jueves, 10 de noviembre de 2011

UN MODELO DE DESARROLLO HUMANO - UNA SOCIEDAD A LA MEDIDA DEL HOMBRE


“Es de importancia capital el no denigrar ni degradar la naturaleza humana” (Montesquieu).

INTRODUCCIÓN

En la clase presencial que tuvimos con el Prof. Pérez Lindo el 17 de Junio de 1999, en el marco de la Maestría en Desarrollo Social, hemos visto que para construir una sociedad es requisito necesario contar con:
1.    Un modelo de acumulación;
2.    Un modelo de organización social;
3.    Un modelo político; y
4.    Un modelo cultural.
Diferentes sociedades, a lo largo de la historia, han intentado construir un modelo de sociedad haciendo hincapié en uno de estos puntos, y desde él, definir el modelo de desarrollo. Así lo griegos antiguos se ubicaron en el modelo cultural, con lo que construyeron una sociedad que tantos aportes hizo a la humanidad. Pero al pretender expandir este modelo al resto del mundo (a los “bárbaros”), fueron destruidos.
Pol Poth, y sus Kmer Rouge, quisieron implantar en Camboya un modelo de organización social, destruyendo las ciudades y marchando hacia una sociedad campesina, matando en el intento a quienes se oponían a ello. Lo que comenzó como el intento de formar una sociedad agraria termino convirtiéndose en un Estado terrorista.
Fue Montesquieu quien definió la organización política, al separar los poderes del Estado, lo que permite tener un árbitro a quien acudir, frente al hasta entonces poder omnímodo del Rey. Carlos Marx y la mayoría de los liberales sostienen que al resolver el modelo de acumulación (para alegría de los economistas), se resuelven todos los demás problemas.

HACIA UN MODELO DE DESARROLLO HUMANO

En la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo, que sea realmente humano, debemos tomar los cuatro modelos vistos anteriormente, y proyectarlos hacia una nueva dimensión, donde los mismos se vean suprimidos, conservados y superados (Samaja, 1996:354). En este esfuerzo debe la ciencia, el arte y la religión hacer sus aportes a la política, a la economía, a la tecnología. Este modelo de desarrollo, que debe proyectarse desde las bases de la humanidad, “hacia un estado en el que el hombre, poseyendo ya por completo su campo de acción, su fuerza, su madurez y su unidad, llegará por fin a ser una criatura adulta. (...) Y entonces, en un acto en el que se resumirá el trabajo de los siglos, en un acto en fin y por primera vez totalmente humano, intervendrá la justicia y todo será renovado” (Teilhard de Chardin, en Luzzi, 225). Cuando logremos “implantar en el corazón del hombre el respeto por sus semejantes, los hombres lograran crear eventualmente un sistema político, social y económico que consagre este respeto” (Saint-Exupery, en Niel, 373).
“Solo en nuestro siglo la gente comprendió que es posible cambiar el mundo. Si los hombres asumen esta tarea con plena conciencia no atentaran contra sus propios intereses, no crearan una sociedad de robots mecanizados y autómatas prefabricados, sino que bregaran por el contenido humano de la sociedad futura” (Sviták, 46).

