En
el devenir de la historia de cada localidad, suceden hechos aciagos que luego
la memoria popular transforma en sucesos heroicos, cuando en realidad son
tragedias que llenaron de tristeza a la comunidad donde ese hecho ocurrió.
Almacen de El Palmar, situo donde ocurrió la tragedia (Fotografía del autor, 21/12/2016). |
“Cinco
sirenitas te llevarán / por caminos de algas y de coral / y fosforescentes
caballos marinos harán / una ronda a tu lado”, dice la zamba que Ariel Ramírez
y Félix Luna compusieron en recordación a la poetisa Alfonsina Storni, que se
suicidó en 1938 en Mar del Plata, saltando al agua desde una escollera, aunque,
según la canción, se internó lentamente en el mar.
“Y
desde entonces las cuatro bocas / son muy sagradas en el lugar / y las tres
cruces son milagrosas / la de Taitá, Olano y Cambá”, escribió Mario Millán
Medina, según parece, para referirse a un hecho de sangre sucedido hacia la
década de 1930 en el departamento correntino de Goya.
En
el paraje El Palmar, en el Lote V de Colonia Pastoril, en el departamento
chaqueño de Presidencia de la Plaza, el 17
de marzo de 1963 sucedió también sucedió un hecho trágico; uno más de los
tantos que ocurrieron en la zona. En esa ocasión, recordada como la masacre de
El Palmar, en una gresca entre vecinos murieron cuatro personas del lugar.
Lo
que se relata corresponde a diferentes entrevistas realizadas a personas que
aseguran haber sido testigos del hecho o que dicen tener versiones de primera
mano sobre el mismo, por lo que no se puede asegurar la total veracidad de los
mismos, ya que, como dice Jorge Luis Borges en El tiempo “La memoria es
individual. / Nosotros estamos hechos, / en buena parte, de nuestra memoria. /
Esta memoria está hecha, / en buena parte, de olvido”.
Dicho
la anterior, se piden disculpas por errores que pudieran existir en el relato, aclarando
que no se ha recurrido a ninguna fuente documental y, por lo tanto, pueden existir
otras versiones de los hechos, versiones que serán agradecidas si pueden
enriquecer esta historia.
Los
protagonistas fueron cuatro amigos, según relata Valentín Ramírez en su chamamé
“La historia de Lote 5”, hermanos dos de
ellos.
Félix
Liva, hijo de José Liva y Lucía Serafini, era nieto y bisnieto de inmigrantes
friulanos llegados en marzo de 1878 a Colonia Resistencia; su padre, José,
había llegado de El Zapallar (hoy General José de San Martín) en 1917,
instalándose en la zona que hoy se conoce como El Palmar y que durante mucho
tiempo fuera conocida como Cañada Liva. Era hermano de Clemente y Ernesto; su
esposa, de apellido Obregón, era
hermana de la esposa de su hermano Ernesto.
“Pichón” o “Tincho” ¿Martín? Ramírez era
hijo de Justino Ramírez, un correntino de San Luis del Palmar que a los quince
años se afinco en la zona de El Palmar, trabajando con Sixto Liva, quien con su
sobrino José habían llegado en 1917. La madre de Ramírez era Justa Benítez, quien,
desde Saladas, había llegado en 1918 con su madre. Era hermano de Eraclio “Gallego”
Ramírez, que en la portada del disco de su sobrino Valentín aparece
fotografiado frente al local donde sucedió el tiroteo, siendo mencionado como
el único sobreviviente del suceso, aunque ningún testimonio rememora que estuviera
allí presente.
Los
hermanos Pilar, Santo y Restituto Navarro vivían con su madre; esta
aparentemente era viuda al momento de los hechos. Otro protagonista fue un
señor de apellido Barrios, un paraguayo entrado en años, afincado en la zona,
quien se dedicaría a realizar changas.
La
noche anterior, sábado 16 de marzo, hubo baile en la zona. Y al día siguiente,
a la madrugada, en el almacén de Félix Liva, quien tenía el negocio ubicado
frente a lo que ahora es la capilla de San Cayetano, carnearon un animal, como
lo hacían todos los domingos, para abastecer de carne fresca a la por entonces
numerosa población. Al finalizar la carneada, hicieron una fritada de carne
para desayunar, encontrándose presentes Liva, Ramírez, Restituto Navarro y
Barrios.
El
viejito Barrios estaba molestando y Liva, que era muy delicado, lo saco para
afuera y le pegó con una goma; entonces Navarro fue a defenderlo para que no le
pegue, aduciendo que la noche anterior habían estado todos juntos en el baile,
compartiendo, y no había ahora motivos para andar peleando, entonces Liva le
pegó con la misma goma.
Otras versiones dicen que a quien le
estaban pegando era a Restituto, porque alguno de los presentes tenía la
costumbre de darle de tomar y emborracharlo, para luego reírse de él. Restituto
le dijo a una persona que pasaba que fuera hasta la casa, para avisar a sus
hermanos que “Liva le estaba jugando”. El enviado cumplió su cometido, pero los
dos hermanos estaban durmiendo, porque recién habían llegado del baile de la
noche anterior y no quisieron levantarse para ir, porque decían que no era
bueno volver a levantarse y salir nuevamente. Pero la madre les insistió: “A su
hermano le están jugando y ustedes están durmiendo”. Entonces Santo se levantó,
agarró el revólver y dijo: “Yo voy, pero no sé si vuelvo”; con su hermano Pilar
se fueron en bicicleta.
Santo
tenía una fusta en la mano y, al llegar, Ramírez salió a recibirlo, este tenía un
Smith and Weston colt 38 de cachas blancas de hueso, pero no alcanzó a sacarlo,
porque Navarro le disparó una bala por el ojo. También cuentan que Ramírez siempre andaba con un teyuruguay al hombro,
cuando empezó el tiroteo cayó muerto sin haber podido agarrar el látigo.
Hay quienes aseguran que cuando Ramírez
vio que llegaba Santo con la bicicleta y una fusta, salió y lo empujó de la
bicicleta; este cayó y desde el suelo le disparó un tiro en la frente. Otra
versión asegura que cuando Santo llegó, tiró la bicicleta y sin decir palabra
le disparó a Ramírez.
Al
salir Restituto, desde el interior del almacén le disparan por la espalda,
cayendo de frente y muriendo en el acto. Se dice que el maestro Gómez estaba en el lugar, porque allí alquilaba
una pieza y fue él quien disparó para matar a Navarro, pero testigos aseguran
que este se encontraba en Presidencia de la Plaza, lugar al que iba todos los
fines de semana y que el autor de ese disparo fue Liva.
Santo
Navarro murió de cuatro puñaladas y Félix Liva recibió dos disparos. Cuando
terminó el tiroteo, llegaron varias personas, entre ellas Valentín Ramírez,
sobrino de uno de los muertos, a quien Félix le dijo: “Vayan a buscar a Cleme y
Ernesto (sus hermanos), me han pegados dos tiros”. Este fue llevado al hospital
de Presidencia de la Plaza, muriendo el 20 de marzo de 1963, a las 646
hs, según figura en la placa ubicada en el cementerio de esta ciudad. Fue el
único de los heridos que no murió el mismo día.
Cuando
llegó Chacho Ramírez, su hermano estaba boqueando y al tocarlo vio que tenía el
revólver, se lo sacó justo cuando llegaba la policía y se lo quitaron. Luego el
comisario López hizo que se lo devolvieran, lo llevó a Buenos Aires cuando
estaba enfermo y lo dejó en la casa de su hijo, quien dijo que los hijos lo
perdieron.
Pilar
Navarro, hermano de Santo y Restituto, también participe del tiroteo,
sobrevivió al mismo.
Años
más tarde, Valentín Ramírez, testigo tardío del suceso, escribió el chamamé
titulado “Historia de Lote 5”:
En Presidencia de la Plaza,
allá por el Lote Cinco,
era un día domingo
del año sesenta
y tres
Yendo por Ruta Siete
camino al Palmar,
allí supo suceder
una historia
fatal.
Se enfrentaron cuatro amigos
por razones desconocidas,
era Tincho Ramírez
junto a Félix
Liva.
(Recitado)
No es leyenda ni
es un cuento,
es la pura
realidad;
cuenta mi música
en su canto
tierra adentro
de mi Chaco
una historia singular.
No hay consuelo
en las familias,
amigos y
conocidos
no se pueden
explicar,
tanta tragedia
enlutando
mi viejo pago El Palmar
Enfrentan a dos hermanos
que como fieras venían,
se armó una balacera
que nadie lo
comprendía.
Era Santo Navarro
y su hermano Restituto,
al fin de esa contienda
El Palmar queda
de luto.
Mueren los cuatro amigos,
ya nada se pudo hacer,
pero nadie presentía
lo que iba a
suceder.
Llega Ernesto Liva
y su hermano Clementino,
fue tan grande el desconcierto
que nunca echaré
al olvido.
Lamenta la población
esa inmensa tragedia,
un doloroso final
ocurrido en esa
tierra.
Han transcurrido casi seis décadas de este
trágico suceso y aún es recordado en la zona. Volviendo a tomar las palabras de
Borges, quien asegura que nuestros recuerdos son recuerdos de recuerdos, tal
vez lo que acá se cuenta no responda realmente a la verdad, ya que los testigos
presenciales del hecho acontecido no están para contar que fue lo que realmente
pasó. Pero quedan las consecuencias trágicas y dolorosas de un hecho que
enluteció y lleno de dolor a toda una comunidad, una comunidad que pocas horas
antes había estado compartiendo la alegría de un baile y que horas más tarde
tenía que llorar a sus vecinos muertos.
Quizá
sea momento propicio para reflexionar sobre la violencia que existe latente en
nuestras comunidades, momento para reflexionar que dejarse llevar por los
impulsos puede acarrear dolores de los cuales nunca podremos reponernos,
recordando a quienes ya no están. Momento para reflexionar que errores del
pasado no justifican seguir cometiéndolos, sino que hay que asumirlos para
poder superarlos y enmendarlos.
Un
momento para recomenzar a construir una comunidad fraterna.
Gerardo Roberto
Martínez
General José de San
Martín (Chaco); 17/03/2020
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