jueves, 2 de febrero de 2012

PRINCIPALES FACTORES QUE INFLUYEN PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE LOS PRODUCTORES MINIFUNDISTAS DE LA PROVINCIA DEL CHACO (Parte 7)


LO QUE NO DEBE SER UN TÉCNICO DE CAMPO

De lo visto, se puede decir que es lo que no debe ser un técnico:
NO ES UN GESTOR DE PROYECTOS
Algunos grupos visitados han manifestado que el técnico no los asistía porque “no hay plata para los proyectos” y entonces no tenía sentido realizar ninguna asistencia técnica. Esta postura también ha sido manifestada por algunos técnicos, quienes sostienen que no se puede realizar ningún tipo de asistencia técnica si el grupo de productores no recibe asistencia financiera. En otros casos, la asistencia técnica pareciera limitarse a buscar financiamiento para el grupo, proveniente de diversas fuentes; esto hace que el productor acepte al técnico simplemente porque le significa la probabilidad de recibir algún dinero extra.
La asistencia técnica que se brinda debe garantizar al productor el pegar un salto cualitativo en su calidad de vida, independizándose del crédito para poder producir. La asistencia técnica debe ayudar a que el productor optimice los escasos recursos que tiene para producir y mejore de esta manera su situación productiva.
El objetivo de un técnico en su trabajo con un grupo de productores no debe ser el que reciban asistencia financiera; esta debe ser simplemente una herramienta que ayude a cumplir otros objetivos, pero teniendo en cuenta que si esta no llega, los objetivos igualmente deben cumplirse. La asistencia técnica debe marcar resultados para que el productor vea que es esta la que le ayudará a superar sus dificultades y le dará herramientas para resolver sus problemas productivos con los recursos que tiene a su alcance, sin estar dependiente de la recepción de ayudas externas que nunca serán suficientes para dar respuestas a todos los problemas y nunca serán suficientes para alcanzar a todos los productores.
Polan Lacki (1995:14) manifiesta que se requiere de un radical y urgente cambio de actitud de los profesionales agrarios y de los líderes rurales en el sentido de entender lo siguiente: de poco sirve seguir intentando (y no consiguiendo) proporcionarles más créditos, más insumos y más equipos si los agricultores no poseen los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes para que ellos mismos puedan, sepan y quieran[1] solucionar sus problemas, con menor dependencia de decisiones y recursos externos a sus predios. Aunque existieran, los recursos externos de poco servirían y seguirían siendo desperdiciados si previo a su otorgamiento no se capacita y estimula a los agricultores para que tengan: a) la auto confianza anímica para asumir como suya la responsabilidad de solucionar sus propios problemas; y b) la autosuficiencia técnica para empezar la modernización tecnológica y gerencial, a partir del uso racional de los recursos que realmente poseen y la correcta adopción de tecnologías que sean compatibles con dichos recursos.
NO ES UN SIMPLE VALIDADOR DE CONOCIMIENTOS CAMPESINOS
Hay técnicos que tienen muy buenas ideas para el trabajo con pequeños productores, pero el mismo se ve frustrado cuando caen en posturas basistas, permitiéndoles todo a los productores, incluso que no cumplan con lo que se establece en los proyectos que fueron formulados en forma conjunta. Del mismo modo, en lugar de realizar aportes que desde la teoría permitan mejorar el sistema de producción campesino, se limitan a rescatar las cosas que hacen los productores y dan por sentado que esto es lo mejor, porque los campesinos así lo hacen y lo hicieron desde siempre.
Esto no significa desconocer los conocimientos empíricos del campesino, sino buscar un punto de encuentro entre ambos saberes, ya que hay cosas que el productor no conoce, o tiene un conocimiento equivocado y hay que decirlas. El técnico no debe callar lo que sabe, sino que debe ver en que forma va a lograr que el campesino se apropie de ello. Esos contenidos deben ser trabajados, charlados, discutidos, debe haber una toma de conciencia, deben hacerse pruebas. El campesino también puede y debe aportar, siendo conscientes que a veces el tiempo disponible es corto como para que el campesino internalice un conocimiento.
Se tiene que partir de la base de que cuando un técnico llega a una comunidad, indudablemente se produce un cambio. Lo que hay que tratar es que esos cambios sean positivos. Hay cosas que requieren solución inmediata, mientras otras se pueden ir trabajando a más largo plazo. Hasta ahora no hay una receta para trabajar en extensión; Reichard dice que un extensionista debe ser además un muy buen técnico, ya que el aspecto tecnológico es una buena herramienta para que los productores confíen en el técnico y que además quieran escuchar sus propuestas. Agrega también que quién trabaja en extensión debe tener una solidez técnica muy importante como para ser referente en distintos aspectos. En otras palabras, el técnico debe ser capaz de dar a los productores un marco general de ciertas actividades que desde el punto de vista técnico son indiscutibles a los efectos de tener una producción sostenible y sustentable, de tal manera que los recursos disponibles no se vean afectados por la realización de una mala práctica, pero debe ser el productor quién decida cómo, cuándo y por qué va a usar esa tecnología (Cardozo, s/f:2).
NO ES “UN AMIGO” QUE UNA VEZ POR MES SE REÚNE CON EL GRUPO DE PRODUCTORES
Sin desconocer que en toda relación es posible que se establezca una amistad entre productor y técnico, no se debe olvidar que este tiene una función que cumplir con el grupo y para lo cual ha presentado un programa de asistencia técnica consensuado con los productores. En la mayoría de los casos, este programa no se respeta y solo se efectúan reuniones mensuales donde los productores se reúnen con el técnico a conversar “sobre lo que salga” pero sin tener un temario establecido previamente. Se puede observar en el CUADRO Nº 140 que un 2% no trata ningún tema. En estos grupos la asistencia a las reuniones es muy baja y con razón: nadie quiere asistir a una reunión sin saber para que va, y si en estas solo se habla de generalidades, mayor razón para no asistir.
NO ES UN “SABELOTODO
En la ciencia se ha ido dando un proceso de especialización, fruto de la multiplicidad de saberes del conocimiento humano, y esto se ha dado incluso dentro de las mismas ramas del conocimiento. Por lo tanto un solo técnico, aunque puede saber mucho, no puede saberlo todo.
Al grupo lo atendieron varios ingenieros al principio, pero lo que nosotros necesitábamos era un veterinario, ya que tenemos muchos animales. Primero nos atendía (…) y después pedimos por (…). Pero cuando salió el PROINDER vino (…) que no sabe nada, entonces mandamos una nota al PSA pidiendo que queremos un veterinario. Pero queremos un veterinario que sepa, porque para hablar del calendario sanitario y que nos explique como poner inyecciones, eso ya sabemos. Lo que queremos hacer es inseminación artificial” (Entrevista 130).
NO ES “EL SECRETARIO” DEL GRUPO
El técnico esta para cumplir una función técnica, con un plan de trabajo establecido, pero no se encuentra dentro de sus funciones el hacer las compras del grupo, buscar compradores, realizar gestiones ante las autoridades o hacer de fletero. Esto no significa que tenga prohibido hacerlas, en tanto y en cuanto quede perfectamente aclarado que es una tarea que se realiza a título voluntario y no como una obligación ante el grupo.
La otra vez estaba mi hijo en la ruta haciendo dedo y pasó (el técnico) que venía para acá y no lo levantó. No le costaba nada traerlo, además él trabaja para nosotros” (Entrevista 114/2).
NO ES UN DIRIGENTE CAMPESINO
Los productores tienen sus organizaciones representativas y los técnicos tienen las suyas, con sus aciertos y errores, como cualquier institución. Pero no es la función del técnico hacer suyas las reivindicaciones del sector campesino o cuestionarlas cuando no se está de acuerdo, como tampoco puede convertirse en la voz de los sin voz, porque esto significa desconocer la capacidad organizativa que tienen los productores (Gutiérrez, 2001:4). Y en esto se debe tener claridad en cuanto a lo que son los programas de intervención: simplemente eso, programas destinados a asistir a pequeños productores minifundistas y que en sus estructuras le brindan un mayor o menor espacio de participación a los beneficiarios, pero no son una organización que represente a los productores. Y esta confusión reina entre los productores, pero también entre los técnicos.
El ingeniero… era un excelente técnico, de quien aprendimos muchísimo en la parte teórica, ya que daba unas capacitaciones muy buenas, pero que tenía fallas en la parte práctica. El gran problema que tuvo es que confundió el rol de técnico con el de dirigente y comenzó a meterse en cuestiones que eran de la organización de productores y fue por ese motivo que se tuvo que ir de la zona” (Entrevista 132).

