miércoles, 11 de mayo de 2011

ANALISIS DEL CONTEXTO EN LA REGION NEA

ANALISIS DEL CONTEXTO EN LA REGION NEA[1]
Gerardo Roberto Martínez[2]

INTRODUCCIÓN

La región del Nordeste argentino, compuesta por las provincias de Chaco, Formosa, Misiones y Corrientes, integra el Norte Grande Argentino, juntamente con las provincias de Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Salta y Jujuy. Estas provincias ocupan en forma persistente las posiciones menos favorables en el Índice de Desarrollo Humano; en ellas encontramos los más bajos niveles de ingreso, con una situación de pobreza que limita las opciones de vida que el país debe asegurar a sus habitantes, tal como lo remarcan los indicadores y variables de medición social a nivel nacional. Las diferencias entre las regiones del norte y las del centro – sur del país, en la calidad de la educación, la mortalidad infantil (en particular la producida por causas reducibles), las tasas de sobre-edad escolar y los niveles de empleo y desempleo contrastan con los principios de integración territorial e igualdad de oportunidades para todos los habitantes del suelo argentino consagrados en la Constitución (Ferrario y Bedascarrasbure, 2007:1).
Cuadro N° 1: Hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas – Total del país y provincias del Norte Grande.
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Provincia
Total de Hogares (1)
Hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)
Total
Sin cobertura médica u obra social (2)
Sin provisión de agua en la vivienda (3)
Con piso de tierra en la vivienda (4)
Sin teléfono (5)
% sobre el total de hogares
% sobre el total de hogares con NBI
Total del país
10.075.814
14,3
60,2
50,8
17,6
71,0
Formosa
114.408
28,0
72,0
81,3
50,6
90,4
Chaco
238.182
27,6
73,8
76,5
39,0
90,8
Salta
241.407
27,5
67,1
64,7
41,7
88,1
Santiago del Estero
178.201
26,2
69,8
83,2
52,5
92,3
Jujuy
141.631
26,1
57,1
58,0
37,1
85,8
Corrientes
225.957
24,0
69,2
64,7
37,6
86,2
Misiones
235.004
23,5
67,6
70,5
15,1
88,3
Tucumán
310.787
20,5
57,9
63,4
27,4
84,9
Catamarca
77.776
18,4
51,5
58,3
36,6
84,0
(1) Hogar: persona o grupo de personas que viven bajo el mismo techo y comparten los gastos de alimentación.

(2) Sin cobertura médica privada u obra social: ninguno de los miembros del hogar está afiliado a una obra social ni está adherido a un plan de salud privado o una mutual.

(3) Sin provisión de agua en la vivienda: hogares con abastecimiento de agua dentro del terreno pero fuera de la vivienda o bien si abastecimiento de agua en la vivienda ni en el terreno.

(4) Con piso de tierra en la vivienda: hogares que habitan en viviendas donde el material predominante de los pisos es tierra.

(5) Sin teléfono: los miembros del hogar no poseen teléfono fijo ni celular.

FUENTE: Censo Nacional de Población y Viviendas 2001
Se trata de una sociedad sometida en los últimos cuarenta años a un sostenido proceso de exclusión, con sus puntos más álgidos en la dictadura del ‘66, la  última dictadura y la crisis de 2001. Las transformaciones económicas ocurridas en el país en la década del '90, entre las que se destacan la apertura e integración comercial, la eliminación de subsidios abiertos o encubiertos, la modernización y el cambio tecnológico de la agricultura empresarial, produjeron modificaciones en las relaciones sociales de las cadenas de valor de base agraria. Estos cambios afectaron tanto a la pequeña y mediana producción agropecuaria que por una cuestión de escala, costos y precios relativos evidenció serias dificultades para insertarse competitivamente en la economía, como a los trabajadores rurales que enfrentaron una reducción de sus posibilidades de ocupación y un aumento de la precarización de las relaciones laborales, aspectos que se manifestaron en el deterioro de la calidad de vida (Codutti, 2003:106).
La imagen de la mujer toba chaqueña que hace pocos meses ocupó tapas de diarios y revistas recorriendo el mundo para transformarse en el ícono de la crisis con sus 54 años y 24 Kg. de peso volvió a ser la cara visible de la exclusión; solo signos de una situación endémica en todo el Norte Grande Argentino. Se podría decir que los temores al futuro nacen en el pasado, en lo que pudo ser y no fue, al tiempo que se verifica la realidad de “quienes temen confesar sus miedos y quienes se apropian de ellos y los manipulan” (Ferrario y Bedascarrasbure, 2007:1).

EL MINIFUNDIO EN EL NEA

Las provincias de esta región tradicionalmente han sido muy importantes por la cantidad de campesinos, por la importancia cuantitativa que tienen los pequeños productores. No es casual que una de las experiencias organizativas históricamente más importante que tuvo el sector -como fueron las Ligas Agrarias-, se haya dado en estas provincias.

LA CARACTERIZACIÓN DE LA AGRICULTURA FAMILIAR

Según lo expresado por el Foro Nacional de Agricultura Familiar, la agricultura familiar es una “forma de vida” y “una cuestión cultural”, que tiene como principal objetivo la “reproducción social de la familia en condiciones dignas”, donde la gestión de la unidad productiva y las inversiones en ella realizadas es hecha por individuos que mantienen entre sí lazos de familia, la mayor parte del trabajo es aportada por los miembros de la familia, la propiedad de los medios de producción (aunque no siempre de la tierra) pertenece a la familia, y es en su interior que se realiza la transmisión de valores, prácticas y experiencias.
Se incluye en esta definición genérica y heterogénea distintos conceptos que se han usado o se usan en diferentes momentos, como son: Pequeño Productor, Minifundista, Campesino, productores rurales sin tierra y las comunidades aborígenes.
En el concepto amplio de “Agricultura Familiar” deben incluirse las actividades agrícolas, ganaderas o pecuarias, pesqueras, forestales, las de producción agroindustrial y artesanal, las tradicionales de recolección y el turismo rural.
Como referencia, vale la pena citar la definición de agricultura familiar correspondiente a la Plataforma Tecnológica Regional sobre Agricultura Familiar del PROCISUR, en tanto se trata de una definición consensuada entre equipos técnicos oficiales de los países del MERCOSUR y asociados, la cual en lo esencial no contradice el concepto expresado por el FONAF, aunque está más bien limitada a los aspectos económicos y productivos:
“La Agricultura Familiar es un tipo de producción donde la Unidad Doméstica y la Unidad Productiva están físicamente integradas, la agricultura es la principal ocupación y fuente de ingreso del núcleo familiar, la familia aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige al autoconsumo y al mercado conjuntamente”.

