miércoles, 23 de febrero de 2011

PARA UNIR LA CIENCIA Y LA POESÍA

LA RESISTENCIA AL CAMBIO

Es muy frecuente oír entre los profesionales que trabajan en asistencia a productores comentarios referidos a las dificultades que entraña que estos adopten nuevas tecnologías, como si quisieran vivir aferrados al pasado y a prácticas inapropiadas. Estas afirmaciones son frecuentemente realizadas por técnicos que en sus apreciaciones no tienen en cuenta la historia, la cultura, la experiencia y, fundamentalmente, el saber del campesino. Sin embargo, estos productores tienen una racionalidad propia basada en la experiencia, lo que les ha permitido incorporar a su conocimiento los elementos necesarios para producir y reproducir su unidad familiar. La resistencia al cambio es algo innato a nuestra naturaleza: “Si resulta necesaria una revisión  de nuestro sistema de enunciados preferimos, ceteris paribus, la revisión que menos perturbe el sistema.” (Quine, en Samaja, 1998).
El productor campesino, al igual que el científico en su laboratorio, en sus prácticas se está jugando su futuro. Si no obtiene resultados positivos, el científico arriesga no contar con recursos, o no poder continuar la beca; el productor arriesga el futuro alimentario propio y de su familia. Este “no maximiza, o no busca maximizar la rentabilidad (o el beneficio) sino garantizar la seguridad en la reproducción de la familia. No manifiesta ‘gusto por el riesgo’. Sus riegos varían entre un mayor ingreso y el hambre”. (Vio Grossi et al, en INCUPO, 1987). Análogamente el científico, para poder continuar con su trabajo, “necesitaba datos del bioensayo para apoyar una afirmación. El éxito del bioensayo era necesario para apoyar la autoridad de Ray. Esta autoridad era necesaria, a su vez, para apoyar su puesto. Finalmente, un nuevo artículo tenía que apoyar o devolver las inversiones de X” (Latour y Wolgar, 1978:223).
Los conocimientos adquiridos son muy difíciles de cambiar, porque pasan a formar parte de nuestro sistema de vida. “Un conocimiento no se cambia porque acá y allá se descubren fallos en sus aplicaciones o predicciones. Ni tampoco un conocimiento reemplaza a otro por un mero acto de sustitución. El conocimiento anterior es defendido por aquellos que creen en él y no es abandonado sino a condición de que su base real de vida haya entrado en una profunda crisis” (Samaja, 1998).

