miércoles, 20 de enero de 2021

A 60 años de la muerte de Juan Cancio Martínez

El 20 de enero de 1961 moría en el hospital del pueblo Gobernador Racedo (hoy Cerrito), Juan Cancio Martínez; hijo de Lucía Cian, una inmigrante friulana austriaca -probablemente de origen eslavo-, que en 1884 había llegado a Entre Ríos junto con su abuela Lucía, su tía paterna Teresa, sus cinco hermanos -Masimilo (conocido por su nombre castellanizado de Emiliano ), Virginia, Clemente (Clementino), Egidio y Ana- y sus padres Giussepe y Rigina. El padre de Juan Cancio, Anacleto Martínez, era nieto de Santiago Martínez, un santafesino que cruzó el río Paraná en las primeras décadas del siglo XIX y fuera el fundador del pueblo Antonio Tomás.

Juan Cancio era descendiente en 12º generación de Pedro Juan de Santa Cruz, un toledano que integró la expedición del español Juan de Salazar y Espinoza que el 15 de agosto de 1537 fundó Asunción del Paraguay. Juan González de Santa Cruz -hijo de Pedro Juan, hermano de San Roque González de Santa Cruz y abuelo en 11º generación de Juan Cancio-, se alistó en la expedición de Juan de Garay para fundar Santa Fe, siendo su vecino fundador en 1573. Su nombre aparece en el primer instrumento jurídico santafesino, la mismísima acta fundacional firmada por Juan de Garay, quien lo designa regidor, tal como figura en el fragmento del Acta de la fundación de Santa Fe la Vieja, hoy Cayastá:

“(...) así yo, en nombre de su Majestad y de dicho Señor Gobernador, nombro y señalo por alcalde a Juan Espinosa y a Ortuño de Arbildo y por Regidores a Benito de Morales Hernando de Salas y a Mateo Gil y a Domingo Ramírez y a Lázaro Beñalvo y a Juan Santa Cruz y así, en nombre de su Majestad v de dicho Señor Gobernador, les doy poder y facultad para que usen y ejerzan los dichos oficios de Alcalde v Regidores en aquellas casas y cosas convenientes a ellos tocantes (…)”

Del matrimonio de Anacleto Martínez y Lucía Cian, celebrado el 1 de septiembre de 1891, nacieron diez hijos. El mayor, Juan Cancio, nacido el 15 de abril de 1893, probablemente cursara sus estudios en la Escuela Fiscal Nº 45 del pueblo General Paz, primera escuela fundada en Colonia Cerrito en 1886, la cual se encontraba distante 10 kilómetros desde su casa paterna.

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Juan Cancio Martínez, rodeado de algunos de sus hijos: Oneglia,Héctor y Lucía; frente a Juan Cancio, su esposa Blanca (Fotografía gentileza de Juana Schuler de Martínez).

Al morir su padre en 1917, debió llevar adelante el trabajo de la chacra junto a sus hermanos menores. En la década de 1920 fue uno de los fundadores de la cooperadora de la Escuela Nº 70, la escuela de tablas que se encontraba a corta distancia de su casa natal y del campo que había adquirido con su hermano Apolonio, el cual llevaba por nombre El Nacer; fue también el primer presidente de la cooperadora de la escuela donde era maestro y director Desiderio Villanueva, quien se convertiría en su cuñado al casarse con una de sus hermanas, Blanca Eufemia Manuela, con quien tuvo siete hijos: Oneglia Gregoria Margot, Cancio Anacleto Rubén, Héctor, Blanca Delmira, Elio Enedín, Helvio Danilo y Lucía Vicenta.