EL SECTOR CAMPESINO

Es positivo pensar desde un comienzo que las unidades campesinas no sólo son parte de un conjunto mas amplio, sino también que tienden a estar “en flujo hacia” o “resistiendo el flujo hacia” otros tipos de unidades productivas que en algo se les asemejan. No obstante la categoría pequeño productor, si bien incluiría esos tipos que están dentro del horizonte de transformación de las unidades campesinas, es aún más amplia y muchas veces incluye categorías que van más allá del campo que se quiere cubrir y excluye otras que se quieren incluir (Murmis, 1980:2).
El término “pequeño productor” está asociado a situaciones de pobreza rural, para lo cual se recurre a una definición relevada por el CNA ‘88, que define como pequeña a una explotación agropecuaria que reúne las siguientes características:
§  El productor la dirige directamente.
§  No utiliza trabajadores remunerados permanentes.
§  No posee tractor o son obsoletos (15 años o más) (Subsecretaría…, 1996:11 y 12).
Conforme a las características que establece el PSA, el pequeño productor minifundista está definido como aquel que:
§  El y su familia realizan trabajos directos dentro de la explotación, estando ubicada dentro de la misma su vivienda permanente;
§  no existe contratación de trabajo asalariado permanente, admitiéndose los casos de contratación de empleo transitorio en momentos picos de trabajo imposibles de cubrir con la mano de obra familiar;
§  no existen otras fuentes de ingresos, exceptuándose los casos de los extraprediales provenientes de remuneración por trabajos transitorios o la elaboración artesanal, no superiores al salario del peón rural;
§  el nivel de ingresos provenientes de la explotación no supera el valor mensual de dos salarios correspondientes al peón agropecuario permanente; y
§  el nivel de capital (mejoras y capital de explotación) de la unidad productiva no supera el equivalente a un tractor mediano (70-80 HP) semiamortizado (PSA, 1998; SAGPyA, 1999:3).

DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA

En la Región NEA se asientan 66.433 EAP´s, que suman 20.006.716,70 hectáreas. La superficie de tierra que poseen los establecimientos agropecuarios en el NEA va desde aquellos que tienen menos de 5 hectáreas (5.319 fincas – 8%), hasta los que superan las 20 mil hectáreas (65 establecimientos – 0,1%).
Cuadro N° 2: Cantidad de EAP's en el NEA y superficie por estrato. Valores absolutos y porcentuales.
Rango superficie (Hectáreas)
EAP's
%
% acumulado
Hectáreas
%
% acumulado
Hasta 10
10.550
15,88
15,88
59.321,70
0,30
0,30
10,1 – 50
28.474
42,86
58,74
771.366,40
3,86
4,15
50,1 – 100
9.119
13,73
72,47
695.200,20
3,47
7,63
100,1 – 200
5.801
8,73
81,20
860.200,00
4,30
11,93
200,1 – 500
5.642
8,49
89,69
1.840.505,60
9,20
21,13
500,1 – 1000
2.935
4,42
94,11
2.102.670,00
10,51
31,64
+ de 1000,1
3.912
5,89
100,00
13.677.452,80
68,36
100,00
TOTAL:
66.433
100,00

20.006.716,70
100,00

Fuente: Elaboración propia, en base a INDEC, CNA 2002
Los datos del Cuadro N° 2 permiten constatar que el 58,74% de las explotaciones (39.024) cuentan con menos de 50 hectáreas. Estas unidades concentran 830.688,10 hectáreas y representan el 4,15% de la superficie total incorporada a las explotaciones agropecuarias con límites definidos.
Las unidades de hasta 100 hectáreas representan el 72,47% de las EAP’s, con solo el 7,63% de la superficie de tierra disponible, mientras que las EAP’s con más de 10.000 hectáreas, que representan el 0,30%, concentran una superficie de 21,72% de superficie de tierra. Esto refleja por un lado la desigual distribución en la tenencia de la tierra, y por otro, la importancia social que tiene la pequeña producción de base agraria en la región NEA.

FORMAS DE TENENCIA DE LA TIERRA

El Cuadro N° 3 muestra el régimen de tenencia de la tierra para el total de las EAP´s del NEA.
Cuadro N° 3: Régimen de tenencia de la tierra por provincia y total país. En valores absolutos y relativos.

Régimen de tenencia
Corrientes
Chaco
Formosa
Misiones
Total país
EAP
%
EAP
%
EAP
%
EAP
%
EAP
%
Propiedad
10.326
67,74
10.624
62,87
7.012
70,39
21.249
76,01
203.391
60,98
Arrendamiento
563
3,69
528
3,12
240
2,41
135
0,48
19.234
5,77
Aparcería
217
1,42
69
0,41
31
0,31
23
0,08
2.220
0,67
Contrato accidental
57
0,37
338
2,00
33
0,33
29
0,10
4.765
1,43
Ocupación con permiso
1834
12,03
2211
13,08
1526
15,32
3219
11,51
26.621
7,98
Ocupación de hecho
481
3,16
574
3,40
459
4,61
2112
7,55
19.941
5,98
Otros
40
0,26
114
0,67
101
1,01
58
0,21
5.092
1,53
Sin discriminar tenencia
36
0,24
17
0,10
84
0,84
116
0,41
3.809
1,14
EAP´s que combinan tierra en propiedad con otras formas
1606
10,54
2348
13,90
432
4,34
932
3,33
46.763
14,02
Otras combinaciones sin tierra en propiedad
84
0,55
75
0,44
44
0,44
82
0,29
1.697
0,51
TOTAL:
15.244
100,00
16.898
100,00
9.962
100,00
27.955
100,00
333.533
100,00