LA ASISTENCIA FINANCIERA

Tal como se mencionó al analizar la asistencia técnica, tampoco se visualiza que la asistencia financiera, como variable externa al sistema, influya en el mejoramiento de la situación productiva de las familias estudiadas, como así tampoco en ningún otro aspecto que tenga que ver con el mejoramiento de las condiciones de vida, como puede ser el mejoramiento de la vivienda o el baño, el aprovisionamiento de agua, etc.
El 40% de los productores entrevistados manifestó explícitamente haber sido beneficiario de asistencia financiera, cuya fuente era el PSA. Este programa apoya el financiamiento de emprendimientos productivos que contribuyan a mejorar el nivel de ingresos de los productores, sin embargo la correlación entre ambas variables (Asistencia Financiera e Ingreso Neto Anual) es No Significativa.
La idea que llevó a incorporar esta actividad -el crédito- en las tareas de promoción, es que tanto el productor minifundista como los grupos y organizaciones de base, marginados del sistema de crédito bancario, pueden, si se les suministra algún tipo de apoyo financiero y son asesorados técnicamente, mejorar su producción en calidad y cantidad lo que les posibilitaría realizar cierta acumulación de capital para acceder gradualmente al crédito bancario. El crédito va siempre acompañado de actividades de promoción, capacitación y asistencia técnica, ya que es un instrumento apto para producir cambios a nivel económico (incremento del ingreso, capitalización), social (participación en actividades grupales y comunitarias, incremento del nivel de conocimientos y destrezas) y comunitario (liberación de dependencias locales y zonales, fortalecimiento y consolidación de organizaciones) (INDES, 1983:99).
Esta tesitura también la adoptó el PSA cuando sostenía que al cabo de tres años consecutivos de asistencia financiera, se aseguraría a la familia un despegue tal que le permitiría ser cliente normal de los bancos (PSA, 1993).
Como ya se ha mencionado, esta variable únicamente se encuentra correlacionada con la asistencia técnica, motivado a que esta acompaña a los emprendimientos productivos en calidad de subsidio. Teniendo en cuenta que el financiamiento recibido es destinado a la mejora del sistema productivo, debería verse una mejora en los rendimientos, cosa que no ocurre.
Con demasiada frecuencia el crédito ayudó mucho más a solucionar los problemas del sector financiero y de los fabricantes de insumos y equipos, que propiamente los de los agricultores (Lacki, 1995:8). Esta aseveración coincide con lo sucedido en muchas localidades del interior chaqueño: durante los meses de enero y febrero de 2001, los productores de una localidad del interior de la provincia del Chaco recibieron una suma cercana a los 60 mil pesos[2], lo que se volcó en compras realizadas principalmente en tres comercios de la localidad.
Sigue sosteniendo este autor que durante mucho tiempo se proporcionaron factores que por su mayor costo sólo pudieron ser ofrecidos a algunos productores y se dejó de proporcionar factores que por su menor costo podrían y deberían haber sido ofrecidos a todos los agricultores. Se les proporcionaron factores perpetuadores de dependencias en vez de ofrecerles factores emancipadores de ellas (Lacki, 1995:8).
Debe analizarse que tal vez existen factores de contexto que no permiten aprovechar eficazmente estas dos herramientas (asistencia técnica y financiera). El atraso en la recepción del crédito hace que se tenga que desviar de lo planificado en cada proyecto, lo que en algunos actividades (horticultura) es más perjudicial que en otras (ganadería). Este atraso se relaciona tanto a un atraso en la formulación del proyecto como a la falta de fondos por parte de los programas de intervención (Martínez et al., 1996:2).
Dentro de los factores de contexto puede mencionarse como ejemplo lo ocurrido en el mes de diciembre de 2001, cuando por causa del “corralito financiero”[3] los grupos beneficiarios de asistencia crediticia debieron hacer malabares financieros para poder retirar el dinero del banco, dos meses después de cobrado. Con el fin de la Ley de Convertibilidad[4] los precios de los bienes a adquirir sufrieron importantes subas, lo que hizo que no pudieran comprar todo lo que tenían presupuestado.
Los productores que se han vistos beneficiados por la asistencia financiera sostienen que están mejor porque se han podido capitalizar, pueden cultivar mas y, planificando bien, se puede comer todo el año. El crédito es útil, sabiéndolo utilizar (Martínez et al., 1996:2), y tal vez el problema radique en que la herramienta no es adecuadamente utilizada.
