INTRODUCCIÓN
La humanidad, en todos los momentos de su historia, ha dado pruebas de su capacidad creadora. Se pueden analizar con orgullo las extraordinarias manifestaciones de la creatividad humana en la literatura, las bellas artes, la arquitectura, la tecnología industrial, la agricultura, la ingeniería o las ciencias; pero existen también campos en los cuales no es posible encontrar expresiones semejantes, donde la capacidad de crear no pudo -o no la dejaron- penetrar. Es necesario reconocer que hay demasiadas situaciones en las cuales el hombre ha tenido un protagonismo destructivo o depredador; no podrían explicarse de otra manera las situaciones límites que deben padecer grandes sectores de la comunidad mundial, expresadas en la pobreza, el analfabetismo, la destrucción bélica, la polución y degradación del medio ambiente y muchas otras inexplicables e injustificables “obras de la humanidad”.
Las tres grandes áreas en las cuales no se han evidenciado avances de relevancia o, por el contrario, revelan características de subdesarrollo son la política, la ecología y la organización territorial. Prácticamente no existen nuevos descubrimientos en el campo del gobierno y la rebeldía mundial de la generaciones jóvenes de los ‘70 fue, sin duda, una universal manifestación de la generalizada insatisfacción en relación con los sistemas políticos arcaicos.
No hace mucho que hemos descubierto que no se han registrado innovaciones capaces de neutralizar o mitigar los daños ecológicos producidos por la aparición de descubrimientos en la ciencia y la tecnología. La contaminación ambiental y el recalentamiento global son temas importantes y que han sido incorporados a la agenda internacional, a los que debemos prestar especial atención, si no queremos que “el hombre desaparezca gloriosamente enterrado por las maquinas de contaminación que creo” (Hedstrom, 9). Debemos tomar conciencia que hemos llegado, como humanidad, al borde del abismo, y que “el hombre no se enfrenta a ningún problema más urgente que la necesidad de salvar su medio ambiente” (Cole, en Palomo, 1993:103). Hoy, como nunca antes en la historia, asistimos al doble peligro de la destrucción de nuestra casa común, de nuestro planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear[2] o por el desastre ecológico. “Todo parece predecir que el hombre que fue el último en llegar a la Tierra será el primero en abandonarla” (Maeterlinck, en Palomo, 1993:57).
Sin embargo, no se debe olvidar otro tipo de contaminación no menos importante, como es la contaminación de la miseria. Miles de niños que mueren de hambre o como consecuencia directa del hambre, nos deben llamar la atención. La pregunta que Dios hizo a Caín “¿Qué has hecho de tu hermano?” (Gn 4, 9) nos debe seguir interpelando. Si no ponemos nuestros mejores esfuerzos en superar estas miseria, la sangre de nuestros hermanos seguirá clamando justicia, y para ello, se debe “llevar la bioética al plano de las biopolíticas, (esto) significa admitir que las amenazas mas graves a la calidad de vida en la actualidad se encuentran en los procesos de pauperización, de exclusión social y de subalimentación que padecen mas de mil millones de personas” (Pérez Lindo, s/f:121).
Para tener la oportunidad de seguir habitando este planeta, junto con una humanidad sin excluidos ni excluidores, “es necesario considerar las responsabilidades de las clases dominantes, a través de la historia, en la depredación de la naturaleza, señalando claramente, que el sistema capitalista, desde la primera revolución industrial del siglo XVIII ha provocado los desastres ecológicos mas significativos y que solamente el hombre podrá superar la crisis ambiental en un nuevo tipo de sociedad (...) que se base en una planificación ambiental” (Hedstrom, 10) que nos permita gozar de aire puro, agua pura, medio ambiente puro.
No sería descabellado expresar que, entre otras, las causas de la pobreza en el mundo subdesarrollado son atribuibles, en gran medida, a la organización y el aprovechamiento deficiente del terreno. Las consecuencias del descuido de estos tres importantes campos -el gobierno, la ecología y la planificación territorial-, se pueden explicar por si solas, las estamos viendo, viviendo -y demasiadas personas padeciendo-, a diario.
