viernes, 20 de febrero de 2015

LA GESTIÓN DEL DESARROLLO



LA GESTIÓN DEL DESARROLLO
En un escrito anterior decía que no es posible adivinar el futuro, pero planificar es comenzar a construirlo. Mencionaba también que Presidencia de la Plaza, que reconoció épocas brillantes en sus parajes y colonias rurales, hoy parece estar muriendo: los pobladores rurales abandonan sus tierras para ir a malvivir a los cinturones periurbanos, el crecimiento urbano se da por la migración rural. En relación a los departamentos vecinos, en el periodo intercensal 2001 – 2010 Presidencia de la Plaza creció solo el 1,84%, menos que Sargento Cabral (+4,88%), 25 de Mayo (+4,35%) y General Dónovan (+1,85%), por encima de Tapenagá (-2,2%) y compartiendo con él los cuatro últimos lugares de la tabla a nivel provincial (junto a 2 de Abril y Bermejo).
Así como antaño hubo un Estado que promovió el afincamiento de un tipo de población expulsando a otro, hoy sucede algo similar, con la diferencia que no se afinca nadie, los dueños de las tierras están en otro lado, no en su tierra.
Las políticas relacionadas con el desarrollo rural y la conservación de la biodiversidad deben contemplar entre sus objetivos primordiales, el asentamiento de la población para poder mantener un mundo rural vivo, diversificado y sostenible. La recuperación y conservación de los espacios naturales no se puede realizar sin considerar la mirada de los pobladores y sin fomentar una reflexión que señale la importancia de su compromiso con la tarea. La acentuada desmejora de la calidad de vida de la población en contextos rurales de la zona, la desvalorización de las formas de producción familiares ante el avance del sistema agrícola potenciado desde el modelo de desarrollo urbanístico, son las principales causas de la destrucción sin precedente del medio rural. Ante dicha situación, es imperioso realizar trabajos para conocer cuáles son los recursos agrarios de interés e intentar recuperarlos y conservarlos, junto al conocimiento agrícola asociado a dichos recursos.
En consecuencia, la gestión para el desarrollo de un territorio se concibe en relación a cuatro dimensiones básicas: la económica, vinculada a la creación, acumulación y distribución de riqueza; la social y cultural, referida a la calidad de vida, a la equidad y a la integración social; la ambiental, referida a los recursos naturales y a la sustentabilidad de los modelos adoptados en el mediano y largo plazo; y la político institucional, vinculada a la gobernabilidad del territorio y a la definición de un proyecto colectivo específico, autónomo y sustentado en los propios actores locales. Ello lleva a considerar necesario rescatar el proceso histórico de ocupación del territorio, la constitución de sus grupos sociales y sus formas de organización social y política, los principales movimientos sociales, migraciones, conflictos, manifestaciones culturales, ambiente natural y recursos, sistemas agrarios y acceso a la tierra, formas de producción y comercialización, en el sentido de percibir de qué forma estos aspectos se interrelacionan y son procesados por los actores sociales, atribuyéndoles significados que indiquen pertenencia territorial.
El territorio en sus distintas escalas, es una construcción humana cuyas expresiones espaciales se derivan de un legado histórico, y se visibilizan en un entramado de relaciones en constante reconfiguración, por la dialéctica multiescalar de procesos políticos, económicos y sociales que tienen lugar en el presente. Es por esto que resulta urgente el enfrentar en manera decidida las causas estructurantes de la misma que en buena medida se concentran en la desigualdad social, que es lo mismo que decir, en la falta de oportunidad para todos. Oportunidad para ejercer el derecho a una calidad de vida digna, a un empleo, a un techo, a una alimentación adecuada y a unos servicios sociales básicos, pero sobre todo oportunidad para ser distintos sin temor a ser estigmatizados, que es lo mismo que decir violentados.
La ausencia de un proyecto de desarrollo departamental claro y consecuente se trata de compensar con una administración de la crisis, lo cual, si se piensa al desarrollo como un problema teórico y práctico, demuestra serias deficiencias en el pensar de los actores estatales, y más aún, en el pensamiento social y económico. Para revertir este proceso expulsor, se hace necesaria una gestión asociada con los sectores públicos y privados, construyendo conjuntamente una visión estratégica del departamento, proyectada en el mediano y largo plazo, evitando que Presidencia de la Plaza se convierta en una isla.
Se necesita una gestión con un fuerte compromiso social a favor de los más desprotegidos. Una gestión con políticas activas de promoción social, basadas en la inclusión y la generación de oportunidades. Una gestión solidaria y con la comunidad organizada. Hace falta que en el departamento se analice la gestión del territorio desde un enfoque integral y un abordaje multidisciplinario. Una gestión sostenible en el tiempo será aquella que entienda al territorio como una realidad compleja y heterogénea cuyo desarrollo armónico resulta esencial.
Una gestión que se plasme en obras concretas para los vecinos, consensuadas con los vecinos. Equitativamente distribuidas, en el marco de una planificación proyectada en el mediano y largo plazo, pensada desde una óptica que fortalezca tanto las identidades de la ciudad, los parajes y colonias, como la inserción en un esquema de desarrollo e integración regional.
Una administración eficaz se alcanza con un Estado que conduzca, represente y articule, y con funcionarios idóneos dedicados a la gestión. Pero nada de esto bastaría sin una administración organizada y al servicio de las necesidades y requerimientos del vecino. Es necesario gestionar nuevas formas de democracia participativa, como forma de acercar el poder y la toma de decisiones a los ciudadanos, gestionando el municipio con planificación estratégica, abarcando todas las demandas ciudadanas en forma integral, que van desde lo económico, pasando por lo productivo, cultural, educativo, recreacional, etc. Para ello se necesita un Estado Municipal que sea un impulsor activo del desarrollo integral del departamento, convirtiéndose en el promotor de políticas productivas, culturales, sociales y educativas, que posicionen a Presidencia de la Plaza en el lugar privilegiado que está llamado a ocupar.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza; 20 de Febrero de 2015

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