FUENTE: Elaboración propia, en base a CNA 2002.
La precariedad en la tenencia de la tierra es una característica de los pequeños productores. A las situaciones tradicionales de ocupación, con o sin permiso, de tierras fiscales o privadas y las diversas formas de contrato agrario, se suman los adjudicatarios de tierras fiscales con títulos provisorios, las sucesiones indivisas y las explotaciones que carecen de límites definidos, las que en su mayoría pertenecen a productores aborígenes y a criollos.
Esta poca o nula seguridad de tenencia, es una de las causas por la cual los sectores rurales pobres no pueden acceder a –por ejemplo-, créditos hipotecarios para la construcción de sus viviendas u otro tipo de asistencia financiera que exija algún tipo de garantía real.
En la provincia del Chaco, según datos elaborados sobre la base de información provista por PROINDER, solo el 25% manifiesta ser propietario de la tierra, lo que arroja un 75% de productores que no tienen la propiedad de la misma. Según la misma fuente, en la provincia de Formosa solamente el 23% de los campesinos tienen título de propiedad, mientras que el 77% restante ocupa tierras sobre la cual no tienen seguridad dominial, aumentando este indicador al 85% en los departamentos Pilcomayo y Pilagás, donde el 77% de la tierra que ocupan es de aptitud ganadera. En la provincia de Corrientes, el 57% de los pequeños productores no tiene seguridad de tenencia sobre la tierra que ocupan.
Esta situación de falta de seguridad en la tenencia de la tierra impide a los campesinos el invertir en mejoras en el predio; por un lado por la inseguridad mencionada, y por otro, porque para acceder a una fuente de financiamiento que les permita realizar esas mejoras, se les exige ser titular de la tierra, lo que se convierte en un círculo vicioso. Esto hace asimismo que el productor tampoco se vea motivado a realizar un manejo sustentable de los recursos naturales.
La situación de pobreza de los hogares rurales se agudiza en la medida en que aumentan las limitantes agro ecológicas para la producción. Así, los hogares localizados en la región occidental de la región presentan una mayor incidencia de NBI que los hogares localizados en la región oriental. En el primer caso las familias sobreviven en un sistema ecológico frágil, a lo que se suma la menor disponibilidad de servicios de infraestructura social y de apoyo a la producción.

LAS EXPLOTACIONES AGROPECUARIAS POBRES

Cuando se habla de explotaciones pobres con relación al total de las explotaciones agropecuarias, la Región NEA cuenta con el 58,78% de las fincas en este estrato, superando las provincias de Misiones y Formosa la media regional, según los datos del CNA ‘02.
Cuadro N° 4: Participación de las EAP´s pobres en el total de explotaciones agropecuarias del NEA, por provincia.
Provincia
EAP's pobres
EAP's total
% EAP's pobres/EAP´s total
Chaco
7.731
16.898
45,75
Corrientes
8.668
15.244
56,86
Misiones
17.718
27.955
63,38
Formosa
7.066
9.962
70,93
Total NEA
41.183
70.059
58,78
Total país
132.672
333.533
39,78
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Obschatko et al, 2006.