EL CONOCIMIENTO DEL CAMPESINADO

Todo el conocimiento campesino, transmitido a través de generaciones, está lleno de una sabiduría que ha sido aprendida con los años de experiencia; y que el campesino ha sabido capitalizar. “La capitalización es el momento en que se trata de ver qué se ha aprendido de la experiencia, sin obsesionarse en ser objetivo ni exhaustivo, sino en rescatar todo lo que parece valioso y útil” (Proyecto Desarrollo..., 1997:181).
Ahora bien, este conocimiento que poseen los campesinos, ¿es científico? Si entendemos por ciencia solo lo que hacen los científicos, seguramente que a primera vista diremos que no, pero si consultamos el diccionario, veremos que en las definiciones que da de ciencia, nos dice lo siguiente: “f. Conocimiento exacto y razonado de ciertas cosas. Conjunto de conocimientos acerca de un dominio determinado de objetos o fenómenos que son susceptibles de demostración. fig. Saber o erudición. fig. Habilidad, maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa” (Gran Diccionario SALVAT).
Ante esta definición, tenemos que decir que el campesino también hace ciencia, tenemos que decir que el productor campesino también construye conocimiento científico en su chacra, utilizando métodos que incluyen la observación, el análisis y la toma de decisiones. “La experiencia cotidiana interactúa con la cultura del entorno social, resolviendo contextualmente los juicios y permitiendo que se establezca el conocimiento, incluido el científico” (Lamo de Espinosa et al, 528).
Bunge (1985, 24) caracteriza a las ciencias y tecnologías como un campo de conocimiento, entendiendo por este a un sector de la actividad humana dirigido a obtener, difundir o utilizar conocimiento de alguna clase. Lo que los productores han aprendido “por su propio cuero”, tienen un fuerte grado de validez, ya que es lo que les ha permitido mantener su cultura y evolucionar con el transcurso del tiempo. “Si esas creencias anticuadas deben denominarse mitos, entonces estos se pueden producir por medio de los mismos tipos de métodos y ser respaldados por los mismos tipos de razones que conducen, en la actualidad, al conocimiento científico” (Kuhn, 1993:22).
Veamos que dice Pinto Contreras (32 y ss.) sobre el saber campesino y la construcción de este conocimiento:
*                    Este es un proceso preferentemente colectivo, ya que el campesino aprende comentando con sus iguales y su familia; él necesita del reconocimiento de sus iguales para aceptar un nuevo conocimiento.
*                    Es fundamentalmente experiencial, su base vital la constituye su propia experiencia. Todo conocimiento es real si es producto de su experiencia.
*                    El campesino se motiva en aprender aquel conocimiento en el cual participó como productor.
*                    Aprende aquello que le permite mejorar su situación productiva, es decir que tiene un sentido utilitario de ese conocimiento.
*                    El campesino también realiza el proceso científico en su aprendizaje, ya que teoriza de acuerdo a los aportes técnicos y conceptuales, experimenta al incorporar la innovación propuesta, y saca las conclusiones que le permiten proyectar su progreso productivo y familiar.
Todo este conocimiento cuenta con el aval de la comunidad, ya que el aprendizaje campesino es comunitario, y la validación se realiza entre pares. Al igual que en la ciencia, donde el científico no está frente a una clientela de legos, sino que debe rendir cuentas ante sus iguales (Merton, 1942:367), el productor encuentra que debe validar sus prácticas culturales ante sus pares. Una técnica nueva puede ser muy eficiente, pero si no es aceptada por la comunidad, no será adoptada por los productores. “Cualquier creencia tenida por verdadera debe entenderse bajo la consideración instrumental y legitimadora que les otorgan los grupos sociales que intervienen en su formulación. Por tanto, los esquemas teóricos que organizan y fijan la naturaleza se vinculan a los diversos contextos sociales y temporales en que estos se formulan. De lo que se deduce que lo observado no puede ser explicado directamente por la naturaleza del objeto percibido, que la separación entre hechos y conceptos no es tal y que lo percibido no es otra cosa que la traducción conseguida (con notables esfuerzos) por los distintos tipos de lenguajes de los que se dispone” (Lamo de Espinosa et al, 528).
En el conocimiento de estos productores, del mismo modo que en la ciencia como método particular de examinar, admitir o rechazar creencias (Samaja, 1996:25), se conjugan los cuatro métodos mencionados por Pierce, a saber, 1. De la tenacidad, 2. De la autoridad, 3. De la metafísica, y 4. De la eficacia; y todos ellos se encuentran suprimidos, conservados y superados en estas comunidades, según podremos apreciar a continuación.
1.    El método de la tenacidad indica aquellas creencias que nos nacen de convicciones muy intimas, y a las que es muy difícil modificar, sin un costo emocional muy alto (Samaja, 1998:7). Decía un productor de la provincia de Formosa: “Para que el algodón rinda bien, hay que arar la tierra siete veces[2]. Yo sé que es así, y por eso lo hago”. Por su parte, otro productor de la misma zona afirmaba: “Nunca en la vida use un veneno en mi chacra, por que se que no hay que envenenar ni las plantas ni la tierra”. Las dos afirmaciones manifiestan un profundo convencimiento acerca de las prácticas que realizan, y ambas son muy difíciles, por no decir imposibles, de modificar. A ambos productores los he asistido profesionalmente, y al cabo de cuatro años de brindarles asistencia técnica, en los cuales asistieron a encuentros de capacitación, ensayos y evaluación de parcelas demostrativas, recorridas de chacras, etc., etc., no cambiaron su forma de pensar y de realizar las prácticas culturales tales como las realizaban, a pesar de incorporar fácilmente otras tecnologías, como ser variedades adecuadas, semilla de calidad, densidad de siembra, stand de plantas a cosecha, etc.
2.    En este método, el de la autoridad, ya nos encontramos ante una primera capacidad de aprender del otro; de recibir y trasmitir socialmente creencias de parte de otros sujetos (Samaja, 1998). El mismo productor mencionado en el primer caso anterior, comentaba acerca del uso de agroquímicos, concediéndole a un profesional la autoridad en el tema: “Para que no haya plagas, hay que usar X (nombre de un insecticida). El ingeniero me lo dijo”.
La Autoridad de la Comunidad en estas sociedades cumple un rol muy importante, donde ciertas costumbres son respetadas en nombre de esa tradición: las Fiestas de los Santos, el Culto de los Muertos, las mismas prácticas culturales agrícolas, etc., cuya violación implica un castigo: “Don Y es un hombre muy trabajador, pero nunca le va bien porque no respeta los Domingos ni las Fiestas”.
Cuando los productores deben emigrar, estas creencias le ocasionan serias dificultades con culturas diferentes a las propias. El respeto a los muertos y el culto que se le da, es una fuente de conflictos: “Se había muerto la mamá. Era un muchacho del interior, un catamarqueño, y era costumbre... cuando alguien moría, reencontrarse. Habían venido todos sus hermanos diseminados en el Gran Buenos Aires, a rezar la novena, como lo hacían allá, en su provincia natal. Era lo que correspondía conforme a sus creencias, de acuerdo a lo que les habían enseñado de chicos. Debían rezar durante nueve días, la novena comenzaba después del entierro. Así lo hacían en el campo y querían mantener su tradición. Nueve días pasaba junta la familia y esto solo sucedía ante la muerte de la madre” (Farinello, 1996:54 y ss.).
3.    El método de la metafísica se encuentra vinculado con la reflexión sobre el valor universal de ciertos principios, sobre su aptitud para expresar valores generales, con ser equitativos, justos (Samaja, 1998). El respeto a la palabra empeñada, la minga o mano-vuelta[3], el trueque, etc.; son valores incorporados a la vida de la comunidad.
4.    En el método de la eficacia nos encontramos con un método que no se conforma con la sola convicción que irradian los principios universales, sino que agrega o enriquece sus procedimientos con la exigencia de la “puesta a prueba mediante la constatación empírica” (Samaja, 1998). Veíamos anteriormente como el productor campesino realiza el proceso científico en su aprendizaje, teorizando de acuerdo a los aportes técnicos y conceptuales, experimentando al incorporar la innovación propuesta, y sacando las conclusiones que le permiten proyectar su progreso productivo y familiar (Pinto Contreras, 32 y ss.).

