LA GESTIÓN DEL DESARROLLO
En un
escrito anterior decía que no es posible adivinar el futuro, pero planificar es
comenzar a construirlo. Mencionaba también que Presidencia de la Plaza, que reconoció
épocas brillantes en sus parajes y colonias rurales, hoy parece estar muriendo:
los pobladores rurales abandonan sus tierras para ir a malvivir a los
cinturones periurbanos, el crecimiento urbano se da por la migración rural. En
relación a los departamentos vecinos, en el periodo intercensal 2001 – 2010 Presidencia de la Plaza creció solo el 1,84%, menos que Sargento Cabral (+4,88%), 25 de Mayo (+4,35%) y General Dónovan (+1,85%), por encima de Tapenagá (-2,2%) y compartiendo con él los cuatro últimos
lugares de la tabla a nivel provincial (junto a 2 de Abril y Bermejo).
Así como
antaño hubo un Estado que promovió el afincamiento de un tipo de población
expulsando a otro, hoy sucede algo similar, con la diferencia que no se afinca
nadie, los dueños de las tierras están en otro lado, no en su tierra.
Las políticas relacionadas con el desarrollo rural y la conservación de
la biodiversidad deben contemplar entre sus objetivos primordiales, el asentamiento
de la población para poder mantener un mundo rural vivo, diversificado y
sostenible. La recuperación y conservación de los espacios naturales no se
puede realizar sin considerar la mirada de los pobladores y sin fomentar una reflexión
que señale la importancia de su compromiso con la tarea. La acentuada desmejora
de la calidad de vida de la población en contextos rurales de la zona, la
desvalorización de las formas de producción familiares ante el avance del
sistema agrícola potenciado desde el modelo de desarrollo urbanístico, son las
principales causas de la destrucción sin precedente del medio rural. Ante dicha
situación, es imperioso realizar trabajos para conocer cuáles son los recursos
agrarios de interés e intentar recuperarlos y conservarlos, junto al
conocimiento agrícola asociado a dichos recursos.
En consecuencia, la
gestión para el desarrollo de un territorio se concibe en relación a cuatro
dimensiones básicas: la económica, vinculada a la creación, acumulación y
distribución de riqueza; la social y cultural, referida a la calidad de vida, a
la equidad y a la integración social; la ambiental, referida a los recursos
naturales y a la sustentabilidad de los modelos adoptados en el mediano y largo
plazo; y la político institucional, vinculada a la gobernabilidad del
territorio y a la definición de un proyecto colectivo específico, autónomo y sustentado en los propios actores locales. Ello
lleva a considerar necesario rescatar el proceso histórico de ocupación del
territorio, la constitución de sus grupos sociales y sus formas de organización
social y política, los principales movimientos sociales, migraciones, conflictos,
manifestaciones culturales, ambiente
natural y recursos, sistemas agrarios y acceso a la tierra, formas de producción
y comercialización, en el sentido de percibir de qué forma estos aspectos se
interrelacionan y son procesados por los actores sociales, atribuyéndoles
significados que indiquen pertenencia territorial.
El territorio en
sus distintas escalas, es una construcción humana cuyas expresiones espaciales
se derivan de un legado histórico, y se visibilizan en un
entramado de relaciones en constante reconfiguración, por la dialéctica multiescalar de procesos políticos, económicos y
sociales que tienen lugar en el presente. Es por esto que resulta
urgente el enfrentar en manera decidida las causas estructurantes de la misma
que en buena medida se concentran en la desigualdad social, que es lo mismo que
decir, en la falta de oportunidad para todos. Oportunidad para ejercer el
derecho a una calidad de vida digna, a un empleo, a un techo, a una
alimentación adecuada y a unos servicios sociales básicos, pero sobre todo
oportunidad para ser distintos sin temor a ser estigmatizados, que es lo mismo
que decir violentados.
La ausencia de un proyecto de desarrollo departamental claro y consecuente
se trata de compensar con una administración de la crisis, lo cual, si se
piensa al desarrollo como un problema teórico y práctico, demuestra serias
deficiencias en el pensar de los actores estatales, y más aún, en el
pensamiento social y económico. Para revertir este proceso expulsor, se hace
necesaria una gestión asociada con los sectores públicos y privados, construyendo
conjuntamente una visión estratégica del departamento, proyectada en el mediano
y largo plazo, evitando que Presidencia de la Plaza se convierta en una isla.
Se necesita una gestión con un fuerte compromiso social a favor de los
más desprotegidos. Una gestión con políticas activas de promoción social,
basadas en la inclusión y la generación de oportunidades. Una gestión solidaria
y con la comunidad organizada. Hace falta que en el departamento se analice la
gestión del territorio desde un enfoque integral y un abordaje multidisciplinario.
Una gestión sostenible en el tiempo será aquella que entienda al territorio
como una realidad compleja y heterogénea cuyo desarrollo armónico resulta
esencial.
Una gestión que se plasme en obras concretas para los vecinos,
consensuadas con los vecinos. Equitativamente distribuidas, en el marco de una
planificación proyectada en el mediano y largo plazo, pensada desde una óptica
que fortalezca tanto las identidades de la ciudad, los parajes y colonias, como
la inserción en un esquema de desarrollo e integración regional.
Una administración eficaz se alcanza con un Estado que conduzca,
represente y articule, y con funcionarios idóneos dedicados a la gestión. Pero
nada de esto bastaría sin una administración organizada y al servicio de las
necesidades y requerimientos del vecino. Es necesario gestionar nuevas formas de
democracia participativa, como forma de acercar el poder y la toma de decisiones
a los ciudadanos, gestionando el municipio con planificación estratégica,
abarcando todas las demandas ciudadanas en forma integral, que van desde lo
económico, pasando por lo productivo, cultural, educativo, recreacional, etc. Para ello
se necesita un Estado Municipal que sea un impulsor activo del desarrollo
integral del departamento, convirtiéndose en el promotor de políticas
productivas, culturales, sociales y educativas, que posicionen a Presidencia de
la Plaza en el lugar privilegiado que está llamado a ocupar.
Gerardo Roberto
Martínez
Presidencia de la
Plaza; 20 de Febrero de 2015
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