El 20 de enero de 1961 moría en el hospital del pueblo Gobernador Racedo (hoy Cerrito), Juan Cancio Martínez; hijo de Lucía Cian, una inmigrante friulana austriaca -probablemente de origen eslavo-, que en 1884 había llegado a Entre Ríos junto con su abuela Lucía, su tía paterna Teresa, sus cinco hermanos -Masimilo (conocido por su nombre castellanizado de Emiliano ), Virginia, Clemente (Clementino), Egidio y Ana- y sus padres Giussepe y Rigina. El padre de Juan Cancio, Anacleto Martínez, era nieto de Santiago Martínez, un santafesino que cruzó el río Paraná en las primeras décadas del siglo XIX y fuera el fundador del pueblo Antonio Tomás.
Juan Cancio era descendiente en 12º generación de Pedro Juan de Santa Cruz, un toledano que integró la expedición del español Juan de Salazar y Espinoza que el 15 de agosto de 1537 fundó Asunción del Paraguay. Juan González de Santa Cruz -hijo de Pedro Juan, hermano de San Roque González de Santa Cruz y abuelo en 11º generación de Juan Cancio-, se alistó en la expedición de Juan de Garay para fundar Santa Fe, siendo su vecino fundador en 1573. Su nombre aparece en el primer instrumento jurídico santafesino, la mismísima acta fundacional firmada por Juan de Garay, quien lo designa regidor, tal como figura en el fragmento del Acta de la fundación de Santa Fe la Vieja, hoy Cayastá:
“(...) así yo, en nombre de su Majestad y de dicho Señor Gobernador, nombro y señalo por alcalde a Juan Espinosa y a Ortuño de Arbildo y por Regidores a Benito de Morales Hernando de Salas y a Mateo Gil y a Domingo Ramírez y a Lázaro Beñalvo y a Juan Santa Cruz y así, en nombre de su Majestad v de dicho Señor Gobernador, les doy poder y facultad para que usen y ejerzan los dichos oficios de Alcalde v Regidores en aquellas casas y cosas convenientes a ellos tocantes (…)”
Del matrimonio de Anacleto Martínez y Lucía Cian, celebrado el 1 de septiembre de 1891, nacieron diez hijos. El mayor, Juan Cancio, nacido el 15 de abril de 1893, probablemente cursara sus estudios en la Escuela Fiscal Nº 45 del pueblo General Paz, primera escuela fundada en Colonia Cerrito en 1886, la cual se encontraba distante 10 kilómetros desde su casa paterna.
Juan Cancio Martínez, rodeado de algunos de sus hijos: Oneglia,Héctor y Lucía; frente a Juan Cancio, su esposa Blanca (Fotografía gentileza de Juana Schuler de Martínez). |
Al morir su padre en 1917, debió llevar adelante el trabajo de la chacra junto a sus hermanos menores. En la década de 1920 fue uno de los fundadores de la cooperadora de la Escuela Nº 70, la escuela de tablas que se encontraba a corta distancia de su casa natal y del campo que había adquirido con su hermano Apolonio, el cual llevaba por nombre El Nacer; fue también el primer presidente de la cooperadora de la escuela donde era maestro y director Desiderio Villanueva, quien se convertiría en su cuñado al casarse con una de sus hermanas, Blanca Eufemia Manuela, con quien tuvo siete hijos: Oneglia Gregoria Margot, Cancio Anacleto Rubén, Héctor, Blanca Delmira, Elio Enedín, Helvio Danilo y Lucía Vicenta.
Militante radical, simpatizó con el movimiento revolucionario que encabezara Edelmiro Farell el 6 de junio de 1943, siendo designado comisario de la Comisaría de Gobernador Racedo, cargo que ocupó por menos de dos años. Su enconado antiperonismo llegó al extremo de prohibirles a sus hijos ingresar a la casa con imágenes de Perón o Evita, por lo que estos, al regresar de la escuela, debían pasar por el galpón y dejar allí los textos escolares con estas representaciones pictóricas. Estas posiciones las mantuvo incluso con dirigentes de su propio partido: producido el golpe cívico, militar y eclesiástico que derrocara a Perón, regresando Ricardo Balbín de su destierro en Paraguay, fue agasajado por los radicales cerritenses con una cena que se realizara en la zona. Como Juan Cancio y otros correligionarios no estaban de acuerdo con el sector balbinista, fueron al mitin, pero se quedaron del lado de afuera del alambrado.
Respecto de la causa que provocara su muerte, su hijo Nilo relata que el 24 de diciembre de 1960, en las cercanías del pueblo San Julián (Estación El Pingo, cerca de donde muriera en 1973 su hermano Elio), sucedió un accidente donde varios primos y primas Martínez fueron atropelladas en un carro cuando volvían de una fiesta de aquel pueblo; por la época -donde no había tantos medios de comunicación-; y por la fecha, estos estuvieron casi toda la noche tirados a la vera del camino hasta que fueron socorridos. Este suceso hizo que se pusiera muy nervioso, ya que todos permanentemente le mencionaban este hecho tan doloroso para la familia.
El 4 de enero de 1961, cuando regresaba de Cerrito a su casa, luego de mantener una reunión con el movimiento rural con el que estaba comprometido, se cayó del sulky que conducía y, aunque se levantó por sus propios medios y regresó a su casa, no quedó claro si fue este accidente el que le produjo un coagulo sanguíneo o si este ya estaba dando vueltas por su cuerpo e hizo que se descompusiera, cayéndose del sulky. El día 6 fue a visitar a su hija Oneglia, madre primeriza, haciendo comentarios en relación a su nieta Imelda -nacida el anterior 26 de diciembre-, refiriendo que era “una gringuita hermosa”. En esta visita se descompuso y su hijo Héctor -que lo acompañaba-, llamó al Dr. Elías, quien lo internó, pero ya no pudo recuperarse; ese coagulo le tapó el corazón y lo mató el 20 de enero de 1961, cinco meses después que el mayor de sus hijos varones emigrara de la provincia, buscando un mejor porvenir que no vislumbraba en la chacra de sus padres.
Hoy en el Cementerio de General Paz, junto a sus padres, junto a tres de sus hijos, junto a su esposa, descansa el hombre que decía: “No hay que dejar de sembrar por miedo a los caranchos”.
Gerardo Roberto Martínez
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