LA VALIDEZ DE LOS MITOS

Veremos algunos casos, en los cuales se podrá comprobar como conocimientos que estaban incorporados en las prácticas campesinas, fueron validados posteriormente por la ciencia moderna.

EL INFLUJO DE LA LUNA

Es mucho lo que se ha hablado, tanto a favor como en contra, sobre la influencia de la luna sobre la vida. Desde aquellos artículos aparecidos donde se hace mención de la mejor fase lunar para cortarse el pelo, arreglarse las uñas o bajar de peso, que fase lunar es mas apta para pescar, hasta la comprobada influencia del satélite terrestre sobre las mareas.
Los campesinos realizan muchas de sus actividades teniendo en cuenta las fases lunares, de este modo las siembras deben realizarse de acuerdo al siguiente principio: “Lo que produce bajo tierra se debe sembrar en luna débil (Cuarto Menguante), lo que produce sobre tierra debe sembrarse en luna fuerte (Cuarto Creciente)”.
Esto, que demostró su eficiencia a lo largo de los años y que aún hoy es cuestionado por la mayor parte de la ciencia agrícola moderna, fue comprobado científicamente por las experiencias de Gardner y Haller, quienes demostraron la influencia de las horas de luz sobre la floración de los vegetales, clasificando en plantas brevidiurnas a las que florecen cuando las horas de luz son inferiores a un límite (días corto), y plantas longidiurnas a las que lo hacen cuando el ciclo de luz es mayor (días largos). Así tenemos en el primer grupo a la remolacha; y en el segundo grupo a la lechuga, achicoria, acelga, amapola, espinaca; entre otras. (Sívori et al, 1980:577 y ss.).
En la remolacha se consume la raíz, y por lo tanto para evitar que florezca, se debe sembrar  en Cuarto Menguante, de este modo se estimula el desarrollo de las raíces, retardándose la floración. Por el contrario, las semillas y plantines que se siembran en Cuarto Creciente, brotan mas rápidamente, desarrollando más hojas y flores, como es el caso de la lechuga o la amapola, en los que se utiliza hojas o flores, respectivamente. (ECO-AGRO, 1992:130 y ss.).