EN EL NIVEL LOCAL

Los aportes para la construcción de este modelo se hacen partiendo desde lo local, por ser el ámbito de mayor relacionamiento humano, donde se pueden hacer los mejores aportes, y se puede controlar lo que se planifica. En un nuevo modelo de desarrollo, se debe tener en cuenta el gobierno local, con la participación de todos los sectores de la comunidad, y desde allí proyectarnos al gobierno provincial, regional, nacional e internacional. La democracia debe dejar de ser representativa, para ser una democracia participativa. El derecho a ejercer el gobierno es un derecho de cada ciudadano, tal como lo establece el Artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Así como nadie puede alimentarse viendo comer a otros, y nadie mejora su salud viendo hacer deportes a otros, así tampoco nadie puede delegar en otros el derecho a gobernar la comunidad, entendiendo por esta a la cuadra, el barrio, o el paraje.
Asimismo, el desarrollo debe generarse desde lo local, donde todos puedan hacer sus aportes. En este ámbito, lo agrario tiene una marcada importancia, ya que lo primero que debe buscarse es el autoabastecimiento alimentario de la zona de influencia. Esto tiene vital importancia en la alimentación, y como consecuencia, en la salud. Si somos lo que comemos, y queremos ser sanos, tanto de cuerpo como de espíritu, nuestros alimentos deben provenir de la propia zona donde vivimos. La humanidad evolucionó comiendo lo que encontraba a su alrededor, así los europeos desarrollaron una cultura carnívora, los hindúes una vegetariana y los esquimales se alimentaban básicamente de grasa (Lang, 277 y ss.). De nada vale querer ser vegetarianos en el Chaco, y alimentarnos de manzanas de Río Negro, de uvas mendocinas, o bananas ecuatorianas. Se debe producir cada vez más y mejor, pero no a costa de hipotecar el futuro. La ciencia debe ayudarnos a producir en equilibrio con el medio ambiente; debemos saber aprovechar la fuerza de la naturaleza a nuestro favor.
“En los países subdesarrollados, los campesinos, a quienes Marx consideraba mas o menos impermeables al fermento revolucionario y entregados a ‘la estupidez de la vida rural’, desmintieron la validez de este juicio” (Senghor, 78), por ello es importante rescatar los valores de lo agrario, de la ruralidad, en un modelo de desarrollo a escala humana.
La industrialización de los productos también debe realizarse dentro de la misma zona, de forma que el valor agregado quede en el lugar de producción. En Francia, un cerdo para ser manufacturado, no recorre mas de sesenta kilómetros desde su zona de producción. Nos basta con ir a un mercado, para ver la distancia que recorren los productos que consumimos. Si nuestro alimento es artificial, nuestra humanidad será artificial, y una humanidad artificial, no será humana.