EVOLUCIÓN RECIENTE DE LA ESTRUCTURA PARCELARIA

Para aquellos campesinos que han llegado a situaciones límite, la estrategia de supervivencia es la migración. La búsqueda de un mejor nivel de vida ha desplazado a una buena parte de la población rural fuera de sus lugares de origen (Reynoso López, s/f:2). La crisis de las principales actividades en la región generó que miles de pequeños productores y trabajadores transitorios hayan tenido que emigrar del campo a la ciudad como consecuencia de modelos de explotación de la tierra que los excluyen y los empujan al desarraigo, y ahora malviven en los cinturones de pobreza urbana, asentados sobre antiguos basureros industriales o tierras muertas por la sobreexplotación con agro tóxicos (Rulli, 2000:3). Como es conocido por todos, el éxodo y la movilidad horizontal aparecen en la escena nacional como precipitadores sociales desencadenantes de nuevas crisis; el fenómeno de la migración del campo a la ciudad es la expresión de una tragedia: la imposibilidad de crear riqueza en el lugar de origen (Vargas Llosa, 1993:153).
Cuadro N° 5: Variación en el total de EAP´s. Periodo 1988 – 2002 (Absoluta y relativa).
Provincia
Explotaciones agropecuarias
Variación
CNA 1988
CNA 2002
Absoluta
%
Misiones
28.566
27.955
-611
-2,14
Formosa
12.181
9.962
-2.219
-18,22
Chaco
21.284
16.898
-4.386
-20,61
Corrientes
23.218
15.244
-7.974
-34,34
Total del NEA
85.249
70.059
-15.190
-17,82
Total del  país
421.221
333.533
-87.688
-20,82
FUENTE: Elaboración propia, en base a CNA 2002.
Si tomamos en consideración la variación en la EAP´s pobres en la región (Cuadro N° 6), el porcentaje de disminución fue superior al total del país, mientras que la variación en las provincias de Chaco y Corrientes fue superior a la media regional.
En el total del país, la variación de las EAP´s pobres fue menor que el total, en tanto que en el NEA, esta variación superó al total, lo que se explica por la alta variación que tuvieron las provincia de Chaco y Corrientes; esta última fundamentalmente.
Cuadro N° 6: Variación en el total de EAP´s pobres. Periodo 1988 – 2002 (Absoluta y relativa).
Provincia
Explotaciones agropecuarias pobres
Variación
CNA 1988
CNA 2002
Absoluta
%
Misiones
18.062
17.718
-344
-1,90
Formosa
7.445
7.066
-379
-5,09
Chaco
9.879
7.731
-2.148
-21,74
Corrientes
16.558
8.668
-7.890
-47,65
Total del NEA
51.944
41.183
-10.761
-20,72
Total del  país
163.245
132.672
-30.573
-18,73
FUENTE: Elaboración propia, en base a CNA 2002.
La desaparición de estas fincas fue acompañada por la concentración de tierras en pocas manos. La tendencia actual sigue siendo la desaparición de los productores chicos y la concentración en grandes empresas.
Respecto no solo de los asalariados sino a todas las categorías ocupacionales, el profesor Horacio Giberti comenta: “El campo es fundamentalmente expulsor de población, porque como se tecnifica requiere menos trabajo y por tanto menos población…, mas o menos en 50 años la producción agropecuaria, en cifras globales se duplicó… Pero la población activa agropecuaria, la que verdaderamente trabaja en el campo disminuyó: Pasó de un millón seiscientos mil a novecientos mil”. Según el CNPV ‘01, mientras el número total de habitantes del país aumentó el 11,1% con respecto a 1991, la población rural disminuyó un 7,4%, siendo aún mayor la caída de la población rural dispersa que bajó el 13,8% (Pengue, 2005:2).
Las transformaciones económicas ocurridas en el país en la década del '90, entre las que se destacan la apertura e integración comercial, la eliminación de subsidios abiertos o encubiertos, la modernización y el cambio tecnológico de la agricultura empresarial, produjeron modificaciones en las relaciones sociales de las cadenas de valor de base agraria. Estos cambios afectaron tanto a la pequeña y mediana producción agropecuaria que por una cuestión de escala, costos y precios relativos evidenció serias dificultades para insertarse competitivamente en la economía, como a los trabajadores rurales que enfrentaron una reducción de sus posibilidades de ocupación y un aumento de la precarización de las relaciones laborales, aspectos que se manifestaron en el deterioro de la calidad de vida (Codutti, 2003:106).
Pero, amén de los cambios mencionados en el párrafo anterior, que es un análisis de contexto economicista, se debe marcar que en el mismo periodo hubo un cambio profundo en la institucionalidad pública, donde el Estado se retiró, haciendo que el mercado quede libre como los lobos. Los campesinos con sus viejas estructuras organizativas –y las instituciones que los asesoraban- no pudieron o no supieron dar una respuesta oportuna al contexto, las comunidades empezaron a fragmentarse rápidamente, hubo recortes sociales, la política social pasó por una orientación neoconservadora, las identidades sufrieron el impacto de una modernización excluyente, se debilitó la cohesión social y aumentó el grado de complejidad, que hizo al Estado y la sociedad mas débil para procesar sus demandas crecientes. De ello se deriva, como acumulación de problemas generados en el sistema, impactos negativos en la calidad de vida (Jara, 2005).
La modernización tecnológica observada en el cultivo de algodón, actividad que constituía en el pasado reciente la principal fuente de empleo rural, pone de manifiesto la relevancia de este fenómeno. La zafra algodonera ocupaba en el Chaco, a inicios de la década del '90, a 57.000 trabajadores transitorios. La incorporación de la cosecha mecánica, conjuntamente con la caída del área sembrada registrada en el último quinquenio, produjo una reducción de la demanda a no más de 10.000 trabajadores transitorios.
Este incremento de la tecnología mecanizada produce exclusión social, ya que no hay políticas de empleo, los más vulnerables son los segmentos menos calificados. Si no hay una ampliación del alcance y la extensión de los sistemas de aprendizaje, los expulsados no tienen oportunidad de ingresar al sistema.
Otra característica de la crisis ha sido el surgimiento de un nuevo grupo social rural empobrecido, constituido por los productores familiares que se han descapitalizado y se encuentran endeudados con entidades bancarias y proveedores de insumos y bienes de capital. Este endeudamiento fue impulsado por el propio Estado, quien a través del entonces presidente Menem, prometía que quienes incorporaran tecnología y aumentaran la producción recibirían todo el apoyo del gobierno (Giarraca, 2001:133), de manera que esta situación de endeudamiento fue resultado de políticas concretas: convertibilidad y su consecuente disponibilidad monetaria, aumento o disminución de las tasas de interés, etc. A todo esto se sumaban unas grandes inestabilidades de los mercados internacionales –las crisis de Méjico, la asiática, las de Rusia y Brasil-, los vaivenes de los precios agrícolas, y un Estado que decidió no tener políticas activas para los pequeños y medianos productores; o lo que es igual, un fuerte sesgo en materia de concentración empresarial (Giarraca, 2001:147).
De este modo, al segmento de la pequeña producción de subsistencia se sumó el empobrecimiento de la producción familiar capitalizada, principalmente aquella que basaba sus ingresos en los monocultivos. La pequeña producción mantuvo su tamaño original, mientras que el grupo de los nuevos pobres rurales, al ser más sensible a las variaciones de los ingresos prediales, resulta más dinámico en términos del tamaño de las explotaciones[3]. Este grupo constituye un universo de familias provenientes de otros segmentos sociales, con historias culturales y económicas diferentes, por lo que sus necesidades y demandas conforman un amplio espectro que se traduce en una heterogeneidad de carencias.
Los pequeños productores en situación de pobreza producen en condiciones de escasez de recursos naturales (cantidad y calidad de tierra) y capital, siendo el rasgo fundamental la predominancia del trabajo familiar. Los ingresos familiares se complementan con el desarrollo de actividades extraprediales en explotaciones agropecuarias empresariales y la ocupación transitoria o permanente de algunos integrantes de la familia en centros urbanos. Esto es importante, la multiactividad que desarrolla el núcleo familiar, ya que lo que produce la finca no es suficiente para la reproducción de la familia, de manera que se ven obligados a realizar múltiples actividades. Esto nos indica:
1.       Una nueva estrategia o estructura productiva.
2.       La señal de un proceso de descomposición de la unidad familiar (Jara, 2005).
Analizando la información que brindan los CNA de 1969 y 1988, observamos una disminución del sector minifundista, lo que corrobora lo sostenido anteriormente.
Cuadro N° 7: Involución del sector minifundista en la Región NEA – Periodo 1969/1988
Provincia
1969
1988
Diferencia
%
Chaco
12.319
8.675
3.644
-30%
Misiones
19.017
15.701
3.316
-17%
Corrientes
19.798
18.208
1.590
-8%
Formosa
9.551
9.042
509
-5%
Total
60.685
51.626
9.059
-15%
Fuente: Dirección Nacional de Planificación y Desarrollo Agropecuario. SAGyP, sobre la base de los datos de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1969 y 1988. Extraído de (Basco, 1993).