Analizando la Operatoria de Fondo Rotatorio, evalúa el INDES que esa consolidación se da en un periodo en el que los problemas estructurales del área en la que opera se agudizaron por la aplicación de políticas económicas y sociales regresivas y recesivas que debilitaron a las economías regionales, a la vez que se inhibió el desarrollo institucional de las organizaciones de base. La situación de quiebra generalizada tuvo manifestaciones dramáticas: el alto grado de endeudamiento de las organizaciones cooperativas, la desaparición de productores marginales, los precios no remunerativos para diversos productos y la competencia de los importados eran realidades que explicaban la postergación de los proyectos de inversión, la renuencia a asumir deudas adicionales y la demanda de créditos para la subsistencia familiar y organizacional.
En este contexto se debió alterar de alguna manera los requerimientos exigidos a los eventuales beneficiarios de la línea de créditos que fue significativamente expandida durante el periodo. Los préstamos acordados estaban dirigidos en primer término a hacer menos traumático y violento el deterioro de la región, más que a promover un desarrollo ilusorio en las condiciones enfrentadas (INDES, 1983:88 y 89). Es decir que una herramienta que se implementó para producir cambios a nivel económico, social y comunitario (INDES, 1983:99), terminó siendo una herramienta de contención social.

LOS GRUPOS ASOCIATIVOS

Al interrogar a los productores acerca de cual es su percepción acerca de la calidad de vida, lo asociativo, junto con el vivir en el campo, se encuentran en el último lugar. Dentro de las expectativas futuras, solo el 25% de los entrevistados manifiesta que van a seguir solos con el grupo, aunque no reciban asistencia técnica o financiera (CUADRO Nº 152).
Tal vez haya que preguntarse si no se están errando los objetivos o la forma de implementar los proyectos, ya que se bajan estos a través de grupos y para los productores este punto se encuentra en el último lugar, siendo la necesidad de agruparse una exigencia de los programas para acceder a un financiamiento.
En este sentido, los diferentes programas tienen distintas exigencias para la formación de un grupo en cuanto a la cantidad de integrantes, si bien todos ellos coinciden en que debe tratarse de familias u “ollas” diferentes. De esta forma, el PRODERNEA exige la formación de grupos de al menos cuatro familias; el PSA y el PROINDER piden que sean seis familias como mínimo[5]. El Programa Cambio Rural, si bien está destinado a productores con un mayor nivel de capitalización, solicita la conformación de grupos de entre ocho y doce familias; el PROFAM pide conformar grupos de entre 25 y 60 productores; el Programa Manos a la Obra pide tres integrantes.
Cabe preguntarse cual es el criterio establecido para determinar el número mínimo de familias que debe reunir cada grupo. ¿Por qué cuatro y no tres? ¿Por qué seis y no siete?
Este número mínimo de productores que deben integrar un grupo para ser beneficiario de asistencia de los programas, suele crear situaciones de tensión en grupos que se encuentran en el límite mínimo exigido. Así ocurre que algunos grupos aceptan tener entre sus integrantes a personas que no les reportan nada al grupo, para no disminuir el “número mágico”. O cuando por alguna circunstancia no querida por ellos, alguien se retira, deben incorporar a otra persona para poder seguir siendo beneficiarios de la mencionada asistencia. Y la incorporación de una persona nueva a un grupo ya constituido, crea situaciones de reacomodamiento que lleva tiempo superar.
Por último, los grupos pasan a ser individualidades que no permiten que otros productores tengan acceso a los beneficios por ellos recibidos, o a nuevos programas que se implementen. De esta forma, se pasa de individualidades “individuales” a individualidades “grupales” pero que no permiten dar solución a problemas mas estructurales que afectan a los pobladores rurales (tenencia de la tierra, caminos, salud, educación, etc.).
Ahora que va a salir el programa… se lo van a dar a gente que nunca se preocupó por organizarse, y nosotros, que desde el año ochenta y pico estamos agrupados, vamos a quedar afuera” (Entrevista 135).
La verdad que yo no entiendo como es esto. Primero nos decían que nos tenemos que organizar, y nosotros fuimos los fundadores de los grupos de la zona y ahora resulta que nos van a dar menos para darle a otros que nunca se preocuparon por armar su grupo o por estar organizados como nosotros. Yo veo que eso es una gran injusticia” (Entrevista 106/2).
Hace ya mucho que nosotros andamos en esto de los grupos. Y resulta que ahora el nuevo coordinador dice que hay que llevar el programa a otras zonas de la provincia y nosotros quedamos atrás” (Entrevista 10).