Militante radical, simpatizó con el movimiento revolucionario que encabezara Edelmiro Farell el 6 de junio de 1943, siendo designado comisario de la Comisaría de Gobernador Racedo, cargo que ocupó por menos de dos años. Su enconado antiperonismo llegó al extremo de prohibirles a sus hijos ingresar a la casa con imágenes de Perón o Evita, por lo que estos, al regresar de la escuela, debían pasar por el galpón y dejar allí los textos escolares con estas representaciones pictóricas. Estas posiciones las mantuvo incluso con dirigentes de su propio partido: producido el golpe cívico, militar y eclesiástico que derrocara a Perón, regresando Ricardo Balbín de su destierro en Paraguay, fue agasajado por los radicales cerritenses con una cena que se realizara en la zona. Como Juan Cancio y otros correligionarios no estaban de acuerdo con el sector balbinista, fueron al mitin, pero se quedaron del lado de afuera del alambrado.

Respecto de la causa que provocara su muerte, su hijo Nilo relata que el 24 de diciembre de 1960, en las cercanías del pueblo San Julián (Estación El Pingo, cerca de donde muriera en 1973 su hermano Elio), sucedió un accidente donde varios primos y primas Martínez fueron atropelladas en un carro cuando volvían de una fiesta de aquel pueblo; por la época -donde no había tantos medios de comunicación-; y por la fecha, estos estuvieron casi toda la noche tirados a la vera del camino hasta que fueron socorridos. Este suceso hizo que se pusiera muy nervioso, ya que todos permanentemente le mencionaban este hecho tan doloroso para la familia.

El 4 de enero de 1961, cuando regresaba de Cerrito a su casa, luego de mantener una reunión con el movimiento rural con el que estaba comprometido, se cayó del sulky que conducía y, aunque se levantó por sus propios medios y regresó a su casa, no quedó claro si fue este accidente el que le produjo un coagulo sanguíneo o si este ya estaba dando vueltas por su cuerpo e hizo que se descompusiera, cayéndose del sulky. El día 6 fue a visitar a su hija Oneglia, madre primeriza, haciendo comentarios en relación a su nieta Imelda -nacida el anterior 26 de diciembre-, refiriendo que era “una gringuita hermosa”. En esta visita se descompuso y su hijo Héctor -que lo acompañaba-, llamó al Dr. Elías, quien lo internó, pero ya no pudo recuperarse; ese coagulo le tapó el corazón y lo mató el 20 de enero de 1961, cinco meses después que el mayor de sus hijos varones emigrara de la provincia, buscando un mejor porvenir que no vislumbraba en la chacra de sus padres.

Hoy en el Cementerio de General Paz, junto a sus padres, junto a tres de sus hijos, junto a su esposa, descansa el hombre que decía: “No hay que dejar de sembrar por miedo a los caranchos”.

Gerardo Roberto Martínez

martes, 12 de enero de 2021

Se cumplen 137 años de la llegada de la familia de Giuseppe Cian a la Argentina

 La primera inmigración eslava arribada a la provincia de Entre Ríos ocurrió ente 1879[1] y 1888[2], dentro de la primera inmigración, la segunda tanda cumplió un recorrido similar a la anterior: luego de un viaje por mar de treinta a cuarenta días, se alojaron en el Hotel de la Rotonda de Retiro, para luego viajar por vía fluvial a su destino entrerriano, seguramente el puerto de Curtiembre, radicándose en “la media legua” de Colonia Cerrito.

Para los emigrantes, el viaje comenzaba en el momento en que partían de su pueblo natal para dirigirse a los distintos puertos según la cercanía respecto a sus lugares de origen y a las facilidades que las distintas compañías ofrecían; se desplazaban en ferrocarril (desde mediados del siglo XIX) y, en algunos casos, caminando. Partían mayoritariamente de los puertos de Génova, Trieste, Nápoles, El Havre, Burdeos, Hamburgo y puertos españoles.

En el contexto de la crisis europea y seguramente atraídos por las promesas ofrecidas por la Ley 817 de Inmigración y Colonización, por la cual el gobierno argentino contrataba campesinos para poblar las colonias agrícolas recientemente creadas, es que la familia Cian decide emigrar  (Grossutti, s/d). Federico Schroeder  (circa 1938) relata que a principios de 1883 llegaron a la zona de Cerrito los furlanos o friulanos[3] –italianos y austriacos– y que en el año 1888 llegaron familias austriacas, eslavas, que poblaron el lado este del segundo lote; esto hace suponer que la familia Cian proviene de la región friulana, ya que por cercanía embarcaron en el puerto de Génova en lugar de otros puertos europeos como Bremen o Hamburgo.

Scian es un apellido muy común en Cordenons, comuna de la provincia de Pordenone, en la región italiana de Friuli Venecia Giulia  (Grossutti, s/d), de allí seguramente derivan los apellidos Cian, Siam y Sian. Carlos César Bizai sostiene que el apellido Cian es una italianización del apellido esloveno Cijan, que significa “gitano”, siendo este originario de la región de Primorska, es decir del litoral esloveno, que va desde el mar Adriático, pasando por la frontera con Italia, región de Friuli Venecia Giulia.

El 12 de enero de 1884 en el barco Sirio, proveniente de Génova, arribó al puerto de Buenos Aires la familia Cian, registrados de nacionalidad austriaca y lugar de nacimiento desconocido; según los registros del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos  (CEMLA, 2020), fue la primera familia Cian en llegar a la Argentina. Esta familia se trasladó a Entre Ríos, donde La Colonizadora Argentina entregó un lote a Giuseppe Cian en el distrito María Grande II, en la zona conocida como “la media legua”, donde se nombra a José Cian (Cijan) como uno de los fundadores  (Bizai, 2006).

En el ingreso al país, a las mujeres casadas o viudas se las registraba con el apellido de sus esposos, así la documentación de ingreso a Argentina de Lucía Cian indica que ésta nació en Austria en 1808, pero el censo de 1895 sostiene que nació en Italia en 1819; esta situación podría deberse a los cambios territoriales ocurridos luego del Congreso de Viena. Respecto de su apellido, la placa de mármol colocada sobre su tumba indica “Lucía B. de Cian”; fuentes no confirmadas sostienen que el apellido podría ser Bernardi. Supuestamente Lucía se casó con Cian, de quien en este caso se desconoce el nombre, con quien tuvo hijos de nacionalidad austríaca: en 1852 nació Giuseppe (según el censo de 1895 fue en 1848); diez años más tarde, en 1862, lo hizo Teresa; es muy probable que otros hermanos hayan nacido y decidido quedarse en su tierra natal, de haber emigrado no se tiene conocimiento de esta situación. Lucía perdió a su esposo antes de 1884, ya que al llegar a la Argentina era viuda.

Giuseppe Cian se casó con Rigina Cian[4], quien pareciera ser su prima, nacida en 1854, de cuyo matrimonio nació Lucía el 7 de octubre de 1870, Masimilo en 1874 (por la fecha de nacimiento, éste fue conocido por su nombre castellanizado de Emiliano[5]), Virginia en 1875, Clemente (Clementino) en 1877, Egidio en 1880 y Ana en 1883; esta última según el censo de 1895 tenía 12 años, con lo que debería haber nacido en Austria, pero no está registrado su ingreso. Su acta de matrimonio con Félix Céparo, en 1899, dice que tiene 16 años (confirma que nació en 1883) y es austríaca, por lo que se infiere que es austriaca y no se registró su ingreso. A los seis hijos nacidos en Austria, se sumaron dos hijos argentinos: Virginia (1886) y Elisa (1888).

Participación a la misa por José Cian y sus hijos Emiliano, Clementino y Egidio.

Entre los inmigrantes eslovenos que arribaron a Colonia Cerrito, Bizai  (Bizai, 2006) nombra a Ana, Emiliano, Clementino, Emilio, José, Lucía, Maximiliano, María, Regina, Rosa; desconociendo las fuentes en las que el autor se basa para hacer esta afirmación, puede suponerse que Emiliano y Maximiliano sería la misma persona nombrada como Masimilo en su ingreso a la Argentina, en tanto que Emilio podría tratarse de Egidio, ignorándose quienes serían Rosa y María, aunque María de los Ángeles Cian  (Cian, 2006) indica que Ana podría llamarse María.

Como la mayoría de los inmigrantes llegados a la zona, venían a quedarse y a hacer del lugar elegido un territorio agradable para vivir. Conforme a sus convicciones religiosas, Giuseppe Cian se preocupó para que la comunidad pudiera tener un lugar donde expresar y celebrar su fe cristiana, así integró la comisión directiva que atendió a la construcción de la capilla San Antonio, en el pueblo General Paz[6], cuya piedra inaugural se colocó el 15 de noviembre de 1892, siendo inaugurada el 13 de junio de 1893[7]  (Schroeder, circa 1938). Este pueblo se encontraba aproximadamente a una legua al oeste del campo que le habían entregado; allí se creó en 1886 la Escuela Nº 45 José María Paz  (Schroeder, circa 1938), donde seguramente estudiaron los hijos de Giuseppe y Rigina.

Lucía Cian, la madre de Giuseppe, falleció el 24 de diciembre de 1897, Rigina Cian falleció el 14 de abril de 1912, a la edad de 67 años, su esposo Giuseppe el 10 de septiembre de 1927 a la edad de 79 años, sus restos descansan en el cementerio de General Paz, en un sector que Bizai  (Bizai, 2006) denomina Sector Esloveno. Este cementerio se encuentra cercano a la capilla de San Antonio en la que Giuseppe colaborara en su construcción.

Schroeder  (circa 1938) menciona que para 1932, cincuentenario de la fundación de Colonia Cerrito, Lucía e hijos, Clementino, Egidio y Emiliano Cian eran poseedores de lotes en el distrito María Grande Segunda.

A excepción de la información de llegada a Argentina, de Teresa Cian no se tiene otra información; se han recogido testimonios que relatan historias de inmigrantes de la misma época, que al llegar a Buenos Aires perdieron a uno de sus integrantes, desconociéndose si con Teresa sucedió algo similar. Otros testimonios también afirman que Giuseppe Cian llegó a Argentina con un hermano que se radicó en la zona de Mones Cazón[8], versión que no pudo ser confirmada.

La familia de Giuseppe y Rigina Cian es representativa del grupo de inmigrantes provenientes del norte de la península itálica que, por razones de las divisiones políticas de la época, podían pertenecer al Reino de Italia o al Imperio Austrohúngaro y que, en Colonia Cerrito mantuvieron su identidad más allá del pasaporte de ingreso, conservando sus usos y costumbres, su religión, su idioma, el carácter endogámico de los matrimonios. Debe reconocerse, sin embargo, que su integración fue más rápida que la de los ruso-germanos, que mantuvieron sus costumbres e idioma durante más tiempo que los primeros; esto puede estar motivado en que el origen latino de la lengua hablada por los primeros haya contribuido a que más rápidamente se asimilaran al castellano.

Descendientes de Giuseppe y Rigina Cian se encuentran hoy habitando en la provincia de Entre Ríos, pero muchos de ellos se encuentran a lo largo y ancho de la Argentina, incluso fuera de ella, como también se encuentran distribuidos los descendientes de tantos otros inmigrantes que debieron abandonar el terruño en el cual nacieron, por no poder quedarse en el mismo a continuar produciendo riqueza que les permitiera seguir soñando juntos un futuro mejor para la comunidad que integraban. Apenas medio siglo más tarde de la llegada de aquellos inmigrantes, sus nietos ya no encontraban espacio para continuar soñando y construyendo un presente y un futuro para ellos y sus hijos y, al igual que sus abuelos, se vieron obligados a buscar otros lugares, algunos con la suerte de poder continuar trabajando en algo que les gustaba, otros, en cambio, viéndose obligados a trabajar en algo que no querían pero que lo necesitaban para alimentar a sus familias.

La familia de Giuseppe y Rigina Cian, como otros tantos inmigrantes que dejaron su país para habitar una tierra extranjera en busca de un mejor porvenir, trabajaron a la par con la gente del lugar, de las cuales aprendieron idioma, costumbres, formas de laboreo; entremezclando saberes generaron cambios en el lugar donde se radicaron, donde su impronta es notable en materia comunitaria social, religiosa, educativa, mostrando que lo que se hace no vale por el tiempo que dura, sino por las huellas que deja.

Gerardo Roberto Martínez - Mirna Gloria Estela Cian

Bibliografía

Bizai (Bizaj), C. C. (2019). Algunos apuntes sobre apellidos eslovenos registrados en la provincia de Entre Ríos. Mimeo, Consulado de la Republica de Eslovenia en Paraná, Paraná.

Bizai, C. C. (2006). La inmigración eslovena en Argentina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Dunken.

CEMLA. (2020). Centro de Estudios Migratorios Latino Americanos. Recuperado el Junio de 2020, de www.cemla.com/buscador

Cian, M. d. (2006). Los primeros en llegar. En Autores varios, Con aires eslovenos (pág. 3). Hasenkamp, Entre Ríos, Argentina: Municipalidad de Hasenkamp.

Cibotti, E. (2000). Del habitante al ciudadano; la condición del inmigrante. En M. Z. Lobato, Nueva historia argentina. El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916) (Vol. 5, págs. 367-407). Buenos Aires, Argentina: Sudamericana.

Cortese, L. (2004). Historia y Arqueología Marítima. Recuperado el 15 de Febrero de 2016, de El Naufragio del vapor “Sirio”: http://www.histarmar.com.ar/InfGral/NaufragioSirio.htm

Grossutti, J. (s/d). La emigración del Friuli Venezia Giulia en Argentina y Uruguay. Mimeo, Universidad de Trieste, Trieste.

Martínez, R. A. (27 de julio de 2016). Entrevista personal. (G. R. Martínez, Entrevistador) Cerrito, Entre Ríos, Argentina.

Montórfano, A. (Mayo de 2020). Puertos de Salidas desde Europa. Recuperado el 7 de octubre de 2020, de Apellidos italianos: http://www.apellidositalianos.com.ar/inmigracion/puertos-de-salidas.html

República Argentina. (1898). Segundo censo de la República Argentina (Vol. II). Buenos Aires, Argentina: Taller Tipográfico de la Penintenciaría Nacional.

Schroeder, F. (circa 1938). Colonia Cerrito. Cincuentenario 1882 - 1932. Cerrito, Entre Ríos, Argentina.

Troncoso de Furlán, R. C. (1987). Cerrito. Su colonia y sus pueblos. Paraná, Entre Ríos, Argentina.

Troncoso de Furlán, R. C. (2014). Cerrito, la colonia y sus pueblos (2ª ed., Vol. II). Paraná, Entre Ríos, Argentina: del Cle.


[1] Proveniente de la misma región del Friuli, un año antes habían llegado a colonia Resistencia (Chaco) inmigrantes que se identificaron como italianos.

[2] Entre las presidencias de Nicolas Avellaneda y Miguel Ángel Juárez Celman y las gobernaciones de José Antelo, Eduardo Racedo y Clemente Basavilbaso. Juárez Celman promovió la venta de pasajes subsidiados, multiplicando las oficinas información en las capitales del norte de Europa para atraer inmigrantes de esas zonas y equilibrar el ingreso de italianos (Cibotti, 2000).

[3] La denominación Friuli es la más utilizada y deriva del italiano, en tanto Friul es una expresión que proviene del friulano o furlano.

[4] El acta de matrimonio Nº 31 (p. 384 del Libro de Matrimonios de la Parroquia de Gobernador Racedo), donde consta el casamiento de Pablo Juan Varisco con Isabel Cian, dice que esta es hija de José Cian y Regina Cian de Cian (https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:QL9F-GT3R).

[5] Las listas de desembarco en el puerto de Buenos Aires eran confeccionadas por las compañías de navegación. “Hasta 1914, las planillas se completaban a mano, indistintamente en español, italiano, francés, inglés o alemán, mezclando a veces los idiomas (sobre todo en lo que se refiere a la transcripción del nombre del pasajero). Son comunes, por lo tanto, problemas de interpretación de nombres, apellidos y también de profesiones” (Grossutti, s/d, p. 22).

[6] Fundado en 1882, entre otros, por José Gregorat y Antonio Tomasini (Bizai, 2006), ambos austriacos.

[7] La Diócesis de Paraná estaba a cargo de su segundo obispo, José María Gelabert y Crespo, especialmente conocido por su lucha contra el establecimiento del registro civil.

[8] Localidad del partido de Pehuajó, provincia de Buenos Aires.

domingo, 10 de enero de 2021

Rubén Horacio Gómez: a 58 años de su nacimiento

Uno de los diez hijos de Juan Gómez y Elvira Amarilla, “Papi” Gómez, como era conocido, había nacido en Presidencia de la Plaza el 10 de enero de 1963, a las 23 horas, realizando sus estudios primarios en la Escuela Nº 454 y comenzado los estudios secundarios en el colegio secundario de la localidad. Integrante de una familia carenciada, cuando tenía 9 años murió su mamá y desde su infancia supo que tenía que trabajar si quería comer; antes de terminar los estudios primarios repartía diarios con su hermano José, comenzando luego a trabajar en la empresa Voloff Hermanos, una de las desmotadoras de algodón que por entonces funcionaban en Presidencia de la Plaza, para colaborar con la economía familiar.

 

El sitio donde reposa Rubén, en el cementerio de Puerto Darwin, en las Islas Malvinas (Fotografía gentileza de Natalia Gómez).

Apasionado del fútbol, se lo recuerda jugando en el Club Comercio, donde Rubén era un habilidoso defensor lateral y su hermano menor José, el arquero del equipo; este recuerda que el club les daba las camisetas, las medias, los pantaloncitos y los botines, de lo contrario no podían jugar porque no tenían dinero para comprarlos". José asegura que solo eran felices cuando pisaban la cancha y juntos soñaban con un futuro en el fútbol.

Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un chico amable, generoso, sumamente responsable de sus acciones y compromisos contraídos, pacífico, al extremo que mencionan que nunca uso una gomera, porque no le gustaba matar pajaritos. Al iniciarse el año 1982 fue convocado a prestar el servicio militar obligatorio, siendo destinado al Regimiento de Infantería 12 “General Arenales”, que tenía su asiento en Mercedes, Corrientes.

El desembarco en las Islas Malvinas se produjo el 2 de abril, dos días antes del Domingo de Ramos, fecha con la que se inicia la Semana Santa. Sin saber que estaba destinado a partir hacia la guerra, para esa fecha Rubén salió de licencia y visitó a su familia, anunciándoles a sus hermanos que al finalizar el servicio militar se casaría con su novia, el primer amor de su vida. En esa oportunidad le regaló a su ahijado Luís Alcides -hijo de su hermano mayor del mismo nombre-, una bicicleta para niños.

Al regresar al cuartel de Mercedes y principiar el conflicto bélico con Gran Bretaña, fue trasladado a las Islas Malvinas con solo 18 años, a pelear una guerra que no quería y para la que no estaba, ni él ni sus compañeros, suficientemente preparados. Fue destinado a Pradera del Ganso, donde las posiciones argentinas frenaban el avance inglés, su rol de combate era auxiliar en el grupo de mantenimiento de vehículos. Las cartas que la familia le enviara a Rubén durante la contienda, fueron todas devueltas, nunca las recibió.

Pese a su escasa preparación, entre el 27 y el 29 de mayo estos heroicos soldados libraron el combate de Darwin y Ganso Verde donde enfrentaron al Regimiento