decirles que la casa en la que he nacido y me he criado, siempre fue una vivienda digna. Lo que vamos a tener ahora es una casa más linda, porque la dignidad de una casa no la hace la forma en que está construida, sino las personas que viven en ella”.
Se debe recordar que “el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. Este es el postulado básico del Desarrollo a Escala Humana. Aceptar este postulado -ya sea por opciones éticas, racionales o intuitivas- nos conduce a formularnos la siguiente pregunta fundamental: ¿Cómo puede establecerse que un determinado proceso de desarrollo es mejor que otro? Dentro del paradigma tradicional, se tienen indicadores tales como el PBG, el cual es, de alguna manera y caricaturizado un poco, un indicador del crecimiento cuantitativo de los objetos. Se necesita ahora un indicador del crecimiento cualitativo de las personas. ¿Cuál podría ser?
Se cree que la respuesta a la pregunta anterior es: “El mejor proceso de desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las personas”. La pregunta siguiente se desprende de inmediato: ¿Qué determina la calidad de vida de las personas? Sostiene Max-Neef que la calidad de vida dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales. Y aquí surge otra pregunta: ¿Cuáles son esas necesidades fundamentales? y/o ¿quién decide cuáles son? (Max-Neef et al., 1986:25). Se debe buscar con los productores y sus familias la respuesta a esta pregunta, recordando que cada uno debe ser artífice de su propio destino y que “integrar la realización armónica de necesidades humanas en el proceso de desarrollo significa la oportunidad de que las personas puedan vivir ese desarrollo desde sus comienzos, dando origen así a un desarrollo sano, auto dependiente y participativo, capaz de crear los fundamentos para un orden en el que se pueda conciliar el crecimiento económico, la solidaridad social y el crecimiento de las personas y de toda la persona” (Max-Neef et al., 1986:51).
Hay quienes sostienen que lo que más influye en las personas es la propia decisión que ellas tengan de mejorar; el nivel de educación a veces es un escudo que la gente tiene para decir “que el gobierno lo haga”. El origen cultural influye de alguna forma, ya que los indígenas o integrantes de una cultura diferente no obtienen el apoyo suficiente o bien no saben como aprovecharlo al máximo. En este sentido, el pertenecer a una determinada etnia (autóctona o extranjera), puede tener alguna influencia en su comportamiento frente a la adopción de tecnologías (Thornton, 2002) o al mejoramiento de la calidad de vida. Como respuesta a este tema, en la región sur de Brasil se encuentran muchas colonias de inmigrantes europeos. Actualmente no se ha considerado el factor etnia como relevante en la interpretación de los procesos de adopción y difusión de tecnologías. Los estudios de casos hechos en las regiones de colonia generalmente apuntan una tendencia de “crisis” (de fertilidad y de mercado) a partir de la década del ‘40, lo que predispuso a los agricultores a la aceptación de innovaciones técnicas que pasan a ser introducidas en el decorrer del proceso de “modernización”. Hay un estudio de caso en una colonia italiana que identifica la periodización en la adopción de fertilizantes, agro tóxicos, etc., evidenciando simultaneidad temporal en el proceso local con los procesos regionales y nacionales, lo que llevaría a relativizar la importancia de factores étnicos. Posiblemente existan enfoques interesantes para trabajar las influencias “de la cultura” en el proceso de difusión / adopción (Marín, 2002).
Algunos autores consideran que es necesario contemplar “lo cultural” de los campesinos / productores en las estrategias de extensión cuando se abordan etnias como Alemanes del Volga, Montenegrinos, criollos, o comunidades confesionales como los Valdenses. Aunque el contexto (económico y político) y los años van mezclando y homogeneizando las culturas, hay ciertos valores y hábitos que perduran en el tiempo y son transmitidas de generación en generación, por ejemplo: la austeridad o la adopción de tecnologías en ambientes agro ecológicos frágiles, la expulsión o retención de los hijos, el sentido de pertenencia a una comunidad, el sentirse superiores / inferiores, etc. Conocer sus percepciones sobre “el ambiente y su cuidado” y lo que realmente hace para cuidarlo, posiblemente no es lo mismo para un sajón que para un latino, un aborigen o un criollo. Conocer mejor su lógica en la toma de decisiones nos ayudará a mejorar las estrategias de intervención (Thorton, 2002).
Otros autores consideran que se debe tener cautela en el abordaje de este tema. Correlacionar etnia o raza a niveles de adopción de tecnología puede llevar a interpretaciones equivocadas, pues se sabe que un conjunto de factores como nivel de instrucción, acceso a información, niveles organizacionales, acceso al crédito, entre otros, son determinantes en el proceso de difusión / adopción. Se sabe también que las diferencias regionales en cuanto a esos factores son muy grandes: si se compara el índice tecnológico de las unidades familiares de la Pampa Húmeda con las del norte argentino, se ve como es diferente. ¿Será que eso tiene a ver con la etnia de los habitantes de las dos regiones o con el carácter excluyente, en cuanto a productos y regiones, presente en el ámbito de la llamada modernización conservadora?
Los rasgos diferenciales entre la Región Pampeana y las demás regiones tienden a ser presentados -más que como tales, como diferencias- como “pares antitéticos”. Así, por ejemplo:
a. Los problemas derivados de dificultades en las producciones pampeanas son problemas a nivel nacional, mientras que los problemas de las regiones no pampeanas son problemas locales.
b. Las producciones locales se destinan a la exportación, mientras que las producciones no pampeanas se destinan al mercado interno[1].
c. La productividad de la fuerza de trabajo pampeana es más alta que la no pampeana (Agriculturas…, 171).
LA ESCOLARIZACIÓN DEL PRODUCTOR
Analizando los datos de escolarización de la muestra estudiada con los datos proporcionados por el INDEC, aquella sigue a esta con muy escasa variación.
CUADRO Nº 222: Población de 3 años y más por condición de asistencia escolar y sector de gestión. Provincia del Chaco y muestra. Año 2001.
| POBLACIÓN DE 3 AÑOS Y MÁS | CONDICIÓN DE ASISTENCIA ESCOLAR | |||||
Asiste | No asiste | ||||||
Total | Sector de gestión | Total | Asistió | Nunca asistió | |||
Estatal | Privado | ||||||
Chaco | 916.857 | 319.475 | 298.838 | 20.637 | 597.382 | 490.203 | 107.179 |
| | 34,8% | 93,54 | 6,46 | 65,2% | 82,1% | 17,9% |
Muestra | 5.786 | 1.912 | | | 3.874 | 3.117 | 757 |
| | 33,0% | | | 67,0% | 80,5% | 19,5% |
FUENTE: Elaboración propia, en base a PROINDER, 2000 y http://www.indec.gov.ar/
En el CUADRO Nº 222 se puede observar la importancia que tiene la educación estatal en la provincia del Chaco, donde casi el 94% de la población escolar está concentrada en este sector de gestión.
CUADRO Nº 223: Población de 10 años y más por condición de alfabetismo y sexo. Provincia del Chaco y muestra. Año 2001.
| POBLACIÓN DE 10 AÑOS Y MÁS | CONDICIÓN DE ALFABETISMO | |||||
Alfabetos | Analfabetos | ||||||
Total | Varones | Mujeres | Total | Varones | Mujeres | ||
Chaco | 744.237 | 684.821 | 340.715 | 344.106 | 59.416 | 28.391 | 31.025 |
| | 92,0% | 49,8% | 50,2% | 8,0% | 47,8% | 52,2% |
Muestra | 4.656 | 4.178 | 2.348 | 1.830 | 478 | 212 | 266 |
| | 89,7% | 56,2% | 43,8% | 10,3% | 44,4% | 55,6% |
FUENTE: Elaboración propia, en base a PROINDER, 2000 y http://www.indec.gov.ar/
A nivel provincial, el porcentaje de alfabetizados es parejo entre ambos sexos, mientras que en la muestra estudiada la diferencia es de 12,4 puntos mayor para el sexo masculino. Con respecto a la población analfabeta, en el ámbito provincial hay mayor porcentaje de mujeres analfabetas (4,4% más que los varones), en tanto que en la muestra esta diferencia se eleva al 11,2%, de lo que se concluye que la población rural masculina tiene mayor grado de alfabetización que la población femenina, lo que demuestra que este sector de la población sufre una cuádruple discriminación: por ser campesina, por ser pobre, por ser mujer y por ser analfabeta (Balderrama, 2005:59).