LA PROHIBICIÓN DE COMER CARNE

Las civilizaciones hindúes y chinas evolucionaron en base a una dieta vegetariana. En el caso particular de los hindúes, conocemos la creencia que tienen acerca de las vacas sagradas. Desde nuestra concepción occidental, y siendo miembros de una cultura carnívora, nos resulta incomprensible e irracional entender que haya personas que padecen y mueren de hambre teniendo libremente las vacas a su alrededor. Esta práctica tiene un fuerte sustento en la autoridad de la comunidad, en los usos y costumbres de la misma, avalada y reafirmada por años de tradición.
Ahora bien, si analizamos esta práctica desde el punto de vista de la eficiencia en la conversión de energía, ello deja de ser tan irracional para tener una justificación técnica científica. Todos los seres vivos tienen la necesidad de utilizar energía, cuya fuente primigenia es el sol. “Solo una pequeña fracción de la energía luminosa que llega a una planta verde, es transformada por esta en la energía potencial de las sustancias alimenticias; el resto se disipa como calor. Cuando un animal ingiere una planta, gran parte de la energía vuelve a disiparse como calor, y solamente se utiliza para sintetizar protoplasma una pequeña fracción de aquella. Cuando un segundo animal devora al primero, hay una nueva pérdida de calor... Como el hombre es impotente para aumentar esta cantidad de energía luminosa incidente, y muy poco es lo que puede hacer para acrecentar la eficiencia de la transferencia energética, puede aumentar su abastecimiento de energía alimenticia solamente si acorta su cadena, es decir, alimentándose con productos primarios (vegetales, en vez de animales). En los países superpoblados, tales como India y China, los habitantes son principalmente vegetarianos, porque así la cadena alimenticia es mas corta y una determinada superficie de tierra puede, de este modo, abastecer a un mayor número de personas.” (Villee, 1980:653). “En aras de la eficiencia debemos comer lo mas bajo posible en la cadena alimenticia” (ECO-AGRO, 1992:284).
La tradición, que impone una regla a la sociedad, está garantizando un uso más eficiente de la energía, asegurando de este modo, la supervivencia a un número mayor de personas.

EL MAÍZ DE SAN JUAN

Una costumbre muy difundida entre los productores de cultura guaranítica, es la siembra de maíz para la Fiesta de San Juan (24 de Junio), con lo que aseguran una producción temprana, ya que este está produciendo para el mes de noviembre. Al interrogarlos sobre esta práctica, se hace una explicación justificándola en la autoridad de la comunidad: “Es una costumbre que viene de muy antiguo, ya nuestros padres y abuelos lo hacían”. Sin embargo, si se indaga sobre el porqué de la costumbre, dan una explicación que tiene una justificación técnica: “Cuando se siembra para la Fiesta de San Juan, se aprovechan los días de calor del Veranillo de San Juan, con lo que el maíz germina rápidamente, y las heladas posteriores si bien lo pueden retrasar un poco, no lo perjudican. Además, la floración coincide con las lluvias de primavera, con lo que se asegura una buena producción”.
En este ejemplo, vemos como coexiste en el campesinado dos formas de fijar creencias, una que hace referencia a la autoridad, apelando a la tradición comunitaria (Samaja, 1998), y otra que proviene de la practica y la observación, que está muy cercano al método científico.

LA PRODUCCIÓN ORGÁNICA

La ciencia toma de estos sistemas de producción elementos que luego adecua para ser utilizados por otros sistemas productivos de mayor escala. La producción orgánica es uno de estos ejemplos. La agricultura en sus orígenes fue fundamentalmente agro-ecológica, con nulo uso de insumos químicos, lo que se transmitió a través de las generaciones en las comunidades campesinas. Al entrar en un sistema de agricultura comercial, se comenzaron a utilizar productos químicos. Sin embargo, hay productores que han seguido utilizando productos naturales para el control de plagas, tales como el purín de ortigas (Urtica urens), de mío mío (Bacharis coridifolia) o de tabaco (Nicotiana tabacum). Estos productos han sido rescatados del saber popular, e incorporados como productos aptos para la producción orgánica (ECO-AGRO, 1992:332 y ss.).