· Las fallas en dirigir el pensamiento creativo hacia la política, ha dado como resultado gobiernos improvisados e irresponsables, y una generalizada desconfianza hacia la política en general y hacia los políticos en particular.
· La indiferencia en relación con las consecuencias ecológicas de los procesos modernos, tanto mecánicos como químicos, nos está llevando a una contaminación cada mas peligrosa de la tierra, el agua y el aire, poniendo en peligro no solo la vida humana, sino forzando cambios en todo el equilibrio de la naturaleza.
· La mala administración de la estructura geoeconómica ha motivado la aparición de ciudades incontrolables (Resistencia, como la mayoría de las capitales provinciales[3]), saturadas de miseria y un dualismo económico que ha acentuado la pobreza de muchas zonas rurales, privándolas de sus mejores recursos humanos e intensificando sus desventajas competitivas.
En el presente trabajo haré un análisis, por cierto muy breve, de las causas de los problemas presentes en el Chaco; y una propuesta, por supuesto que sometida a discusión, revisión, ampliación, e incluso destrucción si a partir de esto surge algo mejor, para superar las condiciones de atraso, pobreza, desocupación y desigualdad existentes en todo el territorio de la provincia del Chaco.
EL PASADO
Cada región es el resultado de una mezcla impredecible de realizaciones humanas, por lo tanto es necesario reconstruir el camino que ha recorrido a lo largo de la historia para alcanzar la situación actual (García Ballesteros, en Montiel, 1994:73). Para no partir de tan atrás, no haré mención a los primitivos habitantes del Chaco, palabra que en idioma aborigen significa lugar de cacería, y que con esta palabra designa la tarea principal que estas culturas realizaban, culturas que fueron arrasadas y confinadas a las zonas mas desprotegidas, a través de las campañas realizadas por el Ejército Argentino y posteriormente las fuerzas de seguridad.
Los procesos de colonización y ocupación del espacio que se desencadenaron en nuestra provincia, se caracterizaron por la iniciativa individual, pionera, basada en una fuerte vocación de sacrificio que resplandecía frente a una sociedad herida por las guerras de la primera mitad del siglo XX en Europa. De fuerte incidencia fue la presencia de empresas tanineras, que con el ferrocarril, configuraron una estructura de transporte que aún permanece. La evolución económica se veía fortalecida con la aparición del cooperativismo agrario como nueva expresión de los productores en defensa de sus intereses, contra los monopolios protegidos y privilegiados.
El Chaco se encuentra ubicado íntegramente en la región de explotación forestal y algodonera (Zamorano, en Montiel, 1994:89). Un sistema de producción basado en la extracción de la riqueza forestal, en el monocultivo y en la expansión permanente de los grandes productores, diseñó una estructura social agraria y de tenencia de la tierra polarizada, generando una gran cantidad de pequeños productores minifundistas y, por otra parte, pocos productores con grandes extensiones de tierra (Manchón y Civit, 1993:32). Entre ellos, una importante porción de productores medianos movilizaban a su sector mediante formas de organización que para esa época resultaban extrañas, resistidas, y no pocas veces combatidas y reprimidas por el poder económico ligado al poder político del momento. Estos hechos se sucedían en los lugares de mayor aptitud productiva: centro y sudeste de la provincia. Luego vinieron los caminos, la energía, y algunas aisladas expresiones semi-industriales, equipamientos sanitario y educativo. Fue una permanente preocupación de todos el aumento de los volúmenes de producción primaria por incremento de la productividad, incorporando tecnología (y expulsando mano de obra).
Como toda provincia periférica, el Chaco sufrió en profundidad las consecuencias de la inestabilidad política institucional que signaron los últimos 70 años. Como todo el país, la provincia fue víctima de la improvisación y la irresponsabilidad de quienes, conculcando las Leyes Fundamentales de la República, pusieron a esta al borde de la disolución. La inestabilidad política genera una economía frágil, anémica, incapaz de sostener la estructura de la producción, no solo del país, sino con mayor virulencia en provincias con base económica primaria como la nuestra. Y en esto no se ha sido capaz de crear riqueza con la riqueza natural con que la provincia estaba -y está- dotada.