Al realizar el agrupamiento por variables, el grupo que representa a la población joven alfabetizada fue el grupo que no supera los rendimientos en ningún rubro, pese a que el 70% es alfabetizada, lo que estaría en contradicción con lo planteado por el Banco Mundial, en el sentido que un productor con la escuela primaria finalizada tiene un 85% más de productividad que aquel que no asistió (Kliksberg, 1995:93, 98 y 99; 1996:1 y 2; 1997:6). No se pudo encontrar tampoco ninguna correlación entre el grado de alfabetización del productor y el resto de las variables utilizadas.
En Argentina se sufrió un importante retroceso desde que se suprimió del INTA el presupuesto del Departamento de Extensión Rural, que operaba un programa de Educación Rural, llamado Clubes 4A. En este sector de la enseñanza media y superior “específica”, el problema es mucho más grave, ya que no existen programas de auténtica participación en materia de extensión cooperativa. En general, las escuelas agropecuarias son una torre de marfil, con honrosas excepciones de profesores que se interesan por la realidad del productor y procuran objetivar su trabajo.
Para esto es necesario educar en la cultura del trabajo, lo que es incompatible con las políticas de las agencia multilaterales de financiamiento, que están prestando dólares para financiar los programas de “ayuda familiar” que disimulan la forma más elaborada de destruir un país con cultura y capacidad propia para “desarrollarse”.
Las escuelas ubicadas en áreas rurales deben “agriculturizarse” y “ruralizarse”. Es decir que deben adecuar y actualizar el contenido con las demandas de conocimiento básico aplicables al medio productivo, fundamentalmente en productos de “autoconsumo” que tienda a satisfacer las necesidades básicas de las familias y luego, lo accesorio, ya no dirigido a los educandos, sino a sus tutores, que obligatoriamente deberán concurrir a cursos de capacitación sobre producción y comercialización en el ámbito de la escuela de sus hijos (Vasallo, 2005).
Polan Lacki sostiene que la escuela rural debe formar “solucionadores de problemas” (Lacki, s/fb), manifestando que en los proyectos de desarrollo agropecuario será necesario poner más énfasis en los conocimientos que en los recursos materiales; más en el saber que en el tener; más en el “cómo hacer” que en el “con qué hacer” (Araujo, en Lacki, 1996:4). Para este autor el tema central es la mala calidad de la educación básica rural y la inadecuada y/o muy teórica formación de los extensionistas, marcando que se debe tener cuidado en no subestimar la importancia e imprescindibilidad de los conocimientos técnicos para producir con alta eficiencia, sin lo cual el mejoramiento social no podrá ocurrir (Lacki, 2002).
En similar sentido, el Banco Mundial sostiene que agregando tres años de escolaridad básica a las niñas de áreas desfavorecidas, se reduciría la mortalidad infantil en un 150/00 (Kliksberg, 1997:6) y que un agricultor con educación primaria tiene una productividad 85% mayor que el que no la tiene. James D. Wolfensohn, Presidente del Banco Mundial, dijo el 17 de marzo de 1997: “Hemos estado acostumbrados a pensar en el capital como el factor escaso en la producción y en su transferencia como el instrumento clave para el crecimiento. El conocimiento es ahora tan, si no más, importante factor de desarrollo, y esta situación tiende a intensificarse. En el próximo siglo la acumulación y aplicación del conocimiento conducirán los procesos de desarrollo y crearán oportunidades sin precedentes para el crecimiento y la reducción de la pobreza” (Lacki, s/fb:1).
Sin embargo no se ha podido encontrar ninguna correlación que permita dar sustento a estas afirmaciones, lo que tampoco da autoridad para decir que ellas no tienen fundamento. Sería necio negar la importancia del conocimiento y la educación, pero tal vez haya que plantearse la pregunta acerca de si las enseñanzas que se imparten en los establecimientos educacionales son los que el productor o su familia necesitan para desarrollarse, o tal vez solo se entrega información sin vinculación alguna con la realidad.
Con respecto a este punto, quizás haya que analizar si la actual escuela, tal como se la concibe, responde a un proyecto de desarrollo. Y pareciera que no: la escuela actualmente se encuentra totalmente desvinculada de la realidad que la rodea. Los actuales programas contienen temas de escasa importancia, relevancia y aplicabilidad para los intereses y necesidades de los habitantes rurales; a modo de ejemplo: temas urbanos[2], complejas ecuaciones matemáticas, animales exóticos, historia de héroes de otros países, longitud de ríos y altura de montañas de otros continentes, etc. Estos temas de importancia muy tangencial ocupan actualmente un precioso tiempo que después hace falta para enseñarles lo que sí es de gran relevancia (Lacki, 1995:24).
Incluso en la percepción que tienen las propias instituciones educativas insertas en el medio rural, el éxito se mide por aquel alumno que logró continuar su formación -ya sea terciaria o universitaria-, y no por aquel que se quedó trabajando en el campo para ser un mejor productor. Es decir que el éxito sigue estando en el que se va; el que se queda es un fracaso.
También se debe tener en cuenta que se pretende introducir conocimientos científicos en comunidades donde prevalecen otros tipos de conocimientos. En el conocimiento de los productores, del mismo modo que en la ciencia como método particular de examinar, admitir o rechazar creencias (Samaja, 1996:25), se conjugan los cuatro métodos mencionados por Pierce, a saber, 1. De la tenacidad, 2. De la autoridad, 3. De la metafísica, y 4. De la eficacia; y todos ellos se encuentran suprimidos, conservados y superados en estas comunidades (Samaja, 1996:95 y 354).
Se vive en una sociedad en el que la ciencia ocupa un lugar fundamental en el sistema productivo y en la vida diaria en general. De hecho, resulta imposible comprender el mundo moderno sin entender el papel que cumplen la ciencia y la tecnología. Ahora bien, es sabido de todos que vivir rodeados de artefactos tecnológicos no supone la comprensión de sus principios básicos de funcionamiento (Carretero, 1993:83). Continúa diciendo este autor que es interesante observar como los adultos con una escasa escolarización -o simplemente sin educación científica alguna- poseen ideas sobre determinados fenómenos científicos que no se diferencian demasiado de las que expresan los niños de la primera etapa de educación primaria. Es cierto, entonces, que aunque mejore el nivel general de desarrollo cognitivo -nadie duda que un adulto puede poseer habilidades intelectuales más sofisticadas que un niño-, eso no implica que, necesariamente, mejore la comprensión de la ciencia. Esto se debe a que en este ámbito resulta esencial no solo poseer estrategias adecuadas de razonamiento, sino también teorías o marcos conceptuales correctamente elaborados (Carretero, 1993:89).
A lo anterior debe sumarse que entre la población dispersa en campo abierto se observan dificultades para el acceso a los servicios educativos (Codutti, 2003:28) y en relación a establecimientos de nivel secundario, en la provincia del Chaco existen menos de diez escuelas insertas en el medio rural (CUADRO Nº 16).
En este caso, no se cuestiona la herramienta, sino el uso que se hace de ella.
LOS VALORES CULTURALES
Evidentemente que hay causas que influyen para que las familias rurales puedan mejorar su nivel de vida, que pueden ser de índole social, cultural, religiosa o de otra naturaleza, y que se han tratado de encontrar. Las comunidades campesinas se encuentran dentro de una sociedad agraria más amplia, donde conviven los sistemas de producción campesina con una producción destinada al mercado interno; con sistemas capitalistas de producción, dedicados a la producción de grandes volúmenes, normalmente destinados a la exportación.
Es común oír entre quienes trabajan en asistencia a productores comentarios referidos a las dificultades que entraña que estos adopten nuevas tecnologías, como si quisieran vivir aferrados al pasado y a prácticas inapropiadas. Estas afirmaciones son frecuentemente realizadas por personas -muchas veces profesionales-, que en sus apreciaciones no tienen en cuenta la historia, la cultura, la experiencia y, fundamentalmente, el saber del campesino.
Cuando se habla que los productores no quieren adoptar una tecnología a pesar de todos los esfuerzos que se hace por difundirlas y transferirlas (como plantean sobre todo las empresas que quieren que sus tecnologías lleguen a la mayor cantidad de usuarios posibles para que en cierta medida se puedan beneficiar ellas a costa del esfuerzo y sacrificio de los demás), es porque no se conoce en profundidad todo el proceso que va de la difusión hasta la adopción misma de una práctica, o porque tanto los técnicos, las instituciones en general, gobiernos y productores, no están hablando el mismo idioma o quizás hay un grado de incomunicación tal, que cada uno interpreta algo según sus propios intereses (Cardozo, s/f:1).