LA PRODUCCIÓN FAMILIAR

En la República Argentina las unidades de base agrícola familiar aportan al total de la producción del país el 26% de las oleaginosas, el 13% de las legumbres, el 36% de las hortalizas, el 42% de las aromáticas, el 19% de los frutales, el 18% de los bovinos, el 42% de los porcinos y el 49% de los caprinos, muchas veces asociado este ultimo guarismo como indicador de pobreza rural (Pengue, 2005:4).
En el Cuadro N° 8 se puede observar el porcentaje de productores que se dedican a las diversas actividades agropecuarias en la Región NEA
                        Cuadro N° 8: Producción y porcentaje de productores familiares dedicados a la actividad.
PRODUCCIÓN
PORCENTAJE
Apicultura
100
Ganadería caprina
100
Algodón
98
Maní
96
Cebolla
87
Batata
86
Lechuga
86
Melón
85
Ganadería vacuna
79
Pimiento
79
Coreanito
77
Arroz
74
Maíz
73
Soja
44
Sorgo
44
Girasol
39
Trigo
35
Tabaco
27
Te
11
Yerba mate
10
FUENTE: Elaboración propia.
Esto varía según las provincias, y dentro de la provincia, en las distintas eco-regiones. Tomando por caso el tabaco, en la provincia de Corrientes el 50% de las fincas dedicadas a la actividad, cultivan menos de una hectárea.
Los ingresos económicos de los pequeños productores pobres se caracterizan por su precariedad e inestabilidad. Con muy poca tierra, en muchos casos de baja calidad, escasa infraestructura productiva y sin posibilidades de acceso a tecnologías apropiadas, la mayoría sobrevive gracias a una economía de subsistencia dependiente de los ingresos derivados de la venta en el mercado de productos que, en la mayoría de los casos, compiten con los provenientes de la agricultura empresarial. El volumen de producción generado por este estrato puede considerarse marginal desde el punto de vista de su aporte a las economías provinciales pero reviste una gran importancia social debido a la cantidad de familias involucradas para las que representa la provisión de alimentos y su fuente de ingreso monetario (Codutti, 2003:106 a 108).
Si bien desde un punto de vista capitalista, este busca que todos los sectores de la producción le sean funcionales para acumular, aquí tenemos un importante y no tan pequeño segmento poblacional que solamente puede sobrevivir por sus propios medios y desde su propia sabiduría, en un medio difícil, para lo cual las políticas deberían ser afirmadas en otros conceptos de buen vivir o bien vivir, para darle mayor sostenibilidad a esta situación, dignamente.

INTEGRACIÓN A LAS CADENAS DE VALOR

Las modalidades de integración de la pequeña producción a las cadenas de valor se caracterizan por su alto grado de informalidad y marginalidad. Esta situación, atribuible en principio a las diferencias que se observan en las posibilidades de acceso a los mercados, los bajos volúmenes de producción operados y al escaso poder de negociación que ostenta el pequeño productor frente al resto de los actores con los que se vincula en la cadena de valor, se agrava por las dificultades que manifiesta este estrato para actuar dentro del marco normativo vigente en materia impositiva y previsional.
Los mercados a los que concurre la pequeña producción agrícola, en la mayoría de  los casos, se caracterizan por la existencia de una demanda oligopsónica integrada verticalmente, con un fuerte poder de negociación en la definición de las modalidades de venta. Los precios recibidos por los pequeños productores resultan inferiores a los precios vigentes en el mercado para una calidad comercial similar de los productos y también están influenciados por el lugar de entrega y formas de presentación, siendo inferiores cuando los compradores retiran la producción de la chacra.
La vinculación de los pequeños productores con el mercado se realiza, en la mayoría de los casos, a través de comerciantes locales que actúan como proveedores de insumos para los cultivos agrícolas o para el control de la sanidad de los animales de trabajo y de renta en el caso de la actividad ganadera. Las modalidades asociativas para la compra de insumos no están suficientemente difundidas, aunque en los últimos años se han conformado algunos grupos que operan en el contexto de los programas de desarrollo rural que promueven estas figuras como alternativa para la obtención de mejores precios.
La figura del comerciante local ("acopiador bolichero") continúa vigente, aunque su participación en el volumen de productos acopiado ha disminuido respecto a décadas anteriores, desplazado, parcialmente, por los corredores y/o acopiadores privados que operan para firmas establecidas dentro o fuera de la región. Sin embargo, el acopiador local mantiene una incidencia importante en la pequeña producción al actuar como financiador de los gastos de producción y de alimentación de las familias, situación que crea un compromiso de venta futura de la producción y una dependencia con relación a esta figura.
La presencia del "acopiador bolichero" también es importante para la pequeña producción ganadera o para aquellos productores que desarrollan sistemas productivos mixtos en donde uno de sus componentes es la ganadería. En este caso, los carniceros locales representan el principal canal de comercialización debido a los bajos volúmenes operados y, fundamentalmente, por el rol de proveedor de carne u otros productos para la subsistencia de las familias que realizan a lo largo del año.
En ambas situaciones, las transacciones comerciales se realizan al margen de las normativas impositivas vigentes, situación que es usufructuada por los acopiadores estableciendo las modalidades y condiciones de pago y el precio de los productos. La debilidad de los controles sanitarios sobre la faena realizada por los carniceros locales facilita también la operación informal de estos agentes, aspecto que repercute también sobre la salud de la población que consume productos y subproductos de origen cárnico cuya calidad higiénico-sanitaria no está adecuadamente controlada.
Otro mecanismo utilizado por los pequeños productores para vincularse al mercado e integrarse a las cadenas de valor es a través de la figura del acopiador privado. Estos agentes operan para empresas agroindustriales y poseen estructuras de acopio y transporte instaladas en las principales áreas de producción.
La figura del acopiador cooperativo también se encuentra presente en el estrato de la pequeña producción y constituye la principal modalidad de asociativismo para la integración a las cadenas de valor en este estrato.
Con relación a la integración a la cadena de valor forestal, al igual que en los casos anteriores la participación de los pequeños productores es marginal e informal. Sin embargo, el aprovechamiento del monte nativo constituye un componente en la estrategia de subsistencia de las familias, en espacial cuando los precios de los productos de renta son bajos o la producción resulta afectada por contingencias climáticas. La escasa superficie forestal con aptitud maderable controlada por este estrato también incide sobre sus posibilidades de integración formal a las cadenas de valor.
En el contexto anterior, la integración de la pequeña producción a las cadenas de valor es, en la mayoría de los casos, informal y marginal, y no avanza más allá de los primeros eslabones de los diferentes complejos productivos. Una figura que se ha desarrollado en los últimos años es la vinculación directa de los productores con los consumidores a través de las ferias francas, modalidad que ha permitido la venta local de productos hortícolas y granjeros. Asimismo, es importante rescatar las experiencias de elaboración artesanal de productos y subproductos de origen vegetal y animal, aspecto que puede constituir la base para el desarrollo de una pequeña agroindustria rural, como alternativa para la comercialización, la integración a las cadenas de valor, la generación de ingresos monetarios y la ocupación de la mano de obra de las familias (Codutti, 2003:141 y ss.).