La explotación forestal ha sido precisamente eso, una explotación, donde se ha extraído la riqueza del monte chaqueño, dejando miles de hectáreas de superficie degradada. Los bosques no solo fueron cortados sino que ardieron para dar paso al monocultivo y a la ganadería[4]; no solo se cortaron los árboles, sino que se arruinó el suelo, jugando un papel muy importante en la desertización de los mismos (Palomo, 1993:61). “El mapa de la creciente desertización en la Argentina elaborado recientemente por la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable es en verdad alarmante. Este mapa muestra la existencia de 60 millones de hectáreas que sufren procesos erosivos graves. La provincia del Chaco, en el noroeste de la República Argentina y en el centro de una zona semiárida de 32 millones de hectáreas, no es una excepción a esta generalizada situación de riesgo. Una grave crisis agrícola relacionada al monocultivo del algodón y a la desaparición de los bosques ancestrales por sobreexplotación, deforestación masiva y sobrepastoreo, ha sumido a la provincia en una situación económica sumamente difícil y sin salidas a la vista. Desde mediados del siglo XIX, cuando se descubrió que podía extraerse tanino del quebracho colorado para la curtiembre de cueros, muchas compañías europeas se instalaron en los bosques chaqueños para desarrollar una industria que en poco más de un siglo hizo desaparecer los inmensos quebrachales. Se calcula que más de cinco millones de ejemplares de quebracho colorado fueron derribados para extraerles el tanino o ser convertidos en durmientes para los ferrocarriles” (Galli et al, 2000). Y al dejar de ser el tanino un negocio, o al acabarse los quebrachos, la industria taninera dejo tras si un tendal de pueblos, antiguamente prósperos, convertidos en pueblos fantasmas.
El algodón, del cual la provincia es el principal productor, ha visto irse millones de pesos de divisas, ya que este salía de la provincia simplemente en fardos de fibra, para alimentar la industria textil de otras provincias del país. Y en estos dos ejemplos, podemos ver como se actuó sin ningún tipo de planificación: la provincia del Chaco no tiene ni tuvo una ley forestal; no tiene ni tuvo una ley del algodón. Y las reglamentaciones que existen con respecto a la primera actividad, mueven a risa: para autorizar a una persona a explotar una superficie de monte, debe comprometerse a realizar un manejo de un 4 % de la superficie total. Puede destruir 960 hectáreas, a condición que “maneje racionalmente” 40 hectáreas. No es necesario ser un especialista para darse cuenta que con esta disposición, no se logrará salvar el inmenso parque chaqueño.
Y se puede ver que la planificación de quienes explotaron el Chaco estuvo dirigida a que la riqueza se fuera de la provincia en el trazado de las vías del ferrocarril: Estas conducían al puerto de Barranqueras, entonces la principal vía de comunicación con Buenos Aires, y por donde se iba el algodón y el tanino, rumbo a otros centros industriales, muchos instalados fuera de nuestro país.
La crisis de estas dos actividades principales en el Chaco, generó que miles de pequeños productores y trabajadores transitorios hayan tenido que “emigrar del campo a la ciudad como consecuencia de modelos de explotación de la tierra que los excluyen y los empujan al desarraigo, y ahora malviven en los cinturones de pobreza urbana, asentados sobre antiguos basureros industriales o tierras muertas por la sobreexplotación con agrotóxicos. Desarraigados, desnutridos y contaminados son la base potencial de los piquetes que incendian el país al que nadie ama” (Rulli, 2000:3). Como es conocido por todos, el éxodo y la movilidad horizontal aparecen en la escena nacional como precipitadores sociales desencadenantes de nuevas crisis; el fenómeno de la migración del campo a la ciudad es la expresión de una tragedia: la imposibilidad de crear riqueza en el lugar de origen (Vargas Llosa, 1993:153).
EL PRESENTE
Actualmente se están ensayando sistemas de riego y nuevas tecnologías de manejo de suelos, se incentiva la producción bajo cobertura y la introducción de nuevos cultivos, se alientan proyectos de integración continental, fortaleciendo los sistemas de transportes y comunicaciones, pero por mas argumentaciones y pruebas que se realicen, no se advierte ninguna posibilidad cierta para ese enorme universo de la sociedad que, imposibilitado de ejercer su derecho mas elemental a la vida que es el trabajo, debe seguir sometido a la marginalidad y a la pobreza rural o urbana.