Sin embargo, estos productores tienen una racionalidad propia basada en la experiencia, lo que les ha permitido incorporar a su conocimiento los elementos necesarios para producir y reproducir su unidad familiar, con un enfoque sistémico empírico. La resistencia al cambio es algo innato a la naturaleza humana. Sostiene Quine que si resulta necesaria una revisión del sistema de enunciados se prefiere, ceteris paribus, la revisión que menos perturbe el sistema (Samaja, 1998).
El productor campesino al tomar la decisión de realizar determinada actividad, se está jugando su futuro. Si no obtiene resultados positivos, arriesga el futuro alimentario propio y de su familia (Schejtman, 1980:130). El productor no maximiza, o no busca maximizar la rentabilidad (o el beneficio) sino garantizar la seguridad en la reproducción de la familia. No manifiesta “gusto por el riesgo”, ya que sus riesgos varían entre un mayor ingreso y el hambre (Vio Grossi et al., en INCUPO, 1987).
Los conocimientos adquiridos son muy difíciles de cambiar, porque pasan a formar parte del sistema de vida de cada uno. Un conocimiento no se cambia porque acá y allá se descubren fallos en sus aplicaciones o predicciones, ni tampoco un conocimiento reemplaza a otro por un mero acto de sustitución. El conocimiento anterior es defendido por aquellos que creen en él y no es abandonado sino a condición de que su base real de vida haya entrado en una profunda crisis (Samaja, 1998). Y esto no es privativo de los campesinos: cuando se utiliza la tarea de la oscilación del péndulo de Piaget, los sujetos, tanto adolescentes como adultos, que piensan que el peso del péndulo influye en la velocidad de oscilación -cuando lo que en realidad influye es solo la longitud de la cuerda que lo sostiene- llegan a contar mal las oscilaciones para verificar su predicción y a decir que, aunque el número de oscilaciones sea el mismo con pesos diferentes, ¡el peso sigue influyendo! (Carretero, 1993:92).
Todo el conocimiento campesino, transmitido a través de generaciones, está lleno de una sabiduría que ha sido aprendida con los años de experiencia y que el campesino ha sabido capitalizar, siendo la capitalización el momento en que se trata de ver qué se ha aprendido de la experiencia, sin obsesionarse en ser objetivo ni exhaustivo, sino en rescatar todo lo que parece valioso y útil (Proyecto Desarrollo..., 1997:181).
En muchas ocasiones, al llevar adelante una propuesta de intervención, no se tienen en cuenta los factores culturales. Resulta incomprensible –para quienes no pertenecen al mismo entorno cultural- que el productor no sepa cuantos animales tiene en su majada, sin saber que para algunas culturas el contar chivos trae mala suerte. Se recomienda no hacer los corrales redondos, sin saber que la costumbre dice que hacer el corral cuadrado no deja que se vayan los problemas del hogar. Se pretende que se siembre cuando “agronómicamente” se dan las condiciones adecuadas y los productores no aceptan las recomendaciones técnicas “porque no es la luna”. Se insiste en que se produzca para el autoconsumo, sin percibir el estatus social que tiene sembrar algodón. Se pretende introducir chivos en el sistema productivo, sin saber que culturalmente este animal está asociado a la pobreza (Pengue, 2005:4), en tanto que el ganado vacuno es sinónimo de prestigio o riqueza[3].
Estas costumbres, en sí, no son ni buenas ni malas, como tampoco la ciencia, en sí misma, no es ni buena ni mala, dependiendo del uso que se haga de ellas (Frazer, en Malinowski, 1999:11). Los valores de las distintas culturas deben ser entendidos y comprendidos en su totalidad, para poder ir haciendo los aportes que permitan mejorar los aspectos productivos, económicos, financieros.
Los técnicos han estado muy preocupados por la parte productiva, olvidando muchas veces que el campesino tiene otras preocupaciones y necesidades, tales como educación, salud, recreación. “Ya en la colonia no quedan chicas, se fueron todas. Algunas se fueron a trabajar y otras se fueron a estudiar y ya no volvieron más. Por eso tampoco se hacen bailes en la zona, si no hay mujeres; si queremos ver una tenemos que ir al pueblo” (Entrevista 18).
Hay que tener en cuenta la concepción que cada cultura tiene acerca de lo que significa “mejorar las condiciones de vida” sin olvidarse de otros valores, o de destruir lo que existe en esa cultura. Los valores de las familias con las que se trabaja no son tenidos en cuenta, porque se desconocen sus intereses o porque se desconoce la concepción que tienen del concepto calidad de vida. Malinowski (1999:344) nos relata el valor que tienen las joyas indígenas, formadas por collares confeccionados con discos de caracolas. A los ojos de los indígenas, sin embargo, estos reciben toda su significación gracias a las fuerzas de la tradición y de la costumbre, que llenan de valor estos objetos y los envuelven en un halo de leyenda. Para ellos, esos collares tienen más valor que las pepitas de oro o las perlas, que les entregan a sus hijos para que jueguen.
Hay que tratar de entender y respetar las diferentes costumbres, antes de emitir un juicio, el cual, seguramente, estará equivocado. “El ingeniero nos dijo que él no conoce ninguna prueba que le diga que la luna tiene algo que ver con la siembra, y que cree que esa es una costumbre nuestra nomás” (Entrevista 15). Esta afirmación, además de mostrar una falta de respeto hacia los conocimientos empíricos del productor, muestra además un desconocimiento de las investigaciones científicas realizadas por Gardner y Haller (Sívori et al., 1980:577 y ss.), entre otros.
Y para el campesino, que se le reconozcan sus conocimientos es muy importante: “Estábamos hablando de que cuando se carnea un animal, para poder utilizar el cuero debe hacerse en menguante. El ingeniero paró la oreja en este tema y actualmente trata de respetar esa costumbre” (Entrevista 53).
LOS INDICADORES UTILIZADOS
En las evaluaciones que se realizan de la actividad profesional se utilizan indicadores productivos, económicos y/o financieros, dejando de lado otros que se desconocen o no se tienen en cuenta por pertenecer a distintos entornos culturales. Existen también otras razones por las cuales no se utilicen ciertos indicadores a nivel macro, como puede ser para demostrar que “no se es tan pobre”.
En la Argentina hay 2 métodos para medir la pobreza:
· Línea de pobreza (LP) que brinda datos acerca de las tendencias del fenómeno.
· NBI: permite diferenciar situaciones opuestas en un corte temporal como es la medición de un censo de población.
Se cuenta también con el IDH, pero la calidad de vida tiene que ver con el IPH que no es lo mismo que IDH. En este aspecto, por estar trabajando sobre calidad de vida, sería más útil contar con información sobre el IPH, que es un índice que mide las carencias en tres aspectos:
· Una vida larga y saludable, medido según la probabilidad al nacer de no vivir hasta los 40 años;
· la educación, medida por la tasa de analfabetismo de adultos; y
· nivel de vida digno, medido por el porcentaje de la población sin acceso sostenible a una fuente de agua mejorada y el porcentaje de niños con peso insuficiente para su edad.
Este índice se obtiene como resultado del cálculo del IDH del PNUD.
Las agencias de desarrollo han vendido estos rangos como paradigmas que orientan las políticas de desarrollo, dejando de lado aspectos que incluyen al desempleo o miden el grado de privación, o la proporción de personas que quedan excluidas del proceso de desarrollo local.
El problema no es tanto medir algunas manifestaciones de déficit de bienes o servicios en conjuntos de la población sino poder derivar acertadamente respuestas que permitan dinámicas de inserción proactiva de esos mismos sectores. Es decir, que puedan romper el círculo de la pobreza y no la reproduzcan permanentemente para poder sobrevivir quienes la padecen. La gran paradoja de la mayoría de las políticas contra la pobreza es que requieren de mantener la pobreza para su éxito y sus receptores permanecer en ella para ser sus beneficiarios (Reyes Morris, s/f:1).