EL APORTE DE LA CIENCIA

Podemos analizar como las distintas culturas “han generado conocimiento para evolucionar, y como este conocimiento ha ido surgiendo fundamentalmente de la observación de la vida, de su relación con la naturaleza. Quizás la ciencia moderna ha olvidado sus raíces. El hombre moderno se encuentra hoy ‘prisionero de si, y en la superurbe de cemento, prisionero de la ciudad de multitudes anónimas, casi sin más relaciones que las funcionales de la maquina productiva, administrativa y de consumo, en un ciclo reiterado. Aquí la tierra es vista como mera naturaleza material, objeto de relaciones económicas, en orden al tener. Casi todo parece funcionar bien en las sociedades industrializadas de avanzada. Pero el hombre no anda bien como las maquinas. No está satisfecho. Siente una difusa angustia, un vago miedo. Ha ensuciado la naturaleza y sembró de chatarra el cielo. Dañó la tierra. Y en cuanto a los vínculos interhumanos, ha matado al padre y no tiene madre con quien casarse, según el esquema freudiano. Busca establecer vínculos con los hermanos, pero la historia de Caín parece no haber terminado’” (Boasso, 1983:49 y ss.).
Debemos avanzar, a través del diálogo intercultural, en la construcción de un nuevo tipo de ciencia que sepa escuchar las necesidades de aquellos que no pueden hacer llegar sus inquietudes porque económicamente, o mejor dicho, monetariamente no tienen importancia; una ciencia que una la razón con el corazón, la lógica con la poesía. Debemos avanzar en la construcción de una sociedad que sepa respetar los derechos de quienes menos tienen, por que la ciencia no puede dejar de lado a vastos sectores por el solo hecho de no tener importancia económica monetaria. Una ciencia que excluya la generación de ciertos conocimientos por que van a ser destinados a los sectores más pobres, no merece llevar ese nombre.
En este modelo de desarrollo, “las verdades y los descubrimientos científicos deben empezar por dejar de ser simples instrumentos de la codicia. Entonces los obreros no serán explotados, y las maquinas se convertirán en una ayuda, antes que en un obstáculo. Aspiro a la limitación de la maquinaria, no a su erradicación” (Gandhi, en Bose, 122).
“Los descubrimientos científicos y técnicos han provocado una declinación de los antiguos valores religiosos, morales y sociales. Como dijera Jacques Ellul, barrieron del mundo a lo sagrado. Lamentablemente, el hombre santificó la tecnología. No la trata como un medio capaz de humanizar la vida, sino que se convirtió en un fin en sí misma” (Niel, 367). Debemos lograr que la respuesta a la pregunta formulada por Schudolski, “¿Siempre existirá un conflicto entre el hombre y el mundo creado por los hombres?” (50), la respuesta sea no. “El sentido práctico de toda crítica debe consistir en reclamar un control racional del progreso tecnológico y la anulación de sus consecuencias negativas, inhumanas. Así se podrá colocar a la tecnología en el plano que le corresponde, o sea el de un medio importante para la liberación y realización del hombre, y no el de un fin en sí misma” (Markovic, 114).
La ciencia tiene un aporte importante para hacer, ya que debe ayudar a sentar la base del nuevo orden, a la vez que avance en el control de los males que aquejan a la Humanidad. Pero esta ciencia, puesta al servicio del Hombre, no debe generar exclusión. Con el Proyecto Genoma Humano, que estaría finalizado para el 2001, se podrán prevenir o curar muchos males que aquejan a la humanidad, males complejos y frecuentes, como la esclerosis múltiple, el cáncer, la hipertensión y la esquizofrenia. El Doctor Francis Collins afirmó: “Estos descubrimientos nos pondrán en posición de diseñar programas de medicina individualizados, porque la gente sabrá cuales son sus principales riesgos y mantendrá una vigilancia médica acorde con eso” (Wade, 1999:12). Sin embargo, esto también traerá aparejado que aquellos que quieran tener un hijo con un modelo preestablecido, podrán hacerlo, en la medida que cuenten con los recursos necesarios para hacerlo. Así tendremos una sociedad divida entre hijos “previamente programados genéticamente”, e hijos “del azar”. “La humanización de la ciencia y la tecnología constituye una condición básica para encarar los problemas globales y para diseñar un nuevo curso de la civilización” (Pérez Lindo, 123).
“El bienestar, la cultura del trabajo, el modo de acumulación, el uso del tiempo libre, el modo de aprender y de enseñar y muchas otras cosas estarán cada vez mas determinadas por las innovaciones científico-tecnológicas. Esto quiere decir que en gran medida un nuevo modelo de desarrollo mundial deberá apelar a la movilización solidaria de los recursos de la actividad científica y tecnológica. Lo que podríamos resumir en un modelo de desarrollo inteligente y solidario. Esto quiere decir que el nuevo contrato social depende del reparto solidario de los recursos inteligentes. Algo que no siempre asumen los movimientos progresistas y que los detentores del poder científico-tecnológico no están dispuestos a compartir” (Pérez Lindo, 120).
Se debe recuperar, validar y enriquecer el saber que existe en las sociedades campesinas, para no seguir perdiendo tantos valores, tantos saberes, tanta filosofía. Debemos recuperar los mitos populares, rastrear su origen y darle su validez científica, para construir una ciencia que englobando a los anteriores métodos para fijar creencias, los supere, superándose a sí misma. Debemos construir una ciencia para la vida, no para la muerte. Los tristes acontecimientos que está viviendo Europa[2], y con ella el mundo entero, nos siguen mostrando que los esfuerzos continúan volcándose a la destrucción, no a la construcción.