“En las cercanías de Resistencia, la capital del Chaco, la vieja fábrica de La Forestal de Puerto Tirol (se encuentra) en pleno funcionamiento. Una planta enorme y antigua, rodeada de montañas de rollizos de quebracho a la espera de que sus corazones de madera colorada sean convertidos en aserrín. La provincia del Chaco expresa claramente el desastre ambiental de una política que por ignorar las reglas de la sustentabilidad traiciona a nuestra Constitución Nacional y al Convenio de Diversidad Biológica de Río 92, Convenio que aunque pareciera que muchos funcionarios o dirigentes pretendan ignorarlo, mantiene rango constitucional” (Galli et al, 2000).
Seguimos con la misma tendencia de producir para exportar. En lugar de buscar el autoabastecimiento provincial, se continúa pregonando la venta a los grandes mercados europeos. Se pueden ver grandes anuncios pregonando que se exportará carne, cueros, queso, miel, etc., al mundo. Y si vemos las góndolas de los supermercados o las estanterías de los almacenes chaqueños, encontramos que todos estos productos vienen de otras provincias. Es probable que con estos programas se logre un aumento de la producción, pero ello no tendrá ninguna importancia si no se logra un aumento del bienestar de la población (Sejenovich, 2).
La crisis económica se verifica en una fuerte afectación del cuerpo social. Cuanto más débil es este en términos económicos, mas violentamente es expulsado de la estructura de producción. Se verifica de esta manera un proceso de concentración urbana como consecuencia de la destrucción del sistema productivo rural. La pobreza rural se traslada a la ciudad y se materializa en la villa miseria, generando un modelo social polarizado, con una forma de exclusión material: traslado forzado, frío, hambre, desocupación, desarraigo, etc.; y una forma de exclusión social, política y cultural. Fuertes contingentes humanos, establecidos en las márgenes de las ciudades generan requerimientos de infraestructura, equipamiento y servicios que, sin solución de continuidad, desarticulan toda posibilidad de respuestas orgánicas, estructurales, fundamentalmente por la incapacidad de generar estructuras urbanas de empleo que sustenten un proceso de crecimiento lógico.
Pero paralelamente a esta falta de respuestas orgánicas desde el Estado, se va generando una revolución social organizada espontáneamente en las últimas décadas y que encarna la llamada “economía informal”. La sociedad civil se decide a realizar lo que el Estado no quiso hacer, y empiezan a crear instituciones populares en reemplazo de las oficiales, una legalidad paralela, un derecho consuetudinario dentro del cual se empieza a crear riqueza y a contribuir, a través de ella, al sostenimiento de una provincia desfalleciente. Nadie organiza conscientemente esta revolución sobre un mapa: ella es espontánea, una suma de decisiones particulares de la vida diaria entre gentes que padecen una problemática semejante. El resultado es la economía sumergida, la economía de la sombra. Muchos pueblos a lo largo de la historia optaron por crear riqueza a un costado de la ley cuando los sistemas legales y los constreñimientos sociales impedían el libre acceso de la población emergente a las fuentes de la riqueza (Vargas Llosa, 1993:152 y ss.). Así comenzó a proliferar el comercio ambulatorio, servicios de guardacoches, limpiaautos, la construcción “cuentapropista”, pequeñas industrias, puestos de comidas, ferias francas, donde los propios productores acercan a los consumidores los bienes producidos, contribuyendo de esta manera al sostenimiento de sus hogares. Y si bien el fenómeno de los piqueteros es relativamente nuevo, de no haberse implementado esa economía informal, los piquetes habrían comenzado mucho antes, como respuesta desesperada a la angustia de no poder alimentar a los hijos.
