martes, 28 de octubre de 2014

EL FRENTE PARA LA VICTORIA RECORDÓ A NESTOR kIRCHNER



EL FRENTE PARA LA VICTORIA RECORDÓ A NESTOR kIRCHNER
Con un acto realizado en la Plazoleta Evita de la ciudad de Presidencia de la Plaza, se realizó un homenaje a Néstor Kirchner, a cuatro años de su partida. Participaron del mismo integrantes del Frente para la Victoria, destacándose la presencia de los concejales Rosana Gómez y Rito Giménez; Viviana Ávila de Unidos y Organizados; el referente de la CANPO Gerardo Martínez, Francisco Tortella del Frente para el Cambio; Alberto Verón, referente de los movimientos barriales y Cristian Romero de La Cámpora.
Se recordó a un presidente que reconcilio a la sociedad con la política, se homenajeó a un militante de la unidad latinoamericana, quien murió siendo el primer Secretario General de la UNASUR. Los presentes coincidieron en remarcar que el mejor homenaje que le pudo brindar la historia a cuatro años de su partida, fue el triunfo de Dilma Roussef en Brasil y Tabaré Vásquez en Uruguay, continuadores del sueño de una Latinoamérica unida.
Se remarcó mediante el discurso de los principales referentes su compromiso y apoyo a la continuidad y profundización del modelo de desarrollo e inclusión social que comenzara Kirchner y que hoy continúa Cristina Fernández.
Se insistió que el mejor homenaje que se puede brindar a un militante popular, es continuar trabajando para que sus sueños sean realidad. Para ello se mencionó la necesidad de conformar un frente municipal de cara a las próximas elecciones, como un espacio político plural y amplio que tenga como objetivo en común la felicidad del pueblo placeño, haciendo un llamado a la unión de todos los partidos que apoyen el proyecto nacional iniciado por Néstor Kirchner, para recuperar el valor de la política como vocación de servicio en la búsqueda del bien común, para recuperar y fortalecer un Estado Municipal activo y presente, como Estado más cercano a la gente; para construir un Estado Municipal que sea el gestor del desarrollo local, que se involucre activamente en la resolución de los problemas que tienen los vecinos: educación, trabajo, seguridad, salud, trabajo, producción.

jueves, 16 de octubre de 2014

SESENTA Y NUEVE AÑOS HAN PASADO…



SESENTA Y NUEVE AÑOS HAN PASADO…
Sesenta y nueve años han pasado desde aquel glorioso e inolvidable, aunque durante décadas ocultado, 17 de Octubre.
Sesenta y nueve años han pasado desde que el pueblo trabajador decidiera dar vuelta la página de la historia de décadas de gobiernos golpistas, corruptos, encaramados en el poder por la fuerza de las armas o del fraude electoral, después de “la Década Infame”.
Sesenta y nueve años han pasado desde que el pueblo trabajador saliera a conquistar la libertad del hombre que le había devuelto derechos, que le había devuelto la capacidad de soñar, que le había devuelto la esperanza de lograr definitivamente “esa Argentina grande con que San Martín soñó”.
Sesenta y nueve años han pasado de aquel momento histórico que Raúl Scalabrini Ortiz, un hombre del pensamiento nacional y popular, recordaría de forma épica: “El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. (...)Era el subsuelo de la patria sublevado. (...) Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.
Sesenta y nueve años han pasado de una fecha que pertenece a la historia de la Patria, una fecha que pertenece a la historia del pueblo argentino. Esta fecha es una Fecha Patria: si nada fue igual después del 25 de mayo de 1810, ni después del 9 de julio de 1816, tampoco nada fue igual después del 17 de octubre de 1945. Esta fecha le costó a la Argentina tanto como aquellas. Nuestros hijos deberían tener acto en las escuelas para conmemorarla, porque la educación es lo que es hoy “libre, laica, gratuita” entre otras cosas, gracias a que existió ese día. Si quienes somos hijos de empleados rurales, de obreros, hemos podido acceder a la Universidad y tener un título profesional, es gracias a que ocurrió esa fecha.
No olvidar aquel 17 nos renueva energías y nos dignifica ideológicamente. Nada nos pasa sin ser los protagonistas y aquel día el pueblo fue el protagonista. El mejor homenaje que podemos realizar quienes hoy nos asumimos parte del Frente para la Victoria es seguir buscando día a día y desde el lugar que nos toque, la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria. Esto  significa varias cosas, la primera: trabajar para continuar resolviendo las desigualdades, para terminar con que pocos se llevan una gran torta y muchos pelean por muy poco. La segunda: continuar avanzando en el proceso de integración regional latinoamericano y desde ahí discutir con los países centrales.
Hoy nos toca seguir construyendo el proyecto nacional, nos toca continuar defendiendo y generando más fuentes de trabajo, ampliando  la seguridad social, mejorando la inversión en ciencia y tecnología, construyendo obras de infraestructura para el desarrollo, continuando con el proceso de transformación para construir definitivamente una nación soberana con desarrollo económico, inclusión social y movilidad ascendente. Proteger a nuestro pueblo es construir una sociedad con valores en donde la inclusión social educativa, el desarrollo de la actividad deportiva y cultural conjuntamente con  la promoción y el estímulo al trabajo con salarios dignos permitan  hacer realidad las banderas históricas de soberanía política, independencia económica y justicia social, con un pueblo movilizado como fuerza central de un proyecto que debe continuar cambiando la Argentina.
Perón dijo que “las nuevas generaciones tenemos un mandato histórico. Este mandato se cumple o se traiciona”. Nuestra decisión es cumplirlo para seguir siendo protagonistas de esta Argentina y lograr una Patria más justa para tod*s.

Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); Octubre de 2014

sábado, 24 de mayo de 2014

ONCE AÑOS DESPUES



ONCE AÑOS DESPUES
El 25 de mayo de 2003 comenzaba un nuevo período de gobierno constitucional en nuestro país. Néstor Kirchner, hasta entonces gobernador de Santa Cruz, había sido elegido presidente de la nación luego de que Carlos Menem, quien había obtenido más votos en las elecciones de abril, renunciara a la segunda vuelta, intentando debilitar a un hombre que sabía que le iba a ganar en las urnas.
Personalmente venía con el lomo garroteado por sucesivas decepciones y me resultaba difícil creer a quien anunciaba en su discurso inaugural “Es que nos planteamos construir prácticas colectivas de cooperación que superen los discursos individuales de oposición. En los países civilizados con democracias de fuerte intensidad, los adversarios discuten y disienten cooperando. Por eso los convocamos a inventar el futuro. Venimos desde el sur del mundo y queremos fijar, junto con todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo, para, de esa manera, crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver”.
Había pasado poco menos de un año y medio desde que la gente gritaba en las plazas “que se vayan todos”. Había vivido el regreso de la democracia en 1983 como “una entrada a la vida”, tal como lo expresaba uno de los lemas electorales de la campaña de Alfonsín y sin haberlo votado, me alegró que triunfara un hombre que en su campaña decía que “con la democracia se come, se cura y se educa”, prometiendo “levantar la cortina de todas las fabricas” para industrializar nuevamente el país, y que con esperanzas vi que en diciembre de 1983 se creaba la CONADEP, que en abril de 1885 se iniciaba el juicio por los crímenes del Proceso, pero que unos días mas tarde, ante una Plaza de Mayo colmada con 200 mil personas que habían respondido a la convocatoria para fundar una nueva república, el Presidente anunciaba que había que implantar “una economía de guerra” y promovía “el ahorro forzoso”, anunciando que “no habrá mejoras en el nivel de vida”.
Era difícil creer las palabras de quien decía “No es necesario hacer un detallado repaso de nuestros males para saber que nuestro pasado está pleno de fracasos, dolores, enfrentamientos, energías malgastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar seriamente a los dirigentes con sus representados. Al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí” para quien vio como en 1987 y respondiendo al pedido de defender la democracia, ese mismo presidente anunciaba ante el pueblo que “la casa está en orden”, enviando al día siguiente el proyecto de Ley de “Obediencia Debida” que completaba la Ley de Punto Final, que aseguraba impunidad a los genocidas.
No me resultaba fácil creer que “El cambio implica medir el éxito o el fracaso de la dirigencia desde otra perspectiva. Discursos, diagnósticos sobre las crisis, no bastarán ni serán suficientes. Se analizarán conductas y los resultados de las acciones. El éxito se medirá desde la capacidad y la decisión y la eficacia para encarar los cambios a quien había visto a un candidato que revoleaba un poncho rojo y usaba patillas como Facundo Quiroga mientras prometía la Revolución Productiva y el Salariazo, pasar luego a un programa económico neoliberal, abandonar la Organización de Países No Alineados e indultar a los militares genocidas.
Creer que era cierto cuando se decía Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”, cuando recordaba que unos pocos meses atrás había visto huir en helicóptero de la Casa Rosada a un presidente que habiendo prometido ser el maestro, el médico de los argentinos, había iniciado su mandato con dos muertos en Corrientes, había reprimido en abril de 2000 una protesta sindical frente al Congreso de la Nación y el 3 de mayo del mismo año en Salta, en otro hecho represivo, había asesinado otro manifestante, dejando una treintena de muertos el 20 de diciembre de 2001.
"No he pedido ni solicitaré cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos” nos decía el 25 de mayo de 2003, en su discurso inaugural Néstor Carlos Kirchner. No me resultó fácil creer, pero sus acciones me convencieron que era posible gestionar con el Pueblo y para el Pueblo, y que era posible trabajar para hacer realidad “los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales”.
Pasaron once años. Los temores a una nueva frustración que tuve aquel 25 de mayo no fueron reales. Néstor ya no está con nosotros, pero nos convenció que era posible transformar la realidad a través de la política y la militancia.
Y sigo aportando para que sea realidad aquel sueño que nos propusiera: “quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo”.

Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 24 de mayo de 2014

ONCE AÑOS DESPUES



ONCE AÑOS DESPUES
El 25 de mayo de 2003 comenzaba un nuevo período de gobierno constitucional en nuestro país. Néstor Kirchner, hasta entonces gobernador de Santa Cruz, había sido elegido presidente de la nación luego de que Carlos Menem, quien había obtenido más votos en las elecciones de abril, renunciara a la segunda vuelta, intentando debilitar a un hombre que sabía que le iba a ganar en las urnas.
Personalmente venía con el lomo garroteado por sucesivas decepciones y me resultaba difícil creer a quien anunciaba en su discurso inaugural “Es que nos planteamos construir prácticas colectivas de cooperación que superen los discursos individuales de oposición. En los países civilizados con democracias de fuerte intensidad, los adversarios discuten y disienten cooperando. Por eso los convocamos a inventar el futuro. Venimos desde el sur del mundo y queremos fijar, junto con todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo, para, de esa manera, crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver”.
Había pasado poco menos de un año y medio desde que la gente gritaba en las plazas “que se vayan todos”. Había vivido el regreso de la democracia en 1983 como “una entrada a la vida”, tal como lo expresaba uno de los lemas electorales de la campaña de Alfonsín y sin haberlo votado, me alegró que triunfara un hombre que en su campaña decía que “con la democracia se come, se cura y se educa”, prometiendo “levantar la cortina de todas las fabricas” para industrializar nuevamente el país, y que con esperanzas vi que en diciembre de 1983 se creaba la CONADEP, que en abril de 1885 se iniciaba el juicio por los crímenes del Proceso, pero que unos días mas tarde, ante una Plaza de Mayo colmada con 200 mil personas que habían respondido a la convocatoria para fundar una nueva república, el Presidente anunciaba que había que implantar “una economía de guerra” y promovía “el ahorro forzoso”, anunciando que “no habrá mejoras en el nivel de vida”.
Era difícil creer las palabras de quien decía “No es necesario hacer un detallado repaso de nuestros males para saber que nuestro pasado está pleno de fracasos, dolores, enfrentamientos, energías malgastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar seriamente a los dirigentes con sus representados. Al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí” para quien vio como en 1987 y respondiendo al pedido de defender la democracia, ese mismo presidente anunciaba ante el pueblo que “la casa está en orden”, enviando al día siguiente el proyecto de Ley de “Obediencia Debida” que completaba la Ley de Punto Final, que aseguraba impunidad a los genocidas.
No me resultaba fácil creer que “El cambio implica medir el éxito o el fracaso de la dirigencia desde otra perspectiva. Discursos, diagnósticos sobre las crisis, no bastarán ni serán suficientes. Se analizarán conductas y los resultados de las acciones. El éxito se medirá desde la capacidad y la decisión y la eficacia para encarar los cambios a quien había visto a un candidato que revoleaba un poncho rojo y usaba patillas como Facundo Quiroga mientras prometía la Revolución Productiva y el Salariazo, pasar luego a un programa económico neoliberal, abandonar la Organización de Países No Alineados e indultar a los militares genocidas.
Creer que era cierto cuando se decía Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”, cuando recordaba que unos pocos meses atrás había visto huir en helicóptero de la Casa Rosada a un presidente que habiendo prometido ser el maestro, el médico de los argentinos, había iniciado su mandato con dos muertos en Corrientes, había reprimido en abril de 2000 una protesta sindical frente al Congreso de la Nación y el 3 de mayo del mismo año en Salta, en otro hecho represivo, había asesinado otro manifestante, dejando una treintena de muertos el 20 de diciembre de 2001.
"No he pedido ni solicitaré cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos” nos decía el 25 de mayo de 2003, en su discurso inaugural Néstor Carlos Kirchner. No me resultó fácil creer, pero sus acciones me convencieron que era posible gestionar con el Pueblo y para el Pueblo, y que era posible trabajar para hacer realidad “los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales”.
Pasaron once años. Los temores a una nueva frustración que tuve aquel 25 de mayo no fueron reales. Néstor ya no está con nosotros, pero nos convenció que era posible transformar la realidad a través de la política y la militancia.
Y sigo aportando para que sea realidad aquel sueño que nos propusiera: “quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo”.

Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 24 de mayo de 2014