LOS FACTORES EXTRA-CIENTÍFICOS

Las comunidades campesinas se encuentran dentro de una sociedad agraria mas amplia, donde conviven los sistemas de producción campesino, con una producción destinada al mercado interno; con sistemas capitalistas de producción, dedicados a la producción de grandes volúmenes, normalmente destinados a la exportación.
El destino de la producción es una de las causas por las que se da mayor o menor importancia a la generación de tecnología. La producción que genera divisas al país (carne, cereales y oleaginosas), es tenida en cuenta al momento de tomar decisiones sobre que tecnologías investigar. De esta manera, aquellos sectores que no aportan a la exportación, y por lo tanto no generan directamente divisas, son dejados de lado o no se les asigna la importancia que merecen. Es importante señalar que el hecho de no generar recursos monetarios, no significa que estos no existan; ya que lo que no se produce, debe comprarse, lo que generaría un flujo negativo.
Sin embargo hemos visto anteriormente como los campesinos han generado tecnologías que luego fueron validadas técnicamente para ser utilizadas en otros sistemas. Ahora bien, ¿Por qué este caudal de conocimientos que existe en un importante sector de la producción no es tenido en cuenta? Evidentemente, hay en la sociedad factores extra-científicos que influyen en la toma de decisiones al momento de definir las líneas de investigación. “Las indagaciones proseguidas o abandonadas, en armonía con la respuesta percibida de la industria con la cual existe un contrato, pueden orientar a todo un programa de investigación en una dirección u otra. En cada uno de estos casos, un contacto externo, una negociación por dinero o una estrategia de carrera, tiene repercusiones técnicas inmediatas.” (Knorr-Cetina, 1996:151). Al decir de un ex-director de un centro de experimentación agropecuaria: “Sabemos que los pequeños productores algodoneros son muy importantes en la región; sin embargo, quien marca la línea de lo que debemos investigar en algodón son las grandes industrias, a quienes les importa la producción a gran escala y no el minifundio”.
“El conocimiento científico es mediado por los intereses de los grupos sociales de distinto signo y extensión tanto en la configuración de sus proposiciones teórico-empíricas (dimensión cognitiva) como en el posterior uso de esas propuestas como herramientas de grupos sociales intra y extra-científicos concretos, que tratan de obtener objetivos determinados que difieren según los diversos contextos históricos (dimensión práctica)” (Lamo de Espinosa et al, 530).

AVANZANDO HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIENCIA DIALÉCTICA

Analizamos como los campesinos han generado conocimiento para evolucionar, y como este conocimiento ha ido surgiendo fundamentalmente de la observación de la vida, de su relación con la naturaleza. Quizás la ciencia moderna ha olvidado sus raíces. El hombre moderno se encuentra hoy “prisionero de si, y en la superurbe de cemento, prisionero de la ciudad de multitudes anónimas, casi sin mas relaciones que las funcionales de la maquina productiva, administrativa y de consumo, en un ciclo reiterado. Aquí la tierra es vista como mera naturaleza material, objeto de relaciones económicas, en orden al tener. Casi todo parece funcionar bien en las sociedades industrializadas de avanzada. Pero el hombre no anda bien como las maquinas. No está satisfecho. Siente una difusa angustia, un vago miedo. Ha ensuciado la naturaleza y sembró de chatarra el cielo. Dañó la tierra. Y en cuanto a los vínculos interhumanos, ha matado al padre y no tiene madre con quien casarse, según el esquema freudiano. Busca establecer vínculos con los hermanos, pero la historia de Caín parece no haber terminado” (Boasso, 1983:49 y ss.).
La necesidad de prestar atención a este sector es de gran importancia, ya que su desaparición significaría también la pérdida de un gran caudal de conocimientos, y de un bagaje de sabiduría acumulado. Así como se invierten recursos en la preservación de especies en vías de extinción, también se deben invertir recursos en la preservación de esos conocimientos. “Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de la sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres mas instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse, a este respecto, que muchas naciones, económicamente pobres, pero ricas en sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación” (Gaudium et Spes, n. 15).
Debemos avanzar, a través de un dialogo intercultural en la construcción de un nuevo tipo de ciencia, que sepa escuchar las necesidades de aquellos que no pueden hacer llegar sus inquietudes porque económicamente, o mejor dicho, monetariamente no tienen importancia; una ciencia que una la razón con el corazón, la lógica con la poesía. Debemos avanzar en la construcción de una sociedad que sepa respetar los derechos de quienes menos tienen, por que la ciencia no puede dejar de lado a vastos sectores por el solo hecho de no tener importancia económica monetaria. Una ciencia que excluya la generación de ciertos conocimientos por que van a ser destinados a los sectores mas pobres, no merece llevar ese nombre.
La lucha por el Derecho (Samaja, 1996:358), que hizo avanzar a la humanidad hasta este punto, y al cual la ciencia hizo su aporte importante, recibiendo de la misma sociedad los valores que la fueron enriqueciendo, debe seguir avanzando; y ese Derecho por el cual sigue luchando será el derecho de una sociedad sin excluidores ni excluidos, donde las minorías sean respetadas y los privilegios abolidos; una sociedad en la cual, como decía Bertold Brecht “Las desigualdades sean eliminadas, pero no las diferencias”, ya que estas serán las que nos enriquezcan, tomando lo mejor de cada uno, para superarnos mutuamente y proyectarnos a una dimensión superior del conocimiento.
“Los prejuicios propios de la modernidad condujeron casi siempre a una completa desvalorización del polo mito-poético, identificándolo, prácticamente con la completa irracionalidad. La antinomia ‘civilización o barbarie’ contiene ese prejuicio de manera paradigmática” (Samaja, 1998).
Se debe recuperar, validar y enriquecer el saber que existe en la sociedad campesina, para no seguir perdiendo tantos valores, tantos saberes, tanta filosofía. Debemos recuperar los mitos populares, rastrear su origen y darle su validez científica, para construir una ciencia que englobando a los anteriores métodos para fijar creencias, los supere, superándose a sí misma.
Debemos construir una ciencia para la vida, no para la muerte. Los tristes acontecimientos que está viviendo Europa, y con ella el mundo entero, nos siguen mostrando que los esfuerzos continúan volcándose a la destrucción, no a la construcción. Hemos llegado, como humanidad, al borde del abismo. Hoy, como nunca antes en la historia, asistimos al doble peligro de la destrucción de nuestra casa común, de nuestro planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear o por el desastre ecológico. Si no volcamos nuestros esfuerzos en construir una ciencia para la vida, rescatando los valores de aquellos que ayudan a continuar la vida, asistiremos al triste cumplimiento de la profecía que Aureliano Babilonia descifró en los pergaminos de Melquíades: “Las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”.