Las restricciones al crecimiento, impuestas por un modelo de acumulación que concentra financieramente y excluye socialmente, requiere con urgencia, en provincias marginales, la adopción de políticas superadoras basadas en una fuerte presencia estatal que gradualmente transfiera su conducción a la gruesa porción de la comunidad comprendida en la estrategia trazada. Esta consiste en la incorporación planificada de los diversos factores de producción, infraestructura, equipamiento, instituciones oficiales y no oficiales, y sistemas de control y evaluación a partir de un objetivo central:
“Superar las condiciones del atraso, la pobreza, la desocupación y la desigualdad, optimizando el aprovechamiento de los recursos humanos, naturales, productivos y de servicios existentes en todo el territorio de la provincia del Chaco”.
UNA PROPUESTA
Al analizar nuestro presente, podemos decir como Caveri, que “nuestra tarea no puede ser como la del fotógrafo frente a alguien que se ahoga, y le saca fotos científicamente documentales, sin tirarle un mano”. También se puede decir, como Schumacher, que “nuestra tarea no puede ser repartir pescado, sino la de enseñar a pescar y realizar juntos los aparejos sencillos para una pesca productiva y amable”.
Se hace cada vez más necesario tomar conciencia de que la realidad está configurada por una gran cantidad de factores que se interrelacionan con vínculos de diversa naturaleza, cuyo análisis, tratamiento y respuesta no puede ni debe ser desagregado, decodificado ni simplificado, ni adaptado según nuestras limitaciones intelectuales, profesionales o ideológicas. Se requiere una profunda voluntad y una fuerte convicción para encarar de manera interactiva y sistemática a esta compleja realidad. Entre muchas otras, las pautas básicas a seguir podrán ser las siguientes:
1. Definir participativamente que metas económicas y sociales deberán tener prioridad, y relacionar orgánicamente los objetivos con los modelos territoriales.
2. Los fines culturales, políticos y económicos deberán tener en cuenta las capacidades tecnológicas.
3. Diseñar un programa lógico de desarrollo que se oriente al establecimiento de asentamientos agrícolas reunidos. Podrán adoptar formas diversas: microgranjas agrupadas, cooperativas de trabajo, etc.
4. Establecer las relaciones reciprocas entre el sector público y el privado, asignando a cada uno de ellos tareas apropiadas de desarrollo. Una posible dependencia de “las poderosas fuerzas de la espontaneidad”, pueden crear una economía doble, desigual y frágil de ciudadanos acomodados y consumistas y campesinos pobres y analfabetos. Es imprescindible planear cuidadosamente una distribución geográfica de la población y una asignación territorial de los recursos. En la mayoría de los países, las poblaciones prefieren concentrarse en las regiones privilegiadas y dentro de los confines de las áreas metropolitanas. Esta es una tarea compleja, que deberá centrar su atención en comunidades de diversos tamaños, cada una de ellas con sus funciones apropiadas, según la teoría de lugares centrales y/o jerarquía de centros (Zamorano, 1992:49 y ss.).
5. Trabajar con presupuestos medianos para que no pase lo mismo que en Yacyretá y otros numerosos tristes ejemplos. Tener capacidad de reacción ante probables cortes sorpresivos en el suministro de dinero.
En la planeación rural, los intereses de los campesinos deben constituir la preocupación primordial y cualquier tentativa para reconstruir el campo fracasará si no se toman en cuenta todas las circunstancias de su vida. El problema radica en cómo poner al alcance de los hombres del campo las instalaciones y servicios, así como las oportunidades de vida que se consideran indispensables en la actualidad como herencias normales y corrientes de los habitantes urbanos. Así, una resolución apropiada de la antinomia campo - ciudad, se convierte en la esencia misma de la planificación. Esta no solo debe preocuparse por los métodos para lograr una producción agrícola eficiente, sino al mismo tiempo, deberá tomar en consideración comunidades que puedan garantizar cierta equidad social, para obtener unidad y estabilidad social y aprovechar al máximo el esfuerzo, el ingenio y la lealtad de sus habitantes.
Considerando estos objetivos, la microplanificación debe preocuparse por los planes que reduzcan la fatiga y contribuyan a salvaguardar la salud de los trabajadores, mientras que la macroplanificación deberá integrar todos los componentes necesarios, económicos, de bienestar, culturales y educativos, en un sistema significativo y útil, que galvanice a la gente, para hacerle emprender una acción social que permita alcanzar las metas acordadas.