El índice de NBI tiene énfasis en la vivienda y se diseñó hacia la segunda mitad de los años ‘80 para soportar los planes dedicados a la erradicación de la pobreza. Su uso por tantos años ha llevado a su evaluación crítica y hoy se utiliza como complemento de otros índices, como el IDH y el Índice de Calidad de Vida (ICV). La mayor dificultad del NBI es su énfasis en características de la vivienda, que en las áreas urbanas ha dejado de ser un elemento diferenciador de la situación de pobreza. Quizás funciona mejor en las áreas rurales. Otro problema que acarrea el NBI es que al darle tanto peso a la vivienda, su modificación va a depender de políticas específicas o, mejor, programas que permitan el mejoramiento o dotación de viviendas adecuadas. Inclusive, la modificación del indicador de dotación de servicios públicos es un elemento de contexto que no depende exactamente de una decisión del hogar, mientras que el mejoramiento físico de la vivienda sí depende de la disposición de recursos en el hogar para tal efecto. En el caso particular de la provincia del Chaco y de la región en general, por las condiciones climáticas favorables, gran parte del tiempo se pasa al aire libre, por lo que sería conveniente utilizar indicadores que estén más vinculados al hábitat rural, en el entendimiento de que este no es solo el edificio material, sino también el espacio físico que rodea la vivienda y donde se cumplen la mayor parte de las actividades cotidianas, ya que la casa no es tan solo una estructura, sino una institución creada para un complejo grupo de fines (Rapoport, 1970:65). La noción de hábitat rural designa el ámbito de confluencia y/o interacción entre el solar residencial de las unidades domesticas rurales y el suelo agrario dedicado a producciones para el consumo de la unidad domestica y/o para su destino al mercado (Subsecretaría…, 1996:11).
Algo similar sucede con el indicador de ausentismo escolar. Por un lado, debe haber en el hogar respectivo población en edad escolar, si no la hay, el indicador no permite establecer una carencia aun cuando el hogar en cuestión sea pobre. Otra crítica de fondo es que el NBI no permite identificar a los pobres coyunturales sino a los pobres estructurales.
Otro problema de aplicación del Índice de NBI, fuera de limitar la satisfacción a unas muy pocas necesidades, es que pone en situación de pobreza a cualquier hogar con sólo tener una de las cinco características, porque en la consideración de su diseño se encontró una alta conectividad entre cada uno de los indicadores, de tal manera que casi seguramente poseer alguno, acarrea otros, aun cuando teóricamente o en la práctica esto no fuera cierto (Reyes Morris, s/f:2 y 3).
En cuanto a la utilización de indicadores productivos, se debe recordar que en el modelo teórico de Chayanov la única categoría económica visible es la remuneración del trabajo, equivalente al ingreso anual disponible para la familia después de deducir los gastos. No hay salarios imputables al trabajo familiar, ni ganancia (que no se busca, dado que el nivel de actividad se regula por la satisfacción de las necesidades familiares), ni renta (en el sentido capitalista). El beneficio de la explotación se obtiene mediante el balance trabajo-consumo, establecido por el equilibrio “económico básico” entre las fatigas del trabajo y la satisfacción de necesidades. El producto bruto de la unidad se constituye mediante la sumatoria de todos los ingresos anuales de la misma, tanto agrícolas como extra-agrícolas; al descontarse los gastos de explotación y renovación del capital, se obtiene el producto neto. Este será reconocido como satisfactorio o no por la evaluación subjetiva de las fatigas propias del trabajo que realice la familia campesina (Posada, s/f:3).
Cloquell y Trossero (1992:16), refiriéndose a los horticultores cercanos a la ciudad de Rosario (Santa Fe - Argentina), sostienen que en esas unidades, el sistema familiar solo registra ingreso bruto, sumas destinadas a la renovación del capital, presupuesto personal y ahorros no invertidos en la explotación, concluyendo que el productor de una unidad doméstica a medida que se incrementa la producción de su trabajo realizará un balance entre los factores económicos y una disminución en su cuota de trabajo. Si satisface la demanda de la familia con menos desgaste de trabajo, decrece la intensidad técnica de su trabajo como un todo.
Al interrogar a los productores acerca de cual es su percepción acerca de la calidad de vida, el vivir en el campo y lo asociativo se encuentran en el último lugar. Tal vez haya que preguntarse si no se están errando los objetivos o la forma de implementar los programas, ya que se pretende que la gente se quede produciendo en el campo y esto no aparece dentro de las prioridades de ellos. Lo mismo sucede con la organización de los productores. Se bajan los programas a través de grupos asociativos y para ellos, este punto se encuentra en el último lugar.
LAS MIGRACIONES
Al analizar las causas de las migraciones ocurridas y el destino de las mismas, se ve que es la búsqueda de trabajo en las ciudades. Pero entre las posibles soluciones para la desocupación y la improductividad de la gente del campo, difícilmente puede considerarse su reubicación en empleos o subempleos urbanos. Los empleos urbanos se crean a un ritmo menor que la demanda de ocupación y su generación tiene un costo alto, además de que exigen un nivel de escolaridad o de capacitación superior a los que existen en el medio rural. En el caso del subempleo en las ciudades, los bajos ingresos y la migración se traducen en condiciones indignas de vida (Reynoso López, s/f:2). No existe la más remota posibilidad de que, en las ciudades, el sector urbano-industrial pueda ofrecerles empleos, casas, alimentos, agua limpia, electricidad, transportes, servicios de salud, etc.; máxime si se considera que: a) generar un empleo urbano cuesta seis veces más caro que hacerlo en el medio rural (Schlotfeldt, 1983); y b) mantener una familia en la ciudad cuesta al poder público 22 veces más caro que mantenerla en el campo (Bittencourt de Araujo y Pinazza, 1993).
Entonces, si el desempleo urbano (y las gravísimas consecuencias de marginalidad económica y social que genera) es uno de los problemas más angustiantes del mundo moderno y si la generación de empleos urbanos depende de inversiones para las cuales no existen recursos en cantidad suficiente, el más elemental sentido común sugiere que se prioricen estrategias para la fijación de los agricultores en el campo (a costos muchísimo más bajos) y no la corrección de las consecuencias del éxodo una vez que los migrantes ya llegaron a las ciudades (Lacki, 1995:9).
LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA
Los cuatro proyectos de experimentación adaptativa analizados plantean temas y objetivos que son de gran utilidad para los pequeños productores -ya que responden a necesidades que estos deben satisfacer- y han mostrado resultados interesantes. Sin embargo, hay una serie de factores que atentan contra la apropiación de los resultados por parte de los productores y a su difusión entre los mismos, lo que se demuestra en el hecho de que al cabo de dos años de realizadas las experiencias, solo el 15% continuara realizando alguna de las actividades productivas experimentadas, pese a que el 71% manifestó que los resultados habían sido buenos o muy buenos.
Entre los motivos mencionados para no continuar con las mismas, hay tres que tienen que ver con la seguridad de producción y venta (No se vende la producción, No tiene buenos rendimientos y Son cultivos riesgosos - CUADRO Nº 151), los que abarcan el 44,29% de las respuestas. Si bien no lo mencionan, el 100% de los productores que no continúan la experiencia aumentaron la superficie sembrada con algodón, respecto de campañas anteriores, pero solamente el 24,29% lo reconoció explícitamente.
Al mencionar los productores el riesgo que significa sembrar estos cultivos, coinciden con lo expresado por Codutti (2003:36), ya que el coeficiente de siniestralidad, definido como la diferencia entre la superficie sembrada y cosechada expresada en porcentaje, alcanza un 8,1% en algodón, inferior al promedio de 10,5% en la agricultura chaqueña y a otros cultivos, como puede observarse en el CUADRO Nº 224.
CAMPAÑA | RELACIÓN SUPERFICIE SEMBRADA / COSECHADA (%) | |||||||
ALGODÓN | TRIGO | GIRASOL | MAÍZ | SORGO | SOJA | OTROS | PROMEDIO | |
95/96 | 2,9 | 0,0 | 14,5 | 0,0 | 0,0 | 5,2 | 21,0 | 3,6 |
96/97 | 1,1 | 2,0 | 2,5 | 1,3 | 8,0 | 2,9 | 3,8 | 1,5 |
97/98 | 28,8 | 20,0 | 11,8 | 36,0 | 20,0 | 39,1 | 17,2 | 29,3 |
98/99 | 8,9 | 12,0 | 6,7 | 6,7 | 28,0 | 15,0 | 0,0 | 10,4 |
99/00 | 2,8 | 5,6 | 11,8 | 5,0 | 12,5 | 3,6 | 6,5 | 6,1 |
00/01 | 5,7 | 14,3 | 11,1 | 8,3 | 16,7 | 10,5 | 8,7 | 9,5 |
01/02 | 6,5 | 7,7 | 5,6 | 11,1 | 14,3 | 18,2 | 21,5 | 13,5 |
PROMEDIO: | 8,1 | 8,8 | 9,1 | 9,8 | 14,2 | 13,5 | 11,2 | 10,5 |
FUENTE: (Codutti, 2003:36), sobre datos del CEDEI del Ministerio de la Producción de la Provincia del Chaco.