BIBLIOGRAFÍA

·      1992 Gran Diccionario SALVAT. SALVAT Editores S.A. Barcelona.
·      Boasso, Fernando 1983 Atahualpa Yupanqui. Hombre - Misterio. Editorial Guadalupe.
·      Bunge, Mario 1985 Seudociencia e Ideología. Alianza Editorial.
·      Concilio Vaticano II Gaudium et Spes.
·      ECO-AGRO 1992 Agricultura Orgánica. Experiencias de cultivo ecológico en Argentina. Planeta Tierra.
·      Farinello, Luis 1996 La Mesa Vacía. Desocupación y Pobreza en la Argentina. Carlos Serrano Editor.
·      INCUPO 1987 Criterios Generales de Trabajo para los Equipos Técnicos de Apoyo. Mimeo.
·      Knorr-Cetina, Karin D. ¿Comunidades científicas o arenas transepistémicas de investigación? Una crítica de los modelos cuasi-económicos de la ciencia. En REDES, Vol. III, Nº 7, septiembre de 1996, pp. 129 a 160.
·      Kuhn, Tomas S. 1993 La Estructura de las Revoluciones Científicas. Fondo de Cultura Económica.
·      Lamo de Espinosa, Emilio; González García, José María; y Torres Albero, Cristóbal La Sociología del Conocimiento y de la Ciencia. Alianza Editorial.
·      Latour, Bruno y Wolgar, Steve 1978 La Vida en el Laboratorio. La Construcción de los Hechos Científicos. Alianza Editorial.
·      Merton, Robert K. 1942 La Sociología de la Ciencia. Alianza Editorial.
·      Pinto Contreras, Rolando N. Extensionista Agrícola ¿Educador Rural? El Carácter Educativo de la Capacitación Tecnológica con Productores Campesinos. PIIE (Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación), Santiago - Chile, marzo 1993.
·      Proyecto Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino (1997) Detrás del árbol, la Gente. Experiencias y Aprendizajes del Proyecto Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino.
·      Samaja, Juan 1996 Epistemología y Metodología. Elementos para una teoría de la investigación científica. Colección Temas. EUDEBA.
·      Samaja, Juan 1998 Del Mito al Logos (Fragmento). En prensa.
·      Sívori, Enrique M.; Montaldi, Edgardo R.; Caso, Osvaldo H. 1980 Fisiología Vegetal. Editorial Hemisferio Sur.
·      Villee, Claude A. 1980 Biología. EUDEBA.


[1] Trabajo presentado al Curso de Posgrado Sociología e Historia de la Ciencia, organizado en el marco del Plan de Estudios de la Carrera de Posgrado Maestría en Epistemología y Metodología de la Investigación Científica - Facultad de Humanidades - UNNE. Abril de 1999.
[2] No he logrado una explicación del porqué de las siete veces, pero pienso que debe estar relacionado con lo cabalístico de este número.
[3]Costumbres utilizadas en las comunidades campesinas, que consisten en ayudar en el trabajo de alguien, recibiendo posteriormente una ayuda similar de la misma persona. Resulta un trueque de trabajo por trabajo.

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