La incontrolable aglomeración humana en los centros urbanos de mayor jerarquía, podrá ser regulada a través de una estrategia global que permita la planificación del desarrollo a partir de pautas que no solo reduzcan las migraciones internas sino que, además, provoquen la descentralización de la población, con planes de urbanización rural. Esto es, llevar al campo un mínimo de los beneficios que ofrece la ciudad, a fin de adecuar la vida rural a los nuevos requerimientos humanos. La finalidad general de la planificación territorial debe ser evitar la superurbanización de las zonas metropolitanas, desarrollando una jerarquía de centros urbanos (Zamorano, 1992:46 y ss.) adecuadamente dispersos y de tamaños variables, capaces de realizar ciertas funciones convenientes de plaza central.
La provincia cuenta con recursos no utilizados, subutilizados o mal utilizados; esto significa que hay una perdida permanente de posibilidades reales por ineficiencia. Existe simultáneamente una demanda creciente de oportunidades de trabajo de grandes sectores humanos marginados, desocupados o subocupados, excluidos del sistema productivo por un modelo económico que se realimenta precisamente de la marginalidad (bajo costo de la mano de obra, trabajo estacional, temporario, etc.). La existencia de grandes extensiones de tierras fiscales permite, todavía, planificar desde el punto de vista físico, poniendo sobre el actual mapa político, el mapa futuro de asentamientos humanos productivos (Palomo, 1993:106). En síntesis, la estrategia se basa en el empleo de recursos humanos y naturales que existen, pero no son utilizados plenamente (profesionales y técnicos) o no participan del sistema productivo (tierras fiscales, recursos naturales y capacidad humana).
El PROGRAMA INTEGRAL DE RECONVERSIÓN PRODUCTIVA[5]
El Programa Integral de Reconversión Productiva consiste en articular racionalmente, en principio desde el Estado, todos aquellos elementos, actualmente inconexos, y relacionarlos funcionalmente, configurando un sistema apto para el crecimiento y el desarrollo provincial y regional. “La ordenación se basa en la necesidad de homogeneizar, hasta donde sea posible y prudente, el desarrollo de la sociedad sobre un territorio muy diferenciado, tratando de orientar la evolución de sus diferentes componentes en función del bien común. En esta tarea participan numerosos agentes o autores: los ciudadanos, las empresas, las corporaciones, las empresas multinacionales, las comunidades regionales y locales y hasta el propio Estado. A veces los intereses pueden ser convergentes, muchas otras son contradictorios entre sí. El rol del Estado es el de armonizar estos intereses en sí legítimos y lograr concertar sus objetivos. Una política de ordenación territorial, para que sea exitosa, debe ser consensuada entre los distintos actores y, sobre todo, debe poseer un consenso general entre las diferentes corrientes políticas que se alternen en el ejercicio del gobierno” (Roccatagliata, 1994:40).
Es probable que la mayor inversión inicial sea intelectual. La fuerte presencia de profesionales y técnicos ligados a la administración del gobierno es una exigencia ineludible e imprescindible sin la cual no será posible garantizar los resultados esperados; y “si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos cada vez en mayor número, para este desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación” (Populorum Progressio). De la misma manera, la participación efectiva de los sectores humanos incorporados como beneficiarios de este programa debe significar un reaseguro del mismo. Será necesario evitar en todo el proceso rasgos de paternalismo que dificulten o anulen los resultados del objetivo final que consiste en la autogestión y evolución independiente.
La fuerte presencia inicial del Estado no hace mas que poner en paridad de condiciones a un importante sector de la población en condiciones de pobreza extrema, asegurándole su derecho al trabajo productivo. Esto incluye un conjunto de medidas (objetivos parciales) tales como:
a) Descentralización de población.
b) Generación de nuevos asentamientos humanos.
c) Consolidación de pueblos y ciudades existentes.
d) Optimización del uso de recursos (agua, suelo, clima, etc.).
e) Racionalizar la utilización de infraestructura y equipamiento.
f) Desencadenar una fuerte política de capacitación para la producción.
g) Alentar las formas asociativas de producción, basadas en un profundo sentido solidario.
h) Promover una intensiva participación de los recursos profesionales y técnicos multidisciplinarios, estatales o no, en tareas de promoción social, capacitación técnica y extensión productiva a fin de minimizar los riesgos y optimizar los resultados de todas y cada una de las experiencias a emprender.