Respecto de la falta de semilla, este es un inconveniente que generalmente no tiene la producción de algodón, ya que el Estado provincial, a través del Ministerio de la Producción, asiste a los pequeños productores con la semilla del mismo (Codutti, 2003:152).
Por otra parte, todo rubro innovador que pretenda introducirse en la explotación, debe complementarse con el algodón en mano de obra e ingresos a la finca. Asimismo, distintos autores sostienen que el productor adoptará otro sistema de comercialización del algodón, cuando este le brinde seguridad y permanezca en el tiempo, caso contrario no se arriesgará a dejar el actual (Russo, 1989:154).
De esta forma, se verifica lo expresado por Vio Grossi et al., en el sentido de que el productor campesino no manifiesta “gusto por el riesgo”, ya que sus riesgos varían entre un mayor ingreso y el hambre (INCUPO, 1987). En el mismo sentido se expresa Patroni (1999:7) cuando manifiesta que el productor no ignora el problema del agotamiento de los recursos, pero para él la tierra, el agua, sus esfuerzo, su sacrificio, son recursos actuales con valores futuros inciertos porque incierto, casi impredecible, ha sido siempre su futuro; pero esto no significa que el productor no quiera cambiar su forma de producir, para hacerla más eficiente, menos riesgosa, o más descansada.
Se debe considerar que la instancia de experimentación debe ser también una instancia educativa, donde el productor se involucre y participe activamente. Pinto Contreras (1993:32 y ss.) señala que el saber campesino y la construcción de este conocimiento es un proceso preferentemente colectivo, ya que el campesino aprende comentando con sus iguales y su familia; él necesita del reconocimiento de sus iguales para aceptar un nuevo conocimiento. Es por ello que todo este conocimiento cuenta con el aval de la comunidad, ya que el aprendizaje campesino es comunitario y la validación se realiza entre pares. Al igual que en la ciencia, donde el científico no está frente a una clientela de legos, sino que debe rendir cuentas ante sus iguales (Merton, 1942:367), el productor encuentra que debe validar sus prácticas culturales ante sus pares. Una técnica nueva puede ser muy eficiente, pero si no es aceptada por la comunidad no será adoptada por los productores[4]. Es por ello que es importante que toda experimentación sea coordinada y planificada con el grupo / comunidad de productores, para que todos se sientan partícipes en la gestión del nuevo conocimiento que se está creando. Y en este sentido el 63% de los experimentadores encuestados manifestó que fue recomendado o elegido por el técnico / institución o por características personales y productivas, y solo el 11% manifestó que fue elegido por la organización de productores. Sin embargo, en la visión de los equipos de trabajo del proyecto, el 54% respondió que la decisión de realizar las parcelas en determinadas fincas fue una decisión de la organización de productores o que fue tomada por consenso entre ellos.
Al entender que estos ensayos eran realizados por una institución, ni los productores ni los grupos / vecinos, ni incluso los técnicos de campo se sintieron interesados en participar y solo los experimentadores, que sentían que habían recibido un privilegio al ser elegidos, se involucraron en los ensayos; pero no con un fin utilitario, sino para demostrar ante quienes los habían elegido que eran capaces de llevar adelante los mismos. Esto se manifestaba en las frecuentes referencias que hacían a lo conforme que se encontraban los técnicos con los ensayos realizados.
En cuanto al resto de los productores del grupo / vecinos sintieron que eran meros observadores, ya que se los invitaba a participar en alguna instancia determinada, pero no como parte integrante y total del proceso de investigación; según lo expresado en el CUADRO Nº 150, el 33% de los vecinos manifestaron no tener ninguna participación. Así algunos manifestaron que se los invitó para la cosecha y fueron a ver para enterarse que pasaba, pero sin interés en los resultados del ensayo, incluso hubo quienes participaron con el afán de que se les pague el trabajo realizado. Se infiere que es por esta razón que los productores integrantes del grupo experimentador o los vecinos no se apropian de los resultados obtenidos, ya que el 56% de los encuestados desconoce los mismos (CUADRO Nº 145). Sin embargo, cuando hay interés en algún tema particular, el productor se preocupa por averiguar los resultados o la forma de realizar determinado cultivo. Así hubo productores que incorporaron algunos cultivos, a partir de los resultados que les comentaron.
Pinto Contreras (1993:32 y ss.) dice que el campesino se motiva en aprender aquel conocimiento en el cual participó como productor, ya que su aprendizaje es fundamentalmente experiencial, su base vital la constituye su propia experiencia. Todo conocimiento es real si es producto de su experiencia, y para ello es necesario que sea él mismo quien realice los trabajos de campo. Con la mejor voluntad y con el ánimo de aportar en la concreción del ensayo, una de las instituciones colaboradoras del proyecto puso a trabajar a personal contratado por un programa social, quienes fueron e implantaron la parcela en un momento en que el productor no se encontraba en la chacra, lo que generó en el mismo una resistencia al ensayo, manifestando que el mismo había sido mal implantado y sintiendo, aunque no lo expresara con palabras, que la existencia de esa parcela experimental en su finca lo molestaba.
Indica Pinto Contreras que el campesino también realiza el proceso científico en su aprendizaje, ya que teoriza de acuerdo a los aportes técnicos y conceptuales, experimenta al incorporar la innovación propuesta y saca las conclusiones que le permiten proyectar su progreso productivo y familiar, pero para que ello pueda ser posible es necesario que tenga claro cuales son los objetivos que se persiguen al realizar determinadas prácticas, y en varios casos, los productores ignoran -o piensan que son otros-, los objetivos que se persiguen a través de los proyectos. Esto se manifestó mas visiblemente en un proyecto de producción orgánica, donde todos los productores realizaron aplicaciones de agroquímicos, ignorando en algunos casos que producto utilizaron, o mencionando que los técnicos los invitaron y se ofrecieron a ayudarlos para conseguir semilla y gasoil en la Casa de Gobierno, ya que querían que se venda en conjunto y que los productores hagan su propia semilla, como objetivos del proyecto. Cuando el productor no tiene claros los objetivos del proyecto y llegan a la colonia funcionarios de un organismo del Estado que les entregan dos bolsas de semilla de algodón por productor, la disqueada y la siembra, el campesino interpreta que se trata de algún tipo de asistencia para la producción. Cualquier creencia tenida por verdadera debe entenderse bajo la consideración instrumental y legitimadora que les otorgan los grupos sociales que intervienen en su formulación. Por tanto, los esquemas teóricos que organizan y fijan la naturaleza se vinculan a los diversos contextos sociales y temporales en que estos se formulan. De lo que se deduce que lo observado no puede ser explicado directamente por la naturaleza del objeto percibido, que la separación entre hechos y conceptos no es tal y que lo percibido no es otra cosa que la traducción conseguida (con notables esfuerzos) por los distintos tipos de lenguajes de los que se dispone (Lamo de Espinosa et al., s/f:528).
Por último, manifiesta Pinto Contreras (1993:32 y ss.) que el campesino aprende aquello que le permite mejorar su situación productiva, es decir que tiene un sentido utilitario de ese conocimiento. Y este sentido utilitario es el que debe prevalecer al momento de decidir que cosas investigar, ya que esta debe ser realizada también con un sentido utilitario y no solo como recolección de información, ya que los productores hacen lo que hacen porque tienen sus buenas razones para hacerlo (Cardozo, s/f:1). Así como en algunas zonas el choclo de color amarillo tuvo un alto impacto, en otras a los productores no les interesa hacer choclos.
EL LEVANTAMIENTO DE INFORMACIÓN
EL RELEVAMIENTO FAMILIAR
Para el presente trabajo se ha utilizado información obtenida a través de encuestas realizadas para proceder a la formulación de emprendimientos productivos. Esta información fue posteriormente cargada a base de datos, con la que se trabajó, reelaborando la misma en función de los objetivos de este trabajo, que no son los mismos que para los que fueron tomados.