EL TRABAJO

Puedo decir, como Joseph Conrad, que “no me gusta el trabajo - a nadie le gusta- pero sí me atrae la esencia del trabajo: la posibilidad de hallarse a sí mismo. La propia realidad -para sí y no para otros- lo que ningún otro hombre podrá conocer jamás” (Cf. Bottomore, 428).
“Robert Owen, y especialmente Fourier, destacaron... otro aspecto del trabajo, como necesidad psicológica del individuo, como elemento de su educación, como medio de autoexpresión, y como vinculo con otros hombres. Fourier arguyó que los hombres son creadores y activos por naturaleza, y que es posible hacer mas atrayente y agradable el trabajo que reclama la sociedad, para lo cual, en primer término, hay que armonizar mas estrechamente las ocupaciones con los gustos e inclinaciones individuales, y, en segundo término, introducir variaciones en la naturaleza del trabajo recurriendo a cambios de ocupación en el curso de la jornada” (Bottomore, 429). “Los métodos de producción modernos nos han dado la posibilidad de la paz y la seguridad para todos; hemos elegido, en vez de esto, tener trabajo de sobra para algunos e inanición para otros. Hasta aquí hemos continuado siendo tan activos como lo éramos antes que hubiese maquinas; con ello hemos sido unos necios, pero no hay razón para seguir siendo necios por siempre” (Russell, 283).
“El hombre se realiza como hombre sólo al realizar la naturaleza, al transformarla a su medida, y al convertirse en creador de cultura, de civilización” (Senghor, 75). “(Los animales) solo producen bajo la presión de necesidades físicas directas, en tanto que el hombre produce cuando está libre de necesidades físicas y solo produce verdaderamente cuando no lo subyugan estas necesidades…. Los animales solo construyen obedeciendo las normas y necesidades de la especie a la que pertenecen, en tanto que el hombre sabe como producir según las pautas de todas las especies y sabe como aplicar la pauta apropiada a un objeto. Así, el hombre también construye obedeciendo las leyes de la belleza” (Marx, en Senghor, 75).
“Lo primero que distingue al arquitecto mas incompetente de la mejor de las abejas consiste en que el arquitecto ha construido un celdilla en su cabeza antes de plasmarla en la cera. El proceso de trabajo termina con la creación de algo que, al comenzar dicho proceso, ya existía en forma ideal. Lo que sucede no consiste simplemente en que el trabajador introduce un cambio de forma en los objetos naturales; al mismo tiempo, en la naturaleza que existe independientemente de él, realiza su propia intención, la intención que dicta la ley a sus actividades, la intención a la que ha de subordinar su propia voluntad. Y esta subordinación tampoco constituye un acto momentáneo. Durante todo el curso del trabajo debe materializarse no solo el esfuerzo de sus órganos corporales, sino también su voluntad intencional, que se manifiesta en forma de atención” (Marx, en Senghor, 81).
“Hoy, todo trabajo pesado que pueda realizar una maquina es ejecutado mejor por esta; en estos tiempos, ‘pesado’ es generalmente sinónimo de tedioso y repetitivo, ya sea en la fabrica o en la oficina. Pero en todo ser humano palpitan profundamente el instinto de artesanía, la necesidad de sentirse útil, el deseo de realizar. Los trabajos que encuentra la mayoría de la gente no satisfacen todos estos requisitos. La dedicación total al tipo de empleo que generalmente se consigue, ya sea en fábricas u oficinas, ha sido radicalmente desplazada por la tecnología. La emancipación del hombre respecto de tareas indignas de la capacidad humana debería liberar esta capacidad para una multitud de actividades que se encuentran descuidadas en nuestra civilización: la enseñanza y el aprendizaje, la investigación científica fundamental, las artes escénicas y gráficas, la literatura, la artesanía, la política y el servicio social. La característica de estas actividades consiste en que implican la relación mutua entre personas mucho mas que entre personas y objetos. Es notorio que no son actividades productivas, y tampoco son lucrativas en el sentido estricto de la palabra” (Piel, en Tittmus, 425). Pero si logramos disminuir el tiempo de trabajo, a la vez que podemos también planificar las actividades par el tiempo libre, podremos progresar espiritualmente, y materialmente se podrá lograr que más personas tengan acceso al trabajo.
Debemos esforzarnos en construir “un mundo donde nadie se vea obligado a trabajar más de cuatro horas al día, (donde) todo hombre que sienta inquietudes científicas podrá satisfacerlas, y todo pintor podrá pintar sin morirse de hambre, no importa lo muy excelentes que puedan ser sus cuadros. Los escritores jóvenes no se verán obligados a llamar la atención sobre si por medio de sensacionales chapucerías, hechas con miras a obtener la independencia económica que se necesita para las obras monumentales, y para las que, cuando por fin llega la oportunidad han perdido la capacidad y el gusto. El hombre que en su trabajo profesional se interese por alguna fase de la economía o la administración, será capaz de desarrollar sus ideas sin el apartamiento académico, que hace aparecer carentes de realismo las obras de los economistas universitarios. Los médicos tendrán tiempo de aprender acerca de los progresos de la medicina; los maestros no lucharan desesperadamente para enseñar por medios rutinarios las cosas que aprendieron en su juventud, y que en el intervalo han podido resultar falsas” (Russell, 282).
Si el trabajo que realizamos no es capaz de brindarnos esas satisfacciones al espíritu, tan necesarias como las satisfacciones materiales, nunca será un derecho, tal como lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sancionada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948, en su Artículo 23 inc. 1 que dice que “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”. Si no logramos esas satisfacciones, el trabajo será un deber, una obligación, pero no un derecho.

LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

Otro punto importante a tener en cuenta en la elaboración de un modelo de desarrollo humano es el de la contaminación ambiental y el recalentamiento global, temas importantes y que han sido incorporados a la agenda internacional, si no queremos que “el hombre desaparezca gloriosamente enterrado por las maquinas de contaminación que creo” (Hedstrom, 9). Sin embargo, no se debe olvidar otros tipos de contaminación, no menos importantes, como es la contaminación de la miseria. Miles de niños que mueren de hambre, o como consecuencia directa del hambre, deben llamar la atención. La pregunta que Dios hizo a Caín “¿Qué has hecho de tu hermano?” (Gn 4, 9) nos debe seguir interpelando. Si no ponemos nuestros mejores esfuerzos en superar estas miserias, la sangre de nuestros hermanos seguirá clamando justicia. Se debe “llevar la bioética al plano de las biopolíticas, (esto) significa admitir que las amenazas mas graves a la calidad de vida en la actualidad se encuentran en los procesos de pauperización, de exclusión social y de subalimentación que padecen mas de mil millones de personas” (Pérez Lindo, 121).
Debemos tomar conciencia que hemos llegado, como humanidad, al borde del abismo. Hoy, como nunca antes en la historia, asistimos al doble peligro de la destrucción de nuestra casa común, de nuestro planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear o por el desastre ecológico. Si no volcamos nuestros esfuerzos en construir una ciencia para la vida, rescatando los valores de aquellos que ayudan a continuar la vida, asistiremos al triste cumplimiento de la profecía que Aureliano Babilonia descifró en los pergaminos de Melquíades (García Márquez, 1989:360): “Las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Para tener la oportunidad de seguir habitando este planeta, junto con una humanidad sin excluidos ni excluidores, “es necesario considerar las responsabilidades de las clases dominantes, a través de la historia, en la depredación de la naturaleza, señalando claramente, que el sistema capitalista, desde la primera revolución industrial del siglo XVIII ha provocado los desastres ecológicos más significativos y que solamente el hombre podrá superar la crisis ambiental en un nuevo tipo de sociedad (...) que se base en una planificación ambiental” (Hedstrom, 10) que nos permita gozar de aire puro, agua pura, medio ambiente puro.

LA EDUCACIÓN

Debemos hacer realidad lo expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “toda persona tiene derecho a la educación”, y “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana” (Art. 26, inc. 1 y 2).
Para ello, la educación debe empezar  a partir de nuestra propia historia, de nuestra propia realidad, y desde allí proyectarnos al mundo, haciendo los aportes que puedan enriquecer la cultura universal. “Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de la sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse, a este respecto, que muchas naciones, económicamente pobres, pero ricas en sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación” (Gaudium et Spes, n. 15).
“Se debe educar a los jóvenes para que desarrollen libremente sus cualidades personales y debe esforzarse por cambiar la antigua estructura de las relaciones humanas. Una vez que estas relaciones se hayan hecho fraternales y productivas (colectividades pequeñas y responsables, grupos de trabajo, autonomía de los trabajadores), no habrá por qué temer al uso de las tecnología, pues ésta se hallará controlada por la razón, por la amistad, por el rechazo de la alienación por la necesidad de una vida creadora y por el amor a la cultura. Entonces la tecnología contribuirá a la prosperidad de un sistema (…) plenamente humano” (Niel, 375).
“La principal capacidad a desarrollar es la posibilidad de que cada escuela encuentre sus propias estrategias, elabore sus propios proyectos institucionales, administre crecientes recursos, contextualice contenidos y técnicas pedagógicas, genere mecanismos de participación comunitaria, etc. Todo ello con el objetivo de garantizar que sus alumnos accedan a aquellos valores, conocimientos y competencias que el conjunto de la sociedad definió como necesarios para que todo ciudadano esté en condiciones de alcanzar una participación social plena” (Filmus, 1998:82).