OTROS GRUPOS VULNERABLES

La población aborigen regional asciende a 95.000 habitantes aproximadamente, muchos de los cuales son pequeños productores, trabajadores transitorios, recolectores o artesanos y pertenecen a comunidades donde a la pobreza se suma la exclusión y marginación social. En las últimas décadas, acompañando la disminución de las oportunidades laborales en el ámbito rural, se ha registrado una fuerte migración hacia los centros urbanos de la provincia y hacia otras regiones del país, proceso que, en muchos casos, fue alentado por los gobiernos municipales que facilitaban el traslado de las familias.
Uno de los principales problemas que enfrentan los pueblos aborígenes es la presión sobre la tierra y el monte nativo que ejercen otros actores sociales (empresas agropecuarias, permisionarios o productores forestales), situación que originó que la titulación de las tierras que actualmente ocupan pase a constituir una de sus principales demandas, sumada a la recuperación de la lengua y la recreación de mecanismos de cohesión social como estrategia de defensa de sus intereses.
En cuanto a la mujer rural, su participación en el mercado de trabajo rural está condicionada a la realización de actividades como asalariada transitoria en actividades agrícolas, fundamentalmente en el desmalezado y recolección de los cultivos. Asimismo, es reconocida su participación en las actividades vinculadas a la producción para el autoconsumo y la comercialización local de los excedentes. A su vez, cuando la mujer rural constituye la jefa de hogar posee limitaciones normativas para el acceso al crédito, asociadas con el hecho de no ser, en la mayoría de los casos, titular de la tierra, aspecto que se agrega a las dificultades existentes para incorporar el enfoque de género y las estrategias diferenciadas o de discriminación positiva en los programas de desarrollo rural.
Otro grupo vulnerable en el ámbito rural está constituido por los niños y adolescentes pobres que tienen que reducir su período escolar para incorporarse a las estrategias de subsistencia de las familias[4]. Esta opción se traduce en la pérdida de oportunidades para mejorar sus habilidades en el sistema educativo formal e insertarse en un mercado laboral cada vez más exigente en cuanto a conocimientos para operar las nuevas tecnologías. La situación de vulnerabilidad de este grupo se agudiza en las familias cuyas jefas de hogar son mujeres solas, donde constituyen la única fuente generadora de ingresos. También se observa una situación similar en los hogares con adolescentes en donde el jefe/a de hogar posee 60 o más años y son reducidas sus posibilidades de inserción laboral (Codutti, 2003:107 y ss.).

HABITAT E INFRAESTRUCTURA RURAL

Para no abundar en detalles, me referiré solamente a viviendas, caminos y salud.

VIVIENDA

El sector rural pobre se encuentra prácticamente marginado del acceso a una vivienda digna. Más del 90% de las familias que habitan en el sector rural de la región habitan en viviendas inadecuadas, deficientes en el espacio disponible, con grandes carencias en techos, pisos y mampostería, tal como se refleja en el Cuadro N° 9. Las condiciones habitacionales son precarias; la necesidad de una vivienda es una meta postergada y la respuesta del Estado a la demanda se reduce a la construcción de barrios, llave en mano, lo que los obliga a migrar del campo al pueblo o ciudad contribuyendo al éxodo rural. En el caso particular del sector rural pobre, las respuestas han sido poco efectivas, no han tenido continuidad ni sustentabilidad (Antonini y Martínez, 1999:1). Esto trae como consecuencia la promiscuidad, hacinamiento y deficientes condiciones de vida de este sector.
Cuadro N° 9: Condiciones habitacionales de los pequeños productores minifundistas.
o    El 64% de las viviendas tiene menos de dos cuartos.
o    El 80% de las viviendas cuenta con menos de dos dormitorios.
o    El 30% de las familias tiene indicadores de hacinamiento, es decir hay más de tres personas por dormitorio.
o    El 19% de las viviendas tiene techo de materiales precarios (Cartón, caña, paja con barro).
o    El 70% tiene piso de tierra o ladrillo suelto.
o    El 44% de las viviendas tiene las paredes externas de adobe, madera, estera, chapas de metal o fibrocemento, chorizo, cartón o desecho.
o    El 52% de las viviendas no tiene baño o retrete.
o    El 38% tiene la fuente de aprovisionamiento de agua fuera del terreno.
o    El 80% no tiene energía eléctrica.
FUENTE: Elaboración propia.

CAMINOS

El deterioro de los caminos rurales es una de las limitaciones más importantes, según los mismos pobladores rurales. Se estima que para rehabilitar y mantener la red, que en el ámbito nacional cubre casi 549.000 kilómetros, habrá que invertir unos 440 millones de dólares por año. Pero se aclara que esta cifra no contempla la extensión de caminos en zonas deficitarias, como el Nordeste y Noroeste. Según los técnicos que elaboraron este informe, existe una marcada correspondencia entre altos índices de pobreza y baja densidad de caminos, al tiempo que a mayor producto bruto geográfico agropecuario corresponde una más alta densidad de caminos (Testa, 2004).

LA ATENCIÓN DE LA SALUD

En la región se observan desequilibrios entre la oferta de equipamiento hospitalario y la población demandante. A excepción de los hospitales de máximo nivel de complejidad que coinciden con las localidades con mayor cantidad de usuarios potenciales, no se aprecia una relación entre el nivel de complejidad de los hospitales y la cantidad de usuarios. Algunas poblaciones del Chaco con menos de 2.000 usuarios poseen hospitales de Nivel III, mientras que otras localidades con más de 3.000 usuarios no poseen hospitales (Miraflores, La Tigra, El Palmar) o servicios sanitarios privados.
Existe déficit de personal médico y de personal de enfermería hospitalaria. Esta es la mayor carencia con la que se enfrentan los usuarios del servicio hospitalario público. En determinadas áreas la distancia a recorrer para acceder a un hospital (de cualquier nivel) es superior a los 100 km y alrededor del 25% de los usuarios reside a más de 50 km de distancia del hospital más próximo. Las regiones más desfavorecidas en la atención sanitaria son los territorios con baja densidad demográfica, donde a la insuficiente oferta de servicios hospitalarios se suma una exigua red de caminos que dificulta la accesibilidad espacial y temporal.