En el levantamiento de la información participaron 26 técnicos, quienes en promedio debieron llenar 48 Relevamientos de Información Familiar (SAGPyA, 1999a), con un rango que va desde 14 a 104 planillas. En el 53% de los casos, se trataba de familias que recién estaban conformando un grupo, lo que significó además un trabajo de promoción de la organización. El 46% de los técnicos (12 personas), estuvieron por encima del promedio general, y estos tuvieron el 75% de los encuestados que recién se iniciaban en actividades grupales.
Este trabajo se realizó en un lapso de 6 meses, lo que implicó -en algunos casos más que en otros- una gran demanda de tiempo, ya que no solo debía realizarse el levantamiento de la información, sino también realizar el Diagnostico, Formulación y Evaluación Económica del subproyecto productivo. Previo a ello, reitero, en más de la mitad de los casos se debía trabajar en la conformación del grupo.
A esa demanda de tiempo de parte de los técnicos debe sumarse que los datos que proporcionaban las familias de productores estaba basada en la memoria de los mismos, ya que muy pocos realizan registros[5].
También se debe tener en cuenta que toda persona tiende a olvidar lo que le ha ido mal, las cosas desagradables que le han sucedido, y existe una tendencia a magnificar las cosas que han sido buenas o positivas (Colazo, 2002). Las preguntas o información vinculada a temas económicos de la finca son causa de desconfianza, más aún cuando estas provienen de un agente del Estado, en consecuencia se debe evitar fastidiar al productor y su familia con interrogantes de interés técnico, pero cuya respuesta es difícil de establecer. Esta situación se da cuando se desea estimar el consumo familiar de la producción de autoconsumo (Russo, 1989:167 y ss.). Analizando el formulario de Relevamiento de la Información Familiar, se ve que hay varias preguntas de ese estilo (SAGPyA, 1999a).
Tal vez estas cuestiones hicieran que la información levantada no respondiera a la realidad y de allí que no pueda arribarse a alguna conclusión certera.
LOS ERRORES DE DIAGNOSTICO
Cuando las personas se relacionan con otras, tratan de ser agradables, fundamentalmente cuando esperan una respuesta positiva de la otra persona. Para ello, es necesario estar a tono con el interlocutor y decir lo que se piensa que le va a agradar oír (Colazo, 2002). En el caso de los técnicos de terreno, hay cosas que les gusta oír, ya que creen tener las respuestas para ello, y allí se produce un problema referido al diagnostico de la situación. Así se ha llegado a diagnosticar que a un grupo de productores “le faltan conocimientos para producir” y que “la comunidad no se encuentra organizada”, para proponer como objetivos del trabajo técnico contribuir al fortalecimiento de la organización grupal, justificando la necesidad de la asistencia técnica.
Sin embargo, el grupo al que se hacía referencia tenía una existencia de más de 20 años, donde fue asistido por instituciones públicas y privadas, donde a lo largo de su vida grupal contó con asistencia técnica de varios profesionales e instituciones. Cabe preguntarse que tipo de asistencia técnica se le ha brindado al grupo que durante veinte años estuvo produciendo y subsistiendo en el campo teniendo bajos conocimientos de la producción, y por otra parte como puede entenderse que personas de una comunidad que han estado trabajando juntas durante veinte años, aún no estén organizadas.
LA ASISTENCIA TÉCNICA
En la provincia del Chaco hay varios agentes operando en el tema de la asistencia técnica rural, varios conceptos y metodologías en movimiento, los grandes y los pequeños, los privados y los públicos, los organizados y los no organizados. La mayoría de ellos plantea el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos a través del trabajo grupal, buscando mejoras en el manejo de los cultivos tradicionales, promoviendo organizaciones de tipo cooperativo, asociativo, gremial o de otro tipo. Pero al realizar el análisis con Ji Cuadrado, el valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre asistencia técnica y rendimiento de la producción. Esto es preocupante, ya que significa que la pedagogía no funciona: no hay asistencia técnica viable sino proyecto de asistencia técnica viable.
El problema reside en que, por la visión sectorial y mecanicista, nunca se va a mejorar la calidad de vida sino la cantidad de producción. La mejora en la calidad de vida es un mito, una ideología, pero son otros los instrumentos complementarios a lo anotado. Hay un discurso ideológico falso que se viene repitiendo como loro, respecto de la calidad de vida, y en nombre de ella, a lo que por supuesto nadie se opone, se cometen todas esas patologías de las cuales luego hay que lamentarse.
Quienes se encuentran en los programas, ya sea en funciones gerenciales o técnicas, deberían preguntarse que entienden por calidad de vida y como piensan mejorarla mediante los programas sectorialistas que proponen. Se propone contribuir a mejorar la calidad de vida del productor y su familia, y todos los esfuerzos están destinados a mejorar los aspectos productivos (CUADRO Nº 140). Se quiere un mundo tranquilo y productivo y se construye un mundo destructivo de lobos contra lobos. A eso se le llama patología de la normalidad (Jara, 2005).
De los resultados obtenidos no se visualiza que la asistencia técnica influya en el mejoramiento de la situación productiva de las familias estudiadas. En el análisis efectuado con el Ji Cuadrado y el agrupamiento realizado con el SAS, no se visualizan variables que influyan sobre el mejoramiento de la calidad de vida de los pequeños productores minifundistas.
Analizando la correlación entre el ingreso neto anual y la asistencia técnica, el valor hallado es No Significativo, es decir que no hay correlación entre ambas variables. Esto es suficiente para demostrar que la tal asistencia técnica es instrumental. No se generan tecnologías adaptadas a los productores, sino que se hace difusionismo de las tecnologías existentes, aunque estas sean generadas en otra región agroecológica o en otro entorno cultural.
En relación a los rendimientos, los agrupamientos PJSA y PM superan la media entre el 26 y el 50% de los rubros productivos, mientras que el agrupamiento PJA no lo hace en ninguno de ellos (CUADRO Nº 137), pero sin embargo es el que tiene mayor diversificación productiva, con lo que atenúa el riesgo (CUADRO Nº 136). Es interesante ver este punto porque tratándose de una población joven y alfabetizada, debería tener mejores índices productivos, según lo manifestado por Klisberg (1995:93). Hay que remarcar también que este grupo es el que recibe menos asistencia técnica.
Con la única variable que se encuentra correlacionada la asistencia técnica es con la asistencia financiera; y esto es debido a que aquella se otorga en calidad de subsidio a los emprendimientos productivos que financia tanto el PSA como el PROINDER[6]. Sin embargo no se aprecia ningún tipo de mejoramiento en los niveles productivos de los productores que reciben asistencia técnica y la correlación entre estas dos variables es No Significativa.
Una explicación podría arriesgarse mencionando que la campaña agrícola a la cual se hizo referencia, fue considerada atípica por el 69% de los productores entrevistados, mencionando en un 83% que el clima fue el causante de esa atipicidad (CUADRO Nº 77). Esta variabilidad climática que se observa durante el desarrollo del ciclo de los cultivos y que afecta en mayor medida a la pequeña producción debido a la escasa adopción de tecnologías de manejo de agua y suelo en el ámbito predial, resulta agravada por la aplicación de sistemas de labranza convencionales que no contribuyen a la retención del agua en el perfil de los suelos (Codutti, 2003:140), por lo que es una situación que podría considerarse típica de las condiciones de producción de la provincia del Chaco.
Esto le da la razón a Polan Lacki (1995:6), quien sostiene que los problemas tecnológicos y gerenciales de la mayoría de los agricultores son tan elementales (también los errores que cometen y como consecuencia de ello, los bajísimos rendimientos que obtienen) que su solución no siempre, ni necesariamente, depende del aporte de factores externos escasos.
Al realizar el agrupamiento por variables, el grupo que representa a la población joven alfabetizada fue el grupo que no supera los rendimientos en ningún rubro, pese a que el 52% recibe asistencia técnica.
De las entrevistas realizadas, el grado de conformidad con la asistencia técnica recibida en un 95% se encuentra entre buena y muy buena, siendo solo el 5% que manifiesta que esta es mala o regular. Pese a ello, se continuó asistiendo al grupo con el mismo técnico. “Hace más de un año que les dijimos que el técnico no nos sirve y sin embargo sigue estando con nosotros” (Entrevista 109/2). El programa responsable aducía que no contaban con técnicos capacitados en la zona como para afrontar la asistencia de ese grupo, lo que refleja una falta de preparación de profesionales técnicos para trabajar con el sector.