ACCIONES TERRITORIALES
Se define como área de interés del programa a todo el territorio provincial, con responsabilidades especificas a nivel departamental, los que deberán asistir logísticamente cada experiencia en su distrito o área de influencia. Se priorizará la ocupación productiva de las tierras fiscales disponibles en los doce departamentos con necesidades básicas insatisfechas que en el mapa de la pobreza a nivel nacional presentan a la provincia en una lamentable tabla de posiciones.
DESTINATARIOS
I. Pequeños productores rurales;
II. Obreros rurales y trabajadores transitorios agropecuarios;
III. Pobladores urbanos de origen rural;
IV. Juventud agraria y urbana;
V. Población desocupada o sub-ocupada.
Se debe tener en cuenta las dificultades en el proceso de adaptación, y, por ende, en la velocidad a la que se desarrollarán las acciones.
ACCIONES ESPECÍFICAS
A. Organización:
1. Creación, a nivel de Municipios de Unidades de Desarrollo Local, que se articulen a nivel provincial, en una Unidad de Desarrollo Provincial.
B. Capacitación obligatoria y permanente:
1. Formación básica e instrucción orientada a la producción.
2. Aprendizaje de economía y administración.
3. Adiestramiento y preparación para el desarrollo de y en la comunidad.
4. Formación técnica.
5. Otros.
C. Participación activa de la población, a través de encuentros, jornadas, seminarios, donde se discutan los temas de interés de la comunidad.
ORGANISMOS PARTICIPANTES
A. Nacionales:
1. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, y de manera especial el INTA.
2. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente.
3. Universidad Nacional del Nordeste.
4. Universidad Tecnológica Nacional.
B. Provinciales:
1. Poder legislativo: Legislación específica, control y evaluación de resultados.
2. Poder ejecutivo: Instituto de Colonización, Dirección de Catastro, Ministerio de Producción, Secretaría de Acción Social, Ministerio de Educación.
C. Municipales:
1. Concejos Deliberantes
2. Secretarías de la Producción.
3. Unidades de Desarrollo Local.
D. Privados
1. Organizaciones de productores.
2. Cámaras empresarias.
3. Comisiones vecinales.
Perón decía que “en la comunidad organizada cada uno debe producir al menos lo que consume” (Turk, 1996a). Y una comunidad debe estar organizada a partir del uso planificado racionalmente de los recursos humanos, naturales y productivos, articulados en un sistema solidario, capaz de generar un proceso de evolución permanente y autosustentable a partir del trabajo productivo que tenga una real inserción en el mercado. “… ha sido frecuente el estudio de los resultados de los procesos de decisión, la objetivación de esos procesos, pero no el proceso en sí. No se puede tener una visión completa de una organización si no se penetra en el análisis del mecanismo de la decisión y de sus relaciones con el proceso cognitivo de los hombres que han elaborado esa organización. Pero mucho menos se pueden obviar esos temas cuando se quiere hacer nuevas propuestas de organización” (Ostuni, en Roccatagliata, 1994:114).
LAS UNIDADES DE DESARROLLO LOCAL
Para articular el programa de desarrollo de cada comunidad, se propone que a nivel de cada municipio se formen Unidades de Desarrollo Local, constituidas por las instituciones nombradas anteriormente y otras que pudieran existir en cada localidad, que deberán apuntalar el desarrollo en su zona de influencia, planteándose, entre otros, los siguientes objetivos:
· Elaborar un padrón de productores, comerciantes, industriales, etc., de la zona de influencia de la Unidad.
· Planificar un escenario de desarrollo para los próximos diez años.
· Discutir y consensuar propuestas productivas zonales, con un fuerte énfasis en lo asociativo.
· Apuntalar y promover el desarrollo local y las experiencias de comercialización en los mercados locales.
· Evitar superposiciones entre los beneficiarios de distintos programas.