EL ESTADO

“Frente a los desafíos de la globalización y a las amenazas de los nuevos poderes transnacionales (mafia, narcotráfico, corporaciones neocoloniales, etc.) el Estado Nacional sigue siendo la garantía para que exista una sociedad justa” (Pérez Lindo, 1999:11). El Estado es lo único que tienen aquellos que poco o nada tienen. Los pobres van a curarse a los hospitales del Estado, sus hijos van a aprender a las Escuelas públicas; la esperanza de tener el acceso a una vivienda más confortable esta puesta en los planes de vivienda del Estado.
Esto no significa crear un todopoderoso estado que ahogue las riquezas de las individualidades. “En los países comunistas, la ‘dictadura del proletariado’ (…) convirtió al Estado en un monstruo omnipotente, sin alma, que ahogó las libertades naturales del ser humano y secó las fuentes del arte, sin el cual la vida no es digna de ser vivida” (Senghor, 79). Tampoco debemos olvidar “que las sociedades capitalistas reconocen jurídicamente la igualdad y la libertad de todos los ciudadanos ante la ley y el derecho de todo individuo a expresar libremente sus ideas. Sin embargo, la desigualdad económica reduce esta equidad y la libertad del individuo a una categoría exclusivamente formal, porque los ciudadanos de esa democracia están divididos en una minoría de ricos y una masa de trabajadores relativamente pobres, y por que dicha pobreza despoja a la masa de trabajadores de la posibilidad de disfrutar verdaderamente de las libertades reconocidas por la ley, y de aprovechar efectivamente el derecho a expresar sus ideas en forma pública. En una oportunidad, Anatole France dio una definición famosa: La ley reconoce a los millonarios y a los vagabundos el mismo derecho a dormir debajo de los puentes de París” (Goldmann, 59). “‘Sin alimento, vestido, abrigo y educación, no hay igualdad ante la ley y la ley es el estado de derecho y el estado de los derechos’. Sin equidad social tendremos democracias políticas de ‘baja intensidad’ o de ‘baja calidad’” (González Bombal y Krotsch, 12).
En la conformación de este nuevo “Contrato Social no (se) puede obviar su referencia a un estado social de derecho que garantice los derechos humanos, un nivel de productividad económica que permita superar la pobreza y la exclusión, y una idea de ciudadanía moderna que supere el liberalismo. Ciudadano no es solo aquel individuo que vota y puede valerse a sí mismo sino y sobre todo quien tiene la capacidad de crear y recrear el orden social por medio de la cooperación”. Y “la cooperación no se alcanza sino cuando los ciudadanos son capaces de ‘ternura’, de una vivencia del ‘otro’ como parte indisociable de un ‘nosotros’. No hay ciudadanía ni cooperación sin una simpatía por el ‘otro’ que haga de él un semejante y no alguien ajeno cuya suerte y destino nada nos compete”. “La comunidad es aquello que se puede compartir, lo que incluye, por que no es posible compartir lo que excluye” (González Bombal y Krotsch, 11 y ss.).
 “El  Contrato Social por advenir debe hacer del siglo XXI el siglo en el que el ideal de la igualdad de oportunidades se concrete finalmente”, en el que “las sociedades descubren una nueva fuente de energía social: la solidaridad orientada por una lógica del don, del desinterés... Frente a este ‘descubrimiento’ se plantean preguntas de difíciles respuestas” (González Bombal y Krotsch, 12).
En los últimos años “se ha verificado una tendencia hacia una mayor participación de las ONG´s pero también se constata que se carece de mecanismos formales para lograr impactar en políticas públicas y hacer que las decisiones no se tomen a puertas cerradas para la ciudadanía” (González Bombal y Krotsch, 15). En muchos casos, la participación de las ONG’s ha sido la de captar recursos del Estado, al que criticaban por su ineficiencia, y replicar los mismos viejos modelos de paternalismo y/o asistencialismo. En cuanto a las empresas, “se pasa de la filantropía, como beneficencia o donación, a una estrategia que incorpora lo social a la cultura de la empresa. Estas prácticas socialmente situadas para ser fecundas deben articularse y complementarse con otras organizaciones a través de alianzas de trabajo y cooperación contribuyendo de este modo al incremento del capital social de la comunidad” (González Bombal y Krotsch, 18).
Es importante tener en claro que “las organizaciones del Tercer Sector no pueden ni deben atribuirse la representación de la sociedad civil; si así lo hicieran estarían afectando los principios de la representación política de las democracias republicanas” (González Bombal y Krotsch, 29).