LAS CAUSAS DEL ÉXODO

Nadie toma una decisión que va a afectar su propio futuro y el de su familia si no tiene una base para tomar tal decisión, y quienes deciden emigrar también tienen sus razones para hacerlo, y estas pueden ser racionales, pero también son emocionales; hay un gran dolor que los mueve a tomar esa decisión para poder sobrevivir. Un informe del Banco Mundial (Testa, 2004) evalúa la precariedad de los caminos rurales, las dificultades en el manejo y gestión de las aguas y la falta de cobertura en servicios como energía eléctrica y agua potable como causas del fenómeno del despoblamiento rural a partir de un dato: en 1991 la población rural era de 4,18 millones de personas; en 2001 se registró un descenso del 37,8%, con sólo 2,6 millones de personas. La dispersión de la población que vive en el campo dificulta la prestación de servicios de infraestructura (el 68% vive a campo abierto).
La falta de una vivienda confortable y de centros asistenciales, la dificultad para obtener agua potable, la irregularidad en la tenencia de la tierra y el déficit de capacitación tecnológica son algunas de las causas de la pobreza rural, según el Banco Mundial.
Sin embargo, existen comunidades donde no hay caminos, ni agua potable, ni todos esos servicios de los que habla el Banco Mundial y la gente no migra. El problema va por otro lado, hay desterritorialización por que se debilitan los cimientos de la reproducción social y el tejido social se fragmenta, y porque llega el mensaje paradisíaco de la ciudad, el nirvana del consumo por la televisión y porque la educación prepara para una sociedad que no es en la que viven los campesinos, etc. El Banco Mundial con sus reduccionismos, plantea soluciones vía inversiones en infraestructura (que normalmente son financiadas por la misma institución, aumentando el endeudamiento de los países), invirtiendo en cosas y no en organización ciudadana y en el empoderamiento de los campesinos y en la capacidad de gestión (Jara, 2005).

LOS PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN

El trabajo con productores campesinos estuvo vinculado en las décadas del ‘60 – ‘70, al trabajo realizado por las ONG`s, muchas de ellas vinculadas con la Iglesia Católica. Y a partir del regreso de la democracia a nuestro país, comienzan a implementarse algunos programas o proyectos, algunos de alcance local, como los proyectos que se desarrollaron a partir de 1989 través de la Unidad de Minifundio del INTA, y otros de alcance regional, como el Programa de Crédito y Apoyo Técnico para pequeños productores del noreste argentino, financiado por el BID – FIDA, y que se desarrolló en Misiones, Corrientes y Formosa. Al finalizar este, comenzó a ejecutarse el Programa de Desarrollo Rural para el Noreste argentino (PRODERNEA).
A partir de 1993 comenzó a implementarse el Programa Social Agropecuario y en el 2000 el PROINDER, únicos programas de alcance nacional para los productores minifundistas.
Tomemos solamente la información de productores asistidos por el PSA, para ver el alcance del mismo.
Cuadro N° 10: Beneficiarios del PSA. Región NEA
PROVINCIA
POBLACIÓN
BENEFICIARIOS PSA
% COBERTURA
Corrientes
8.668
3.110
36%
Misiones
17.718
3.270
18%
Formosa
7.066
2.400
34%
Chaco
7.731
3.198
41%
TOTAL REGIÓN NEA:
41.183
11.978
29%
Fuente: Elaboración propia sobre la base de PSA, 1998
Los números de productores atendidos por el PSA -repito, único programa de alcance nacional-, nos muestra que casi un 70% de la población rural pobre del NEA continua sin atención. Y el PSA solo atiende la faz productiva, mientras que las necesidades de los productores minifundistas son mucho mayores. Mencionamos tenencia de la tierra, vivienda, caminos, electricidad, y nada dijimos de la educación, de la salud, de la recreación, de la religiosidad; aspectos todos ellos muy importantes y que deben ser tenidos en cuenta en un modelo de desarrollo con equidad.