En el mediano plazo, se articularán las distintas estrategias locales, buscando formular un Programa Provincial de Desarrollo, consistente en articular racionalmente las tareas que se realizan desde el Estado y desde Instituciones privadas, configurando un sistema apto para el crecimiento provincial, con una participación efectiva y activa de los propios interesados.
CONCLUSIÓN
Jorge Luis Borges decía que “tenemos que luchar para que la realidad se parezca, al menos en algo, a nuestros sueños”, y para ello debemos “encontrar el camino justo entre lo deseable y lo posible” (Roccatagliata, 1994:17).
No solo es un reto político, sino una responsabilidad permanente y una necesidad urgente, ayudar a encontrar caminos creativos y solidarios, que a partir del hábitat particular de cada beneficiario, permitan a las mayorías en inferioridad de condiciones, humanizar sus vidas y ser mas dueñas de su destino, tener más peso en el conjunto de la sociedad para poder contribuir en la construcción, entre todos, de una nueva sociedad, una nueva civilización centrada en la solidaridad. No es con tecnología de punta ni con artificios económicos ni con caridad asistencial como se va a resolver esta dramática situación. Este es un problema político reconocido pero no asumido, tal vez por anacrónicas ataduras ideológicas, por quienes tienen el mandato de hacerlo. Y no podemos eludir la responsabilidad que tenemos de diseñar el futuro. Esta es nuestra responsabilidad, urgente e impostergable.
BIBLIOGRAFÍA
· Galli, Alfredo; Rulli, Jorge Eduardo y Leoni, Carlos 2000 Argentina - Deforestación en el Chaco. Grupo de Reflexión Rural - Mimeo - Buenos Aires.
· Hedstrom, Ingemar Planteo preliminar Ecológico. En Cultura, Ética y Religión frente al desafío ecológico. Pp. 9 a 18. Centro de investigación y Promoción Franciscano y Ecológico (CIPFE). Montevideo. 1989.
· Manchón, María Josefina Gutiérrez de y Civit, María Estela Furlani 1993 Geografía Agraria. Organización del espacio rural y sistemas agrarios. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
· Montiel, Gloria Zamorano de 1994 Geografía Regional. Paisaje y clasificaciones. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
· Palomo, Isabel Codes de 1993 Ecogeografía. La complejidad del medio ambiente. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
· Pérez Lindo, Augusto s/f Nuevos paradigmas y cambios en la conciencia histórica. Volumen 4. EUDEBA.
· Roccatagliata, Juan A. 1994 Geografía y Políticas Territoriales. La ordenación del espacio. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
· Rulli, Jorge Eduardo 2000 Carta Abierta al Secretario de Medio Ambiente. Grupo de Reflexión Rural. 16 de Noviembre del 2000. Buenos Aires.
· Sejenovich, Sergio La Planificación del Desarrollo y la Cuestión Ambiental.
· Turk, Carlos Alberto 1996 Fundamentos para el Proyecto de Reconversión Productiva Asistida. Mimeo. Resistencia.
· Vargas Llosa, Álvaro 1993 La Contenta Barbarie. Colección Documento. Editorial Planeta. Barcelona.
· Zamorano, Mariano 1992 Geografía Urbana. Forma, funciones y dinámica de las ciudades. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
[1] Trabajo presentado a la Maestría y Especialización en Desarrollo Social - Facultad de Humanidades - UNNE. Marzo de 2001.
[2] Pérez Lindo, en “Nuevos paradigmas y cambios en la conciencia histórica” (pp. 118), sostiene que la amenaza del apocalipsis nuclear ha sido desactivada luego de los acuerdos entre EE.UU. y URSS. Considero que si bien una de las potencias ha sido derrotada, la amenaza continúa pendiente, no solo por el armamento nuclear, sino también por el biológico.
[3] El Gran Resistencia ostenta el triste privilegio de ser el segundo conurbano mas pobre del país, junto con Palpalá, en la provincia de Jujuy.
[4]Hasta hace pocos años atrás era común escuchar decir: “Tengo un campo que no sirve para nada, está lleno de algarrobos”.
[5] Las ideas referidas a este programa me fueron transmitidas por el Arq. Carlos Alberto Turk.
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