EL GOBIERNO MUNDIAL

No se puede terminar un trabajo sobre un nuevo modelo de desarrollo, si no se hace un aporte a lo que debe ser un nuevo gobierno mundial, que supere las actuales estructuras, donde aún subsisten las divisiones entre los débiles y los poderosos, siendo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con su poder de veto, un claro ejemplo de ello. “El correlato coherente de la universalización de las relaciones sociales debe ser la creación de un nuevo orden jurídico internacional, concepto que se viene elaborando desde fines de la Primera Guerra Mundial; las convenciones internacionales sobre derechos individuales, sociales, culturales y ecológicos adoptados a través de las Naciones Unidas desde 1948 en adelante son una prueba de ello. Pero el hecho de que los países mas poderosos se resistan a aceptar las instancias jurídicas supranacionales genera graves contradicciones, y para superarlas hace falta un consenso político, pero también hay que encontrar las fórmulas teóricas, conceptuales y operativas para dar lugar a los nuevos espacios jurídicos” (Pérez Lindo, 119).
“La transnacionalización de la economía tiene un correlato lógico en la transnacionalización de la democracia, o sea, el establecimiento de un estado de derecho transnacional con participación de los ciudadanos de la comunidad mundial a través de organizaciones de distinto grado” (Pérez Lindo, 122 y ss.). “Los limites de las tentativas regionalistas señalan la necesidad de pensar el concepto de democracia transnacional. Para articular la globalización económica, tecnológica y comunicacional con la universalización de las relaciones sociales debemos pensar en un sistema mundial solidario no dominado ni por países y bloques regionales, ni por las transnacionales ni por los organismos financieros. A la transnacionalización económica debe corresponder la transnacionalización de la democracia, o sea, el establecimiento de un gobierno mundial” (Pérez Lindo, 123).

PARA FINALIZAR

De a poco, y muy lentamente, se van encontrando algunas respuestas a las preguntas que desde los albores de su creación se ha hecho el hombre “‘¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?’. Venimos de la historia; somos personas; vamos a encontrarnos con nosotros mismos. Estos son los prolegómenos de la antropología científica para el humanismo (…), para la filosofía del hombre, para la filosofía de la libertad del hombre” (Sviták, 44). “Los mismos hombres son los responsables del humanismo..., y nadie puede arrebatarles esta responsabilidad: ni una personalidad fuerte, ni las armas ni las instituciones, ni la perfección técnica. Solo los hombres, con sus actos, pueden responder por el contenido (…) del humanismo” (Sviták, 46).
“En cada etapa histórica (…) se necesita una filosofía capaz de mantener enfocados lo problemas esenciales de la existencia humana, de orientar constantemente y de ayudar a comprender las posibilidades optimas de vida libre y fecunda implícitas en la sociedad dada. Esta filosofía ha de contar con un método idóneo para la crítica, y no solo para la acumulación de conocimientos positivos (…) un método que desnude las contradicciones principales de la condición humana en cada época, y especialmente aquellos aspectos negativos que deben ser superados por la acción creadora práctica para permitir el próximo paso hacia la realización de los ideales humanistas fundamentales. Así, la filosofía humanista y el método dialéctico parecen presuponerse recíprocamente” (Markovic, 115).
La lucha por el Derecho (Samaja, 1996:358), que hizo avanzar a la humanidad hasta este punto de la historia, y al cual la ciencia hizo su aporte importante, recibiendo de la misma sociedad los valores que la fueron enriqueciendo, debe seguir avanzando; y ese Derecho por el cual sigue luchando será el derecho de una sociedad sin excluidores ni excluidos, donde las minorías sean respetadas y los privilegios abolidos; una sociedad en la cual, como decía Bertold Brecht “Las desigualdades sean eliminadas, pero no las diferencias”, ya que estas serán las que nos enriquezcan, tomando lo mejor de cada uno, para superarnos mutuamente y proyectarnos a una dimensión superior del conocimiento.
Decía Rousseau que “el hombre nace libre, y esta universalmente encadenado. Uno se cree amo de los demás, y sin embargo es mas esclavos que ellos” (Libro I, Cap. I). La humanidad ha construido una sociedad en la cual se ha encarcelado. Hoy debemos pensar en romper esas barreras, en cortar las cadenas que nos tienen atados a nuestros prejuicios, nuestros odios, nuestras ambiciones. “Los prejuicios propios de la modernidad condujeron casi siempre a una completa desvalorización del polo mito-poético, identificándolo, prácticamente con la completa irracionalidad. La antinomia ‘civilización o barbarie’ contiene ese prejuicio de manera paradigmática” (Samaja, 1998).
“Todavía no se ha logrado una humanidad compuesta por hombre libres, relacionados con sentido creador entre sí y con el mundo” (Niel, 372), pero nuestros esfuerzos debemos encaminarlos hacia ello, de esta manera, se podrá construir una sociedad mas justa e igualitaria, donde no se encuentre “la razón por encima de la ciencia ni la ciencia por encima de la razón; ni el individuo por encima de la sociedad ni la sociedad por encima del individuo” (Cerroni, 157).
Por último, dejo que Adolfo Pérez Esquivel haga el cierre de este aporte, que solo pretende poner un granito de arena en la construcción de la Utopía:
“Las utopías hay que vivirlas para hacerlas realidad, necesitamos esa dosis de idealismo practico y la fuerza espiritual para enfrentar, compartir y transformar un mundo cada día más complejo, individualista y competitivo, en lograr que la solidaridad vaya abriendo la puerta de la esperanza a los enamorados de la vida” (Pérez Esquivel, en Pucher, 73).
1º quincena de Julio de 1999