CONCLUSIONES

“Mejorar la calidad de vida de los pequeños productores minifundistas y de las comunidad donde están insertos” se trata de una finalidad que viene siendo colocada en la gran mayoría de los esfuerzos institucionales, como objetivo de las intervenciones y justificación. Pero se han invertido los valores, pues el mejoramiento de la calidad de la vida se la quiere lograr mediante la cantidad de bienes de producción y consumo. La calidad tiene que ver con el ser y los programas de intervención trabajan con el tener. Y esto lo manifiestan con claridad los propios productores, beneficiarios de los esfuerzos de estos mismos programas, quienes manifiestan que la calidad de vida tiene que ver con la felicidad, con el sentirse bien, con el estar contentos.
De lo expuesto, las conclusiones a las que permite arribar este trabajo son las siguientes:

LA ASISTENCIA TÉCNICA Y FINANCIERA

El trabajo realizado por diversas instituciones públicas y privadas en la provincia del Chaco, principalmente desde la segunda mitad de la década del ’80, muestra resultados positivos y alentadores. En el caso del cultivo de algodón, se observan incrementos en los rendimientos debido a la adopción de prácticas agronómicas tales como realización de abonos verdes, rotación y/o consociación de cultivos, siembra en época y densidad adecuada, y una mayor eficiencia en el control de plagas.
En los cultivos hortícolas se observa el uso de semillas mejoradas y una creciente aplicación de prácticas apropiadas de manejo. Se observa en grupos de productores el uso de prácticas ambientalmente sustentables, en reemplazo de tecnologías tradicionales.
En la producción ganadera se observa un mejoramiento en la productividad a partir de la incorporación de prácticas sanitarias, siembra de pasturas, la rotación con agricultura y el mejoramiento de las reservas de agua. En cuanto a la actividad forestal, se observa la introducción de prácticas de manejo sustentable del monte nativo (Codutti, 2003:141).
La prestación de la asistencia técnica es valorada por los productores, incluso por aquellos más críticos respecto de la misma. En consecuencia, esta puede y debe ser mejorada, para lograr más y mejores resultados.
De lo observado en cuanto a la asistencia técnica, se ve que:
·         Está dirigida únicamente al tomador de la asistencia financiera, independientemente de quien sea la persona que va a realizar la actividad en la chacra, no visualizándose que el sistema productivo es atendido por un sistema familiar, donde cada integrante de la familia tiene un rol asignado.
·         La asistencia técnica es brindada por un profesional de una determinada rama y las actividades que se realizan en la finca son múltiples.
·         Se pone mucho énfasis en las actividades productivas, pero poco en comercialización y agregación de valor a los productos.
·         No se visualizan los valores del productor y estos son tomados como síntoma de atraso, no tomándose en cuenta los conocimientos empíricos de este.
Todo esto conlleva a que la fragmentación del conocimiento y el productivismo de la asistencia técnica tradicional no tienen el valor que se les atribuye. La difusión de innovaciones del científico al “no científico” no tiene los resultados esperados porque no está en la agenda el cambio de actitudes frente a la vida, solamente el cambio de actitudes frente al mercado y la producción. Se cree que el tener lleva al ser y es todo lo contrario (Jara, 2005).
Y esto nos lleva a que la asistencia técnica ligada a la asistencia financiera haga que la segunda se convierta en un objetivo para la primera, aunque se destaca el hecho de que toda asistencia financiera esté acompañada de asistencia técnica, para orientar al productor a invertir de mejor manera los recursos recibidos y a mejorar su situación actual, mejorando su calidad de vida, pero atendiendo a que esta finalidad, que viene siendo colocada en la gran mayoría de los esfuerzos institucionales, como objetivo de las intervenciones y justificación de las mismas, no invierta los valores, pues la calidad de vida –se insiste- tiene que ver con el ser y normalmente se trabaja con el tener. Es por ello que cuando a esa mejora se la quiere lograr mediante la cantidad de bienes de producción y consumo, hace que no se logre ninguna mejora en los aspectos relacionados a la calidad de vida de las familias campesinas.