CONCLUSIÓN

El modelo de producción campesina sostenible hace uso de métodos de producción de bajos insumos. Los campesinos dependen de su experiencia histórica con sus recursos locales (agua, tierra, clima, variedad de animales y plantas) y son capaces de producir la cantidad y calidad optima de alimentos con poco o ningún recurso externo. Los productos son cultivados principalmente para sus familias o para consumidores de la misma región. Esto asegura el contacto y la transparencia entre campesinos y consumidores. El acceso a la tierra y a su propiedad es el mejor incentivo para productores individuales para preservar y mejorar la fertilidad del suelo. Este modelo es de labor intensiva y la producción está ligada al suelo (Vía Campesina, 2002:1).
Hemos visto las carencias que tiene este sector, y en este sentido, se hace necesario diseñar un proyecto de desarrollo agropecuario que contemple al pequeño productor como un actor viable para el aparato productivo.
En su Plan Estratégico Institucional 2005 – 2015, el INTA plantea que en nuestra historia nos acompañó siempre la discordancia de dos concepciones de país divergentes. Una de ellas es la concepción de país chico. Postura que varía en el adjetivo según épocas, pero que se mantiene inmutable en tres ejes sustantivos: espacio, conocimiento y organización. 
En el espacio se encorseta a la Argentina en un puerto y en una llanura fértil. En el desarrollo del conocimiento, se la limita al indispensable para realizar la explotación de sus ventajas comparativas estáticas.  Y en la organización, se la circunscribe al gerenciamiento llevado a cabo por grupos minúsculos, asociados generalmente a intereses fronteras afuera.
La otra mirada  tiene que ver  (y ve) al país grande. Esta concepción percibe que si la Argentina tiene una superficie de 3.761.274 km2, si posee 9 regiones geográficas diferentes, si dispone de un litoral marítimo de 4.650 kilómetros,  si cuenta con una población educada de más 36 millones de habitantes organizados en  24 gobiernos autónomos y 2112 municipios..., la Argentina es entonces un país de dimensiones continentales. ¿Porque entonces  confinar su espacio productivo a la pampa húmeda? ¿Porque limitar su conocimiento a la agricultura tradicional? ¿Por qué darse una organización bajo el sesgo de la exclusión que beneficia a pocos mientras amputa al resto del cuerpo social?  (INTA, 2004:2)
Es con esta concepción que a los proyectos de intervención gestados a través del Programa Federal de Desarrollo Rural[5], se creó en el seno de la institución el Centro de Investigación para la Agricultura Familiar, con tres institutos dependientes (NEA: Laguna Naineck; NOA: Hornillos; y Pampeana: Pereyra Iraola), en los cuales se genera conocimiento y tecnología para la agricultura familiar, a través del rescate de saberes y del trabajo articulado entre instituciones.
A través del Decreto 571/2008, se creó la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, en el ámbito de la SAGPyA, cuyos objetivos son:
·         Elaborar, coordinar y ejecutar políticas, planes y programas para el desarrollo rural, atendiendo a las necesidades específicas de los diversos actores, regiones y sectores agroproductivos.
·         Identificar, diseñar y ejecutar políticas y programas que atiendan las necesidades específicas del sector de la agricultura familiar.
·         Coordinar la elaboración de propuestas de políticas de desarrollo agropecuario y la formulación y seguimiento de proyectos sectoriales con financiamiento interno y/o externo.
·         Diseñar y proponer políticas de desarrollo sectorial, regional y rural, compatibilizándolas con las políticas macroeconómicas y sociales y la gestión sustentable de los recursos, coordinando la preparación de planes, programas y proyectos de inversión.
·         Asistir al señor Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos en la coordinación y ejecución de los distintos programas de intervención sectorial, territorial y social; en los temas vinculados al financiamiento externo; en su vinculación con el Consejo Federal Agropecuario y en su relación con los Gobiernos Provinciales en la materia de la competencia de esta Subsecretaría.
·         Supervisar la ejecución de acciones tendientes a impulsar la modernización, reconversión, complementación y diversificación de las economías regionales, tanto en la producción primaria como en la cadena agroindustrial asociada.
·         Coordinar las tareas relativas al funcionamiento del Registro de la Agricultura Familiar.
El desarrollo rural no debe ser entendido solo como una obligación del Estado Nacional, sino que debe ser potenciado desde las provincias, con un enfoque descentralizado, focalizando el accionar en el sector de pequeños productores minifundistas, pero sin olvidar otros sectores carenciados del medio rural, como son los trabajadores transitorios agropecuarios y los obreros rurales.
Los municipios deben apoyar y defender la producción local, comprando en su propia zona, y a sus propios pobladores los alimentos que utilizan en los comedores escolares, en los comedores infantiles, en las cajas que se distribuyen a los carecientes de cada localidad.
El desarrollo debe generarse desde lo local, donde todos los actores involucrados puedan realizar sus aportes, priorizando a los sectores que producen, venden y compran en el mercado local, movilizando de esta manera la economía de los pueblos del interior provincial. En este ámbito, lo agrario tiene una marcada importancia, ya que lo primero que debe buscarse es el autoabastecimiento alimentario de la zona de influencia, y para ello cada pueblo, cada municipio, debe darse un programa de seguridad alimentaria, con sus pequeños productores y su mercado local. Esto tiene vital importancia en la alimentación y como consecuencia, en la salud.
Y hay que ser muy cuidadosos de no estar conservando la pobreza para poder trabajar con ella. Seamos promotores del cambio, estando constantemente alertas. Resolviendo la pobreza, consolidando una AF que sea protagonista del desarrollo nacional y regional lograremos generación de empleos y excedentes que resuelvan los proyectos familiares y las aspiraciones de este segmento de la sociedad.

Presidencia de la Plaza (Chaco); julio de 2008


BIBLIOGRAFÍA

o    ANTONINI, Bárbara Elina y MARTÍNEZ, Gerardo Roberto 1999 Construcción de Viviendas Para Pequeños Productores. Mimeo. Corrientes.
o    BASCO, Mercedes Caracciolo de 1993 Hacia Una Estrategia de Desarrollo Rural en la Argentina. IICA. Buenos Aires.
o    CRAVIOTTI, Clara 2001 La Focalización en el PROINDER. SAGPyA. DDA. PROINDER. Serie Documentos de Formulación 4. Buenos Aires.
o    DIRECCIÓN DE ESTADÍSTICA Y CENSOS 1999 Corrientes en cifras 1999. Subsecretaria de Planeamiento de la Gobernación. Corrientes.
o    ETA PSA Corrientes 1999 Régimen de Tenencia de la Tierra de los Productores Minifundistas en Corrientes. Mimeo.
o    GONZÁLEZ DIEZ, Amparo y MAGGIO, Andrea 2003 Palabras campesinas. INTA. Buenos Aires.
o    NASIF, Carlos E. (2000) Los Números de la Crisis. En La Nación - Sección 5, pp. 1 y 5. Buenos Aires, 11-03-00.
o    OBSCHATKO, Edith S. de; FOTI, María Del Pilar y ROMÁN, Marcela 2006 Los Pequeños Productores en la República Argentina – Importancia en la producción agropecuaria y en el empleo en base al Censo Nacional agropecuario 2002. IICA - SAGPyA. DDA. PROINDER. Serie Estudios e Investigaciones 10. Buenos Aires.
o    PROINDER - PSA 2000 Relevamientos de información familiar (F - 1). SAGPyA- Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. UP Chaco Programa Social Agropecuario.
o    PSA 1998 El Programa Social Agropecuario. 5 años de política social con pequeños productores minifundistas. SAGPyA. Buenos Aires.
o    RULLI, Jorge Eduardo 2000 Carta Abierta al Secretario de Medio Ambiente. Grupo de Reflexión Rural. 16 de Noviembre del 2000. Buenos Aires.
o    SUBSECRETARIA DE VIVIENDA 1996 Hábitat Rural y Pequeña Producción en la Argentina. Situaciones de pobreza rural y pequeña producción agraria. Secretaría de Desarrollo Social. Presidencia de la Nación. Facultad de Agronomía. Universidad Nacional de Buenos Aires.
o    VARGAS LLOSA, Álvaro 1993 La Contenta Barbarie. Colección Documento. Editorial Planeta. Barcelona.
o    INTA 2004 Plan Estratégico Institucional 2005 - 2015. Buenos Aires; Diciembre de 2004.


[1] Documento presentado en el Encuentro Regional de radios y comunicadores del NEA “Comunicación para el cambio, un compromiso de todos”, organizado por FARCO y realizado en Resistencia, el 16 y 17/07/08.
[2]Referente Región NEA del Programa Social Agropecuario.
[3] En el Chaco el segmento que mayor caída tuvo fue el de 50 a 100 hectáreas.
[4] En el departamento Presidencia de la Plaza, el porcentaje de desgranamiento escolar en el nivel primario de las escuelas rurales es de 72,42% (CEPRODER, 2006:112).
[5] Incluye los proyectos de la Unidad de Minifundio, el Proyecto para Agricultores Familiares, Cambio Rural y Pro Huerta.

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