BIBLIOGRAFÍA

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·      El Libro del Génesis. En La Sagrada Biblia. IV Edición corregida. Editorial Guadalupe. Buenos Aires.
·      Filmus, Daniel 1998 La descentralización educativa en el centro del debate. En Isuani, Aldo y Filmus, Daniel (Comp.) La Argentina que viene. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires.
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·      Goldmann, Lucien Socialismo y humanismo. En Fromm, Erich y otros.
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·      Hedstrom, Ingemar Planteo preliminar Ecológico. En Cultura, Ética y Religión frente al desafío ecológico. Pp. 9 a 18. Centro de investigación y Promoción Franciscano y Ecológico (CIPFE). Montevideo. 1989.
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·      Markovic, Mihailo Humanismo y dialéctica. En Fromm, Erich y otros.
·      Niel, Mathilde El fenómeno de la tecnología ¿Liberación o alienación del hombre? En Fromm, Erich y otros.
·      Pérez Lindo, Augusto 1999 Hacia la reconstrucción del Estado.
·      Pérez Lindo, Augusto Nuevos paradigmas y cambios en la conciencia histórica. Volumen 4. EUDEBA.
·      Pucher, Konrad La cultura y los valores ¿crisis ecológica, crisis de valores? En  1989 Cultura, Ética y Religión Frente al Desafío Ecológico. Pp. 73 a 93. Centro de Investigación y Promoción Franciscano y Ecológico (CIPFE). Montevideo.
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·      Samaja, Juan 1996 Epistemología y Metodología. Elementos para una teoría de la investigación científica. Colección Temas. EUDEBA.
·      Samaja, Juan 1998 Del Mito al Logos (Fragmento). En prensa.
·      Schudolski, Bogdan Humanismo renacentista y humanismo marxista. En Fromm, Erich y otros.
·      Senghor, Léopold El socialismo como humanismo. En Fromm, Erich y otros.
·      Sviták, Iván Las fuentes del humanismo socialista. En Fromm, Erich y otros.
·      Titmus, Richard La asistencia social y el arte de dar. En Fromm, Erich y otros.
·      Wade, Nicholas Pronto se conocerá el genoma humano. En La Nación, 12-06-99, pp. 12.



[1] Trabajo presentado a la Maestría y Especialización en Desarrollo Social - Facultad de Humanidades - UNNE. Agosto de 1999.
[2] Al momento de escribir este artículo, se estaba desarrollando la guerra en Croacia.

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