INDICADORES

Las variables analizadas dejan en evidencia que son muy aplicables y útiles para evaluar productividad y nivel tecnológico de las fincas, pero que como indicadores del mejoramiento de la calidad de vida de los productores y sus familias no son suficientemente fuertes para alcanzar un nivel de dispersión o asociación que permita evaluar resultados en esta línea de análisis, lo que ha llevado a que no se pueda determinar con certeza cuales son las variables sociales, culturales y/o económicas que están fuertemente condicionadas al mejoramiento de la calidad de vida, dentro y entre los grupos organizados de productores minifundistas.

LOS VALORES CULTURALES

Pese a lo manifestado por algunos técnicos e instituciones, estos aspectos en general no son tenidos en cuenta. Y es muy probable que el productor oculte los mismos al sentir que los técnicos los menosprecian.
Al analizar la calidad de vida de una sociedad se analizan las experiencias subjetivas de los individuos que la integran y que tienen de su existencia en la mencionada sociedad, donde están profundamente enraizados los valores culturales. Exige, en consecuencia, conocer cómo viven los sujetos, hay que conocer sus condiciones objetivas de existencia y qué expectativas de transformación de estas condiciones desean, cuales son sus sueños, cuales sus esperanzas y evaluar el grado de satisfacción que se consigue. Se debe analizar en forma conjunta con los propios campesinos como ellos perciben su vida, su situación, su convivencia con los otros y con la naturaleza. Lo que sucede normalmente es que se ve la calidad de vida como la cantidad de bienes (males) y servicios (no higiénicos) que produce una sociedad. Y la calidad tiene que ver con la paz, la seguridad, la confianza, la solidaridad, la equidad, el respeto, la amistad, la belleza, el cuidado ambiental, la esperanza. Ninguna de estas variables es tangible o fácilmente medible, pero no por ello son menos reales. Entonces el análisis se queda en el NBI, del cual no salen los funcionarios de las agencias de desarrollo (Jara, 2005).
Pero si bien no se puede medir fácilmente lo intangible, si se puede leer su energía mediante las percepciones; hay que inventar un “felizómetro”. Como se puede percibir en el Ji Cuadrado, intervienen muchísimas variables y no es fácil dar peso a una más que a otra en el plano de la calidad de la vida, porque en la sensibilidad, en lo intangible, todo se funde. Es allí donde se aprecia la unidad del todo y la experiencia de la calidad de vida. Un campesino puede no tener asistencia técnica, pero tiene sabiduría y sabe donde buscar información, pero no tiene acceso al crédito por lo que no puede hacer frente a la oportunidad del mercado. Para financiar debe migrar y abandonar su familia, lo que le causa sufrimiento, luego regresa y sucede que su vivienda está deteriorada y debe gastar en la casa, por lo que sigue perjudicado.

LOS GRUPOS ASOCIATIVOS

El trabajo con grupos ha sido una buena estrategia para un momento histórico determinado, donde era necesario mostrar las ventajas del asociativismo. Hoy pareciera que esa ya es una etapa superada, debiéndose trabajar con organizaciones mas grandes, que incluyan a los grupos de cada zona o región, de manera de fortalecer a estas para que puedan buscar la solución a problemas de tipo estructural (vivienda, caminos, salud, educación, etc.) que no pueden ser resueltas por los grupos chicos. También se debe pensar en nuevos esquemas organizacionales que ganen escala por la vía de la red para competir con los grandes.
Asimismo, los programas de capacitación, crédito y asistencia técnica deben tener como objetivo primordial el aumento de la capacidad de control por parte de las micro-organizaciones y de las poblaciones organizadas sobre el conjunto de bienes y servicios necesarios para reducir la pobreza, garantizar la calidad de vida, el mejoramiento del hábitat y del ambiente, y estimular, así, la auto dependencia en las comunidades, municipios y regiones (Max-Neef et al., 1986:82).

SUGERENCIAS

REVALORIZAR LOS VALORES CAMPESINOS / PRODUCTIVOS

La necesidad de prestar atención a este sector es de gran importancia, ya que su desaparición significaría también la pérdida de un gran caudal de conocimientos y de un bagaje de sabiduría acumulado. Así como se invierten recursos en la preservación de especies en vías de extinción, también se deben invertir recursos en la preservación de esos conocimientos, ya que “nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de la sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse, a este respecto, que muchas naciones, económicamente pobres, pero ricas en sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación” (Gaudium et Spes, n. 15).
Se debe valorar y rescatar el orgullo de ser campesino, de ser productor. Se debe trabajar en dar visibilidad social a este sector, con todas las potencialidades, pero también con todas las dificultades que atraviesa. “Los prejuicios propios de la modernidad condujeron casi siempre a una completa desvalorización del polo mito-poético, identificándolo, prácticamente con la completa irracionalidad. La antinomia ‘civilización o barbarie’ contiene ese prejuicio de manera paradigmática” (Samaja, 1998).
Se debe recuperar, validar y enriquecer el saber que existe en la sociedad campesina, para no seguir perdiendo tantos valores, tantos saberes, tanta filosofía. Se deben recuperar los mitos populares, rastrear su origen y darle su validez científica, para construir una ciencia que englobando a los anteriores métodos para fijar creencias, los supere, superándose a sí misma.
Se debe construir una ciencia para la vida, no para la muerte. Se ha llegado, como humanidad, al borde del abismo. Hoy, como nunca antes en la historia, se asiste al doble peligro de la destrucción de la casa común, del planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear o por el desastre ecológico[6]. Si no se vuelcan esfuerzos en construir una ciencia para la vida, rescatando los valores de aquellos que ayudan a continuar la vida, se asistirá al triste cumplimiento de la profecía que Aureliano Babilonia descifró en los pergaminos de Melquíades: “Las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra” (García Márquez, 1989:360).
Los conocimientos locales, las representaciones compartidas, los valores sociales y en una palabra, la memoria colectiva que recubre la noción de capacidades y que define la identidad de cualquier territorio, quedan destruidos cuando sale la gente que les da vida, cuando se descomponen los paisajes o dejan de usarse los objetos y las herramientas históricamente incorporados (Linck y Schiavo, 2003:10).
Para ello debe trabajarse con una propuesta superadora de la meramente agronómica, incorporando los conceptos de la agroecología, que reconoce en la investigación participativa un principio fundamental, valorando las experiencias de los productores locales. A través del “dialogo de saberes”, que debe constituirse en el objetivo fundamental de las propuestas de investigación y extensión, se encontraran las claves para remontar la actual crisis ecológica y social (Toledo, 2005:19), para volver a repoblar el campo que desde hace tiempo viene siendo abandonado, para que exista una agricultura con agricultores, para que estos agricultores puedan desarrollarse plenamente como personas en un ambiente agradable, donde puedan educar a sus hijos, donde puedan amar y ser amados, y donde sientan que el fruto de sus esfuerzos es valorado por la sociedad a la cual están alimentando.