En todos los casos, incluso en aquellos grupos que manifestaron que la asistencia técnica recibida era mala, no se manifestó que no querían recibir esta, sino que pedían que la misma mejore en su prestación.
El 57% de los temas tratados están vinculados con la producción, mientras que solo el 4% se relacionó con la comercialización. Esto refleja otra falencia de parte de los técnicos, ya que en su formación profesional el énfasis mayor se pone en la producción, siendo muy poco lo que se trata de comercialización, como si este fuera un problema del productor y no del técnico. Por otra parte, es necesario reconocer que la provincia del Chaco tiene una estructura de comercialización vinculada a la producción de algodón, mientras que para otras actividades productivas es necesario buscar el mercado. “Se habla mucho de diversificar la producción, y la verdad que el técnico tiene razón, porque estuvimos viendo los números y me conviene mucho mas sembrar maíz que hacer algodón. Pero a los choclos tengo que salir a venderlos, mientras que al algodón vienen y me lo buscan en la casa” (Entrevista 131).
Una conclusión que puede arriesgarse, es que los productores aceptan recibir asistencia técnica porque esto les permite acceder a alguna fuente de financiamiento. En 20 grupos entrevistados (16%) se manifestó explícitamente que los técnicos los ayudan a presentar proyectos ante distintos programas y estos se plantan ante el grupo como los formuladores de proyectos. Es decir, se acepta al técnico como un mal necesario para poder recibir algún tipo de asistencia financiera: “El grupo no quería firmarle mas las planillas[7], pero yo les dije que le firmemos igual, porque seguro que algo vamos a recibir” (Entrevista 109/2).
El 14% mencionó directamente la posibilidad de recibir un proyecto financiero entre las expectativas futuras; el 45% lo hizo indirectamente, refiriéndose a lo que iban a comprar. De esta manera, el 59% de los entrevistados tiene entre sus expectativas recibir asistencia financiera futura, para lo cual necesitan la asistencia de un técnico. Una productora entrevistada manifestó: “Para nosotros fue muy importante tener la presencia de un técnico con nosotros, ya que gracias a él, que era tan bueno, pudimos tener un proyecto. Ahora que se fue, todos nuestros vecinos ya cobraron su proyecto y nosotras que no tenemos técnico todavía no recibimos nada. Y los que ya cobraron nos dicen que no vamos a cobrar nunca mas porque estamos huérfanas de técnico” (Entrevista 64).
La asistencia técnica se acepta en virtud de que esta permitirá acceder a asistencia financiera, pero no como una herramienta que permita mejorar los niveles productivos y a partir de estos, mejorar la calidad de vida de la familia. En este sentido también el mensaje que algunos técnicos bajan a los productores está relacionado mas con la asistencia financiera que con la asistencia técnica: “el técnico hace bastante que no viene, y es como él dice, para que va a venir si no hay nada” (refiriéndose a la posibilidad de gestionar un nuevo emprendimiento productivo); “el ingeniero estuvo mucho tiempo sin venir. Ahora que parece que hay plata de nuevo, vino para que armemos el proyecto” (Entrevista 89/2).
Pareciera que entre el productor y el técnico se constituye un pacto de dominación, entendiendo por tal el conjunto de reglas que especifican “quién obtiene qué” en un momento dado (Brachet-Márquez, 1996:55). Así los técnicos elaboran el proyecto para que el grupo de productores reciba asistencia financiera y estos aceptan recibir una asistencia técnica por la cual el técnico percibirá sus honorarios. Sin embargo, no interesan los resultados a los que se arriben, ya que el objetivo del grupo no es una mejora productiva. Se reconoce que muchas de las cosas que hacen son para no quedar mal con el asesor técnico. “Él tenía un programa y quería cumplirlo, y como era tan bueno, nosotros le hacíamos caso”; se reconoce también que muchas de las cosas que implementaron, dejaron de hacerlas cuando finalizó la asistencia técnica (Martínez, 2002c:14).
En cuanto a los destinatarios, en el 93,5% de los casos está dirigida al tomador de la asistencia financiera mientras que solo en el 0,5% participa toda la familia. Teniendo en cuenta que en las actividades de la finca participa toda la familia, esta asistencia técnica no tiene en cuenta los diferentes roles que cumple cada integrante de la familia en la misma. En oportunidad de entrevistar a un productor acerca de cuales eran las actividades previstas para el futuro, este dijo que quería comprar alambre y batería para el boyero eléctrico. Cuando estaba diciendo eso, la esposa, que se encontraba lavando bajo un techo a 15 metros aproximadamente, dijo: “Si eso es para anotar, los chicos quieren comprar otras cosas” (Entrevista 51).
Mauleon (1999) sostiene que es el grupo doméstico, una variable eminentemente sociológica, el que se erige como variable independiente que puede explicar la introducción de los cambios productivos. Se trata de un criterio que no invalida o excluye a los demás. Por el contrario, los integra al considerar que el grupo doméstico es una unidad de toma de decisiones, no sin conflictos, que tiene en cuenta elementos individuales, familiares, de la explotación y del entorno tales como la rentabilidad que puede generar la actividad agraria, las características productivas de la explotación, las posibilidades de encontrar un empleo externo, el que un hijo decida continuar con el trabajo agrario, o el que los miembros de la familia se esfuercen por lograr un proyecto común.
EL DISCURSO TÉCNICO
Los técnicos muchas veces no saben llegar al productor con sus palabras, y tal vez ellas, que están dichas con buena intención, son mal interpretadas. Hubo entrevistados que manifestaron su disconformidad con el técnico que en algún momento los asistió. “… fue bueno, pero era demasiado embalado y nos falló. Puso una fecha para hacer una reunión, estábamos todos y nunca más vino. En mi chacra tenía un yuyal así de alto (señala con la mano más de un metro), y me dijo que ahí íbamos a hacer siembra directa. Cuando vino como a las dos semanas yo estaba arando mi chacra y me dijo ‘de aquel árbol más alto voy a poner una soga y te voy a colgar tu arado para que no jodas más`. Me cayó muy mal, porque me parece que no es forma de hablar” (Entrevista 108).
LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO
Es de recordar que desde hace lustros, de un modo reiterativo, se viene hablando de transferencia de tecnologías como sustento del “desarrollo”. Y las concepciones referentes a esa transferencia se hallan ligadas al perpetuo anhelo de “desarrollo”, concepto, por lo demás, sumamente ubicuo, en la medida que se lo utiliza en cualquier contexto, sin pensar en sus contenidos; en todo caso, asociado al permanente afán humano por alcanzar una vida mejor, aspiración que entre los enciclopedistas del siglo XVIII se expresaba en las ideas de “progreso”, referidas fundamentalmente al “perfeccionamiento moral” y que, desgajado de este contenido, ha tenido una gran influencia en el posterior desenvolvimiento de la sociedad occidental, al afirmar la posibilidad de mejorar las condiciones de vida y de trabajo, eliminando “progresivamente” los constantes flagelos del hambre, la enfermedad y la muerte prematura mediante el uso “racional” de la razón (Martínez, 1989:73 y 74).
La ciencia moderna a olvidado sus raíces y el hombre moderno se encuentra hoy prisionero de sí, y en la superurbe de cemento, prisionero de la ciudad de multitudes anónimas, casi sin mas relaciones que las funcionales de la maquina productiva, administrativa y de consumo, en un ciclo reiterado. La tierra es vista como mera naturaleza material, un objeto de relaciones económicas, en orden al tener. Pero el hombre no anda bien con las maquinas, no está satisfecho. Siente una difusa angustia, un vago miedo. Ha ensuciado la naturaleza y sembró de chatarra el cielo. Dañó la tierra. Y en cuanto a los vínculos interhumanos, ha matado al padre y no tiene madre con quien casarse, según el esquema freudiano (Boasso, 1983:49 y ss.).
La agricultura industrializada, que se ha impuesto en buena parte del mundo ha pasado por encima de los conocimientos locales, a los que visualiza como arcaicos, atrasados, primitivos o inútiles. La ideología del “progreso”, el “desarrollo” o la “modernización” se basa en la supuesta superioridad de “lo moderno”; en consecuencia, el mundo moderno es un mundo que tiende a quedarse sin memoria, un mundo amenazado por la amnesia (Toledo, 2005:16).
El aumento de la productividad agrícola, supuestamente mediante el uso de mayores cantidades de semillas mejoradas, abonos químicos, biocidas y de otros insumos por los agricultores, se constituye en el leit motiv de las agencias sectoriales públicas y privadas. Al parecer, en estas investigaciones el desarrollo es reputado como el aumento de la productividad, lo que llevaría consigo, superado el “temor al riesgo”, un aumento de los ingresos (Martínez, 1989:75 y 76). Sin embargo, no se ve tal aumento de ingresos, y no solo en el sector campesino. En momentos en que el mundo se ha globalizado y que los avances tecnológicos asombran día a día, aún no se ha logrado una sociedad más igualitaria y equitativa, lo que demuestra que el crecimiento económico no resuelve la pobreza. A pesar del crecimiento económico y el desarrollo tecnológico, la desigualdad se ha acentuado al nivel que en 1820 el 20% de la población mundial más rica ganaba 3 veces más que el 20% más pobre y en 1997 esta diferencia se situaba en 74 a 1, es decir que hoy las desigualdades son mayores que nunca. En la provincia del Chaco, la diferencia entre el 10% de ingresos inferiores y el 10% de ingresos superiores paso de 9,1 en 1988 a 13,3 en 2001.
LA ACEPTACIÓN - VALORACIÓN DE LA ASISTENCIA TÉCNICA
En las evaluaciones que se realizan a la actividad profesional se busca encontrar los justificativos que demuestren que esta da los resultados esperados. Para ello se toman los indicadores que normalmente manejan quienes están al frente de los proyectos -productivos, económicos, financieros-, dejando de lado otros que no conocen o no tienen en cuenta por pertenecer a distintos entornos culturales. Y tal vez con la mejor buena voluntad, se esté haciendo lo que la gente no quiere hacer o demostrando lo que para los responsables del proyecto es un éxito, pero no para los productores con los que trabajan. Siempre se van a encontrar indicadores que justifiquen el trabajo técnico, pero no se debe caer por ello en lo que Merton (1957:406), refiriéndose a la ciencia, menciona como las practicas “apenas” inaceptables, donde la excesiva preocupación por el éxito nos lleve a los tipos de fraude que Babbage llama pintorescamente “de recorte” y “de cocina”. Tampoco se debe caer en informar solamente de los resultados que han sido exitosos, olvidando de informar sobre los que han fracasado. Estos últimos también tienen importancia, para evitar que otras personas que siguen la actividad, vuelvan a caer en el mismo pozo.
Con el accionar técnico se puede estar creyendo que se mejora la vida de un productor, desde una concepción particular, que en el caso de los técnicos de la producción, es productivista; olvidándose que esta es una visión parcializada, ya que se debe entender y hacer referencia siempre a la familia, con un claro sentido integral del “hombre total” (Miceli, 1995:9).
La valorización que hace el productor del profesional que lo atiende tal vez se encuentra vinculada a otros valores, que no son los económicos productivos: “Se llegó a conocer al ingeniero agrónomo a los 40 años, antes se le tenía miedo y se creía que trabajaba únicamente para los grandes. Hoy llega hasta nuestras casas y comparte nuestra mesa” (Martínez et al., 1996:2).
LA FORMACIÓN DE LOS TÉCNICOS
La formación de los técnicos extensionistas no es la adecuada como para convencer al productor a que mejore o introduzca nuevas técnicas productivas. Falta profundizar en el conocimiento de aspectos de comercialización, falta profundizar la formación en aspectos sociológicos, falta formación de extensionistas en las cátedras. Muchas veces los técnicos y sobre todo los recién egresados, tratan de buscar una receta para trabajar en extensión y cómo no la encuentran, tratan de trabajar sobre aspectos tecnológicos puros, sin tener en cuenta que las tecnologías las manejan las personas y es cuando se enfrentan en más de una oportunidad al fracaso, porque no le dan tiempo al productor de que se pueda apropiar de la misma, reflexionar sobre ella y que él mismo llegue a manejarla a su manera de acuerdo a sus necesidades (Cardozo, s/f:2).
Los vendedores de insumos y equipos son más convincentes que los difusores de conocimientos (Lacki, 1995:8). Se lo ve en el caso del tabaco, donde la expansión fue promovida por dos grandes empresas transnacionales: la Philiph Morris y British American Tobacco, con el objeto de lograr una masiva producción de Burley, con calidades específicas. Para lograrlo difundieron un rígido paquete tecnológico conformado por semilla importada y alta dotación de insumos, cuya aplicación y control se encontraba a cargo de técnicos de las propias empresas. Tales instructores eran los encargados de hacer cumplir las normas fijadas, efectuando un seguimiento cuidadoso del proceso productivo (Carballo, s/f:20).
Polan Lacki (1995:12 y ss.) sostiene que es necesario que se cree conciencia en la sociedad y en los formuladores de las políticas agrícolas, que ahorrar recursos en actividades de asistencia técnica y extensión rural en tiempos de crisis agrícola (cuya solución depende en gran parte de que los agricultores tengan acceso a los conocimientos que son difundidos por los extensionistas), equivaldría a recortar recursos para la munición en tiempos de guerra.
La afirmación anterior coincide con lo expuesto por varios productores entrevistados, en el sentido de que la asistencia técnica no tiene continuidad debido a discontinuidades presupuestarias.
RESUMIENDO
La asistencia técnica es uno de los pilares en los cuales se basa la estrategia de intervención de los principales programas destinados a atender a los pequeños productores en la provincia del Chaco, junto con la asistencia financiera y la capacitación. En general, de las visitas realizadas a los grupos de productores estos valoran la asistencia técnica, con distintas visiones. Algunos la valoran por las cosas que han recibido y otros por lo que han aprendido. El extremo de este último punto se sitúa en aquellos grupos que mencionan que estarían de acuerdo en no recibir asistencia financiera a cambio de que se mantenga la asistencia técnica.
Refiriéndose al técnico y a la asistencia técnica, un productor manifestó: “Muy trabajador es el hombre, nos enseña y con el aprendimos mucho… No tiene horario para andar. Yo halló que es mucho mas valiosa la asistencia técnica que la asistencia financiera, si bien no le voy a negar que esta última es importante” (Entrevista 53).
En cuanto a los que valoran la asistencia técnica por las cosas que han recibido, confunden la asistencia técnica con una gestoría de proyectos. “Es muy importante tener un ingeniero con nosotros, porque gracias a él hemos podido recibir varios proyecto, hicimos el galpón comunitario, y ahora nos está armando otro proyecto para manejar el monte” (Entrevista 31).
Hay que destacar también que muchos grupos valoran la asistencia técnica que reciben, simplemente porque no han recibido otra, de manera que no tienen un punto de comparación para juzgar los resultados de la misma.
Es importante destacar también que hay varios grupos que han mencionado que la asistencia técnica es regular e incluso algunos han dicho que esta es mala, solicitando el cambio del técnico, pero con una única mención, ningún grupo solicitó dejar de recibir asistencia técnica, lo que marca la valoración que los productores tienen en cuanto a la asistencia técnica como una importante herramienta para el desarrollo.
[2] El autor fue testigo de cómo un docente de una escuela rural les hizo realizar a los alumnos un trabajo acerca de “las ventajas de vivir en la ciudad”.
[3] Vale al respecto una anécdota, contada por un productor, quien canjeó 5 vacas por una majada de 20 chivos. Al comentarle el negocio realizado a su padre, este le dijo: “Ya sos grande y sabés lo que hacés; yo no estoy de acuerdo con lo que hicistes, pero si vos querés vivir pobre, sos dueño de hacerlo”.
[4] Un productor realizó experiencias de siembra directa, con muy buenos resultados. Sin embargo no continuó realizando la misma porque los vecinos le decían que era un haragán que no quería arar la tierra.
[5] En el estrato de productores de menos de 200 has, el 80,5% de los mismos no lleva ningún tipo de registro, este porcentaje se eleva al 87,1% si tomamos solamente el grupo constituido por productores de menos de 100 has (Codutti, 2003:123).
[6] Se hace referencia a estos dos programas por ser la población con que se ha trabajado, pero otros programas de crédito también tienen vinculada la asistencia técnica a la financiera.
[7] Se refiere al informe de asistencia técnica que el profesional debe presentar firmado por los representantes del grupo para liberar el pago de los honorarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario