LOS MILAGROS NO EXISTEN, ES LA POLÍTICA
Muchas cosas hemos perdido a partir del golpe de 1976, entre ellas, el valor de la militancia, el compromiso con la comunidad, el debate de ideas. Y en esto mucha responsabilidad les cabe a los golpistas, pero también a los sucesivos gobiernos democráticos que no supieron / no quisieron / no pudieron lograr que en la Argentina se debatan ideas. Siento que una de las cosas que muestran el triunfo del capitalismo neoliberal sobre nuestras conciencias y sobre nuestra capacidad de lucha es la poca importancia que se da a la reflexión y al debate (no dogmatico) de los problemas que aún aquejan al pueblo argentino.
En los últimos años muchas cosas empezaron a cambiar, aunque no todos nos demos cuenta que Argentina está cambiando. Y esto también es porque muchas cosas faltan seguir cambiando. Como militantes de este proyecto nacional y popular no nos avergüenza reconocer que nos faltan muchas cosas, porque estamos orgullosos de las cosas que se han logrado en la última década.
Uno de esos logros, tal vez el más importante, es que hemos empezado a debatir nuevamente en la sociedad. Debatimos sobre ideas y no sobre personas; a pesar que muchas personas, tal vez carentes de argumentos, ante la defensa de este modelo de país que estamos gestando, solo le quede por expresar que esa defensa “la haces porque sos K”.
Los debates transfieren poder a los ciudadanos; son espacios donde se reconstituyen las relaciones para el logro del bien común.
Y para dar el debate en serio, sin dogmatismos, es necesario formarse e informarse. Ningún argentino honesto, mayor de 45 años, puede decir que estamos viviendo en una dictadura; todo argentino mayor de 45 años sabe lo que es vivir en una dictadura.
Ninguna persona bien informada y honesta puede decir que en Argentina no hay libertad de prensa. Recordemos que en el periodo 1976 /1983 hubo 112 periodistas desaparecidos y/o asesinados. Durante el periodo democrático iniciado en 1983 hubo, lamentablemente, dos periodistas asesinados: Mario Bonino y José Luis Cabezas, para quienes seguimos pidiendo justicia.
Ninguna persona bien informada y honesta puede decir que en la Argentina de los últimos 8 años se haya reprimido la protesta social; no se puede hablar ligeramente de “siguen los muertos”. Venimos de un gobierno que empezó su mandato en 1999 con dos muertos asesinados por la Gendarmería Nacional en la calles de Corrientes, y que se fue dos años mas tarde dejando más de treinta muertos por la represión a lo largo y ancho del país. Y no olvidamos a Darío Santillán y Maximiliano Kostesky, muertos en Puente Pueyrredon en el año 2002.
No todo es igual en Argentina. Hoy los chaqueños podemos pasar por Margarita Belén sin que nos duela la impunidad por la masacre del ’76. Actualmente hay 842 personas procesadas y 296 que fueron juzgadas (desde 1983 hasta ahora) por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado; 266 fueron consideradas culpables y 30 fueron absueltas. Todavía hay 12 debates orales y escritos en trámite, en los que se juzga a 118 acusados, y para los próximos meses se espera que se inicien otros ocho juicios que involucran a 60 procesados[1]. Y no solo se está juzgando a los responsables de estos crímenes contra la humanidad, sino que se está avanzando además en juzgar a las empresas que se favorecieron con esa dictadura.
Otro logro importante es recuperar la militancia. Muchos jóvenes que participan en los partidos políticos, en las organizaciones sociales, dan cuenta de ello.
Y entre las cosas que están cambiando, pero que debemos seguir profundizando esos cambios, se encuentra el trabajar por transformar esta democracia representativa por una democracia mucho más participativa. La gente, las organizaciones, deben empoderarse y deben hacer escuchar sus reclamos, deben hacer escuchar sus propuestas, deben comprometerse activamente con la vida de su comunidad.
Y podemos seguir enumerando los logros obtenidos en estos últimos años, con la conducción del Estado por parte de un gobierno que ha hecho de la ampliación de derechos una bandera de gestión[2]. Dice José Larralde que “Cuando no se quiere ver / no hay más que cerrar los ojos, / pero no es bueno a mi antojo / ser ciego por voluntad, / castiga más la verdad / en rancho que usa cerrojo.”
Y es una pena que much*s argentin*s cierren los ojos para no ver. Y se pierdan de ver la fiesta de los que han vuelto a sentirse visibles en un país que hace apenas 8 años los había dejado afuera de toda esperanza posible. Se pierdan de ver las plazas colmadas de alegría, y con el odio visceral sostengan que los que van a celebrar lo hacen porque les pagan.
Analizar cuántos quedan afuera de esta alegría sería caer en soberbias miserables. Sobre todo porque los pueblos no se equivocan. Pueden confundirse conducidos por cipayos disfrazados de ovejas, pero siempre reconocen los verdaderos liderazgos. Porque los líderes no se visten de pueblo, son el pueblo.
La verdad no tiene alternativas, siempre busca ir por más verdad. Triste el que decida quedarse afuera. Triste el que decida cerrar los ojos para no ver y los oídos para no escuchar.
Triste. Se pierde la fiesta de construir entre todos un país mejor.
24 de diciembre de 2011
[1] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-184130-2011-12-24.html
[2] Los invito a leer “Papá Noel no existe, es la política”, en: http://www.megafon.com.ar/. Y agradezco muchas de las ideas que aquí comparto.
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