INDICADORES DE CALIDAD DE VIDA

Los productores manifiestan que para ellos la calidad de vida significa vivir mejor, ser felices, estar contentos. Para ello se hace necesario construir indicadores que tengan en cuenta estos valores y que permitan medir como ha mejorado, a través de la implementación de un determinado proyecto, la felicidad del productor. En el reino de Bhután (un reino predominantemente budista de casi 860.000 habitantes anidado en el Himalaya y rodeado por el Tíbet, la India y China), en el año 1972 asumió el Rey Jigme Singye Wangchuck, quien decidió que el bienestar, el progreso y ¿se podría decir prosperidad? del reino fueran medidos no como en el resto del mundo, calculando el Producto Nacional Bruto (PNB), sino calculando la Felicidad Nacional General (FNG), un término que el Rey mismo acuñó. Bhután, años después, continúa practicando esta política (Pennock, 2004:1).
Durante demasiado tiempo la concepción dominante de “desarrollo” o “bienestar” ha tendido a enfatizar lo cuantitativo sobre lo cualitativo, lo monetario sobre lo no-monetario, el ingreso sobre la profesión decente y gratificante, la competencia sobre la cooperación y lo material sobre lo espiritual (Bracho, 2004). Ya es hora de comenzar a cambiar y a entender que no se debe pasar por alto aquello que no se puedes contar.
No se niega que esto es difícil, porque no se trata sólo de las premisas ideológicas, sino también por la dificultad de convertir la felicidad en un ente medible. Porque aunque se trate de un tópico que requiere un estudio académico considerable, así como de un antiguo tema de debate filosófico, la felicidad es aún un término indefinible. El concepto de felicidad significa diferentes cosas para diferentes personas y es valorado de manera diferente a través de diferentes culturas. Por ejemplo los mexicanos pueden pensar que la felicidad es una meta personal alcanzable, mientras que los japoneses y coreanos comúnmente denigran a la gente que persigue directamente la felicidad, dado que la perciben más como una cuestión de fe que de determinación. Como un medio de explicación, los investigadores sugieren que la gente es más propensa a considerarse feliz si su definición personal de felicidad concuerda con los estándares de su cultura (Pennock, 2004:1).
Teniendo en cuenta que la calidad de vida se define como la percepción del individuo sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones; y que este es un concepto extenso y complejo que engloba la salud física, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias personales y la relación con las características sobresalientes del entorno,
debe trabajarse sobre la construcción de indicadores que permitan medir el grado de satisfacción de la familia respecto a la mejora obtenida y no solo medir indicadores productivos.
Estos indicadores, a modo de ejemplo, deberían medir:
·       Uso del tiempo libre
·       Momentos de ocio creativo compartidos en familia y con familias vecinas
·       Actividades recreativas compartidas en familia y con familias vecinas
·       Actividades espirituales compartidas en familia y con familias vecinas
·       Tiempo destinado a la atención de los hijos
·       etc.

LA ASISTENCIA TÉCNICA

La asistencia técnica debe ser integral y para que esta sea eficiente debe ser brindada por un equipo interdisciplinario, de manera que se pueda llegar a las familias productoras acompañando el proceso tanto en los aspectos técnicos como en los organizativos. Esta asistencia integral debe visualizar la totalidad del sistema productivo y no solamente el o los rubros financiados, ayudando a mejorar tanto la producción de renta como la de autoconsumo, trabajando con toda la familia, ya que las mujeres y los jóvenes son los que llevan adelante la producción para el autoconsumo. La finca es un sistema de producción, de vida, de reproducción social, la que es administrada y trabajada por un sistema familiar; y debe ser entendida como tal.
Por lo tanto, hay que darle la vuelta a los argumentos; para que la asistencia técnica pueda alcanzar ese estado de alegría con la vida, tiene que ser otro el paradigma de asistencia técnica. Asistencia técnica debe significar apoyo técnico y educación rural y no asistencia técnica y transferencia.
Para contribuir a la mayor y mejor difusión de los resultados se debe atender a una mejor coordinación entre quienes están trabajando en una misma zona, ya sea realizando asistencia técnica o llevando adelante ensayos de experimentación. Una mejor coordinación ayudará a ambas partes, con beneficios de sinergia.
Este nuevo modelo significa pasar de la actual concepción de Un técnico = Un grupo a Un equipo técnico = Una zona de trabajo. La integración de estos equipos técnicos zonales debería ser la siguiente:
·       A nivel de terreno:
§  Un técnico de las ciencias agrarias.
§  Un técnico de las ciencias veterinarias.
§  Un técnico social: psicólogo social / sociólogo / antropólogo social.
·       Asistiendo a varios equipos de terreno:
§  Un técnico de las ciencias económicas.
§  Un técnico estadístico
Estos equipos técnicos deben involucrar a todas las instituciones, programas o proyectos que se ejecutan en una misma zona, con lo cual se evita el invertir recursos desde dos frentes para atender a una misma familia, dejando a otras sin atención.
Estas actividades deben ser planificadas zonalmente, ya que esto permite planificar el uso del tiempo y sirve para que los dos actores del proceso de aprendizaje -los técnicos y los productores-, sepan cuales son los temas y/o actividades a tratar o realizar en cada oportunidad.
Este equipo técnico debe mirar la integralidad de la producción, ya que son complementarias, relacionándola con sus pares del grupo e incluso con otros grupos. El lograr un aumento en la producción de los distintos cultivos, y fundamentalmente de los destinados al autoconsumo, le permitirá al productor quedarse en el campo cuando las condiciones de mercado no son favorables para los cultivos de renta.
Es importante lograr un equilibrio entre lo organizativo y lo productivo, ya que un exceso de cualquiera de ellos puede ser peligroso. Apuntar únicamente a lo productivo, puede llegar a producir un impacto a corto plazo, pero que no se vea reflejado a lo largo del tiempo. Si se prioriza lo organizativo, se corre el peligro de que se forme una organización sin base, ya que los productores al no tener un sustento económico que les permita continuar en el campo, deberán emigrar buscando mejores horizontes.
Pero además de dar continuidad a los procesos de asistencia técnica, los técnicos deben estar preparados para dar respuestas a los problemas que el productor no sabe como resolver. Quién trabaja en extensión debe tener una solidez técnica muy importante como para ser referente en distintos aspectos, el técnico debe ser capaz de dar a los productores un marco general de ciertas actividades que desde el punto de vista técnico son indiscutibles a los efectos de tener una producción sostenible y sustentable, de tal manera que los recursos disponibles no se vean afectados por la realización de una mala práctica, pero debe ser el productor quién decida cómo, cuándo y por qué va a usar esa tecnología (Cardozo, s/f:2).
Dicho en otras palabras, para poder enseñar inglés a Juancito son necesarias dos cosas:
  1. Conocer a Juancito; y
  2. saber inglés.
Si se le entrega a un campesino una semilla, este sabrá como hacerla producir; el inconveniente que se le presenta es que no sabe como vender esa producción. Por ello, en la faz comercial, se debe continuar fortaleciendo las experiencias de comercialización, fundamentalmente en los mercados locales, a través de las distintas formas que esta pueda adoptar.
Para ello se debe trabajar en la formación y capacitación de los técnicos, porque las cada vez más debilitadas y desfinanciadas instituciones de asistencia técnica y extensión rural, ya sean públicas o privadas, deben ser apoyadas política y financieramente para que los extensionistas reciban una excelente capacitación, ganen un sueldo compatible con su importantísima misión, sean liberados del exceso de rutinas burocráticas y tengan las condiciones y estímulos para permanecer en el campo y allí dedicarse exclusivamente a capacitar, organizar y movilizar a las familias rurales para que ellas mismas se encarguen de solucionar los problemas existentes en sus fincas y comunidades (Lacki, 1995:12 y ss.).
Por último, se debe desvincular la asistencia técnica de la asistencia financiera, para que esta última no se constituya en un objetivo en sí mismo, perdiendo de vista el sentido educativo que tiene la asistencia técnica, la que debe permitir mejorar la situación de vida del productor mejorando su producción con los elementos que este ya tiene.
El modelo propuesto exige como requisito previo fortalecer, ampliar y volver mucho más eficientes los servicios de asistencia técnica y extensión rural, ya sean públicos o pertenecientes a las ONG’s, cooperativas u otros gremios de agricultores, agroindustrias, o a la iniciativa privada de asesoramiento técnico. Independiente de quienes los auspicien y patrocinen, lo importante es que sus extensionistas tengan real capacidad de solucionar los problemas de los agricultores, muy especialmente de aquella gran mayoría que se desempeña dentro de la escasez de recursos (créditos, insumos modernos, etc.) y de la adversidad físico-productiva (tierras de baja fertilidad, de secano, con relieve accidentado, etc.), y de corregir los errores que las familias rurales cometen no sólo en la etapa de producción sino también en el acceso a los insumos, en la administración de sus predios, en el procesamiento y conservación de las cosechas y en la comercialización de los excedentes (Lacki, 1995:17).

PALABRAS FINALES

Se llega al final de este trabajo, en el cual se han buscado las principales variables que influyen sobre el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos. Pero es importante tener en cuenta que esta calidad de vida que se busca mejorar no se la encontrara solo para los campesinos. Es la sociedad que se debe construir para que se pueda vivir en equidad, se pueda vivir en libertad, se pueda vivir en democracia participativa, se pueda vivir en alteridad cultural, se pueda vivir con identidad; porque se quiere vivir en una sociedad y un mundo donde se pueda ser un ser humano alimentado, nutrido, sano, tranquilo, amoroso, comprometido. A los programas de desarrollo hay que preguntarles, y cada uno debe preguntarse, que se entiende por calidad de vida, que tipo de progreso es el que produce tantas patologías y les quita de la boca el pan de cada día a tantas personas. No solo el concepto de calidad de vida es ideológico sino el propio concepto de desarrollo al que se le ha dado tantos calificativos inútiles: integral, sustentable, local, sostenible, socioeconómico… pero el paradigma, esencialmente, no cambia.
Tal vez se ha equivocado el enfoque y se ha concentrado demasiado esfuerzo en las fincas sin que existan políticas que se preocupen del contexto, no se trabajó la organización, no se trabajó el tejido social, no se empoderó a los dirigentes; se fue cartesianos, fragmentador de la realidad, sectorialista amargado. La lección es dolorosa, pero es necesario entender que las políticas de modernización no actúan sobre un ente abstracto, sino sobre campesinos específicos, sobre personas… negativamente. El progreso que se pregona es un mito, perjudica a las mayorías y favorece a las minorías. La competitividad entre iguales no existe, es como poner al conejo amarrado y al lobo suelto. Y las cosas no son blanco o negro, son blanco y negro, porque hay que pensar el desarrollo como un proceso contradictorio, donde hay ambas cosas, no es lo uno o lo otro. Lo que no se dice es que a nombre del desarrollo se está fortaleciendo un patrón de poder que es el capitalista. Lo que se desarrolla es el capitalismo y como eso es normal, lo que se conoce, lo máximo que se hace es mejorar la situación para que no sean peores los efectos.
Y como una reflexión final, compartida con algunos de los responsables de las organizaciones de productores y de los programas, proyectos e instituciones con las que se ha trabajado en este tiempo, se quiere mencionar que no se debe perder de vista que las necesidades de los productores no son solo productivas ni solo materiales. En los proyectos que se elaboran se hace referencia a este tipo de indicadores porque son los que normalmente manejan quienes los formulan, pero no se debe olvidar que el accionar técnico tiene que atender al ser humano, que trasciende al productor. Y en algún momento deben fijarse como objetivos de los proyectos el que los productores con los que se trabaja sean más felices y no solo que produzcan más.
Finalmente, se quiere dejar a Max-Neef (1986:1 y ss.) las palabras finales de este trabajo: “Hoy es casi un lugar común afirmar que América Latina está en crisis… Al tratar de identificarla con un nombre, nos hemos inclinado por llamarla la crisis de la utopía, porque su manifestación más grave nos parece el hecho de que estamos perdiendo -si es que no hemos perdido ya- nuestra capacidad de soñar. Nos debatimos en un agotador insomnio que nos impide la lucidez imprescindible para enfrentar con vigor e imaginación nuestros problemas. Nos hemos convertido, en cambio, en una especie de somnolientos administradores de una crisis a la que intuimos imposible de resolver por nuestros propios medios. Esta somnolencia en que nos hace desembocar la crisis de la utopía se manifiesta con muchos rostros: el derrotismo, la desmovilización, la abulia, el individualismo exacerbado, el miedo, la angustia y el cinismo”.
“Los campos en los que en el pasado -con o sin éxito- luchamos por nuestras propias causas, hoy nos aparecen como cubiertos de bruma. Nuestras razones se hacen difusas, y los que aún mantenemos una voluntad de lucha, acabamos, sin darnos cuenta, luchando luchas que nos son ajenas. De allí que nuestro primer y desesperado esfuerzo ha de ser el de encontrarnos con nosotros mismos y convencernos además, de que el mejor desarrollo al que podemos aspirar -mas allá de cualesquiera indicadores convencionales que, más que nada, han servido para acomplejarnos- será el desarrollo de países y culturas capaces de ser coherentes consigo mismas”.
“Vivimos y trabajamos una historia que desconoce la sub-historia que la hace posible. De allí que observamos cotidianamente las graves desarticulaciones que se dan entre las actuaciones de las cúpulas políticas y las aspiraciones e impulsos que se desencadenan en los sectores populares. Buscamos justificación para nuestras acciones en los planteamientos o pensamientos que atribuimos a nuestro difunto héroe de turno, sin siquiera percatarnos de la sabiduría del hombre y la mujer que siembran el maíz y que, al compartirlo en la olla común, logran sobrevivir, no por lo que hemos hecho, sino a pesar de lo que no hemos hecho”.

Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 2002 - 2006

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[1] Estén motivados y tengan la auto confianza que son capaces de hacerlo.
[2] Durante la vigencia de la Ley de Convertibilidad, este monto era asimilable a dólares estadounidenses (Ver Nota 37).
[3] Decisión tomada por el Gobierno Nacional en Diciembre del 2001 por el cual no se podían retirar los depósitos bancarios.
[4] Ley implantada en el año 1991, que ataba el tipo de cambio del peso argentino al dólar estadounidense en una paridad de uno a uno. Fue derogada en enero de 2002.
[5] Para la Región Patagónica, atento a las distancias que separan a las diferentes familias, se exige un mínimo de cuatro familias.
[6] Pérez Lindo (s/f:118), sostiene que la amenaza del apocalipsis nuclear ha sido desactivada luego de los acuerdos entre EE.UU. y URSS. El autor considera que si bien una de las potencias ha sido derrotada, la amenaza continúa pendiente, no solo por el armamento nuclear, sino también por el biológico. Manifiesta Galeano (2006:1) que Bush ha declarado que no descarta ningún arma. Por lo tanto tampoco la nuclear. De hecho ha usado armas de destrucción masiva para combatir las armas de destrucción masiva de Irak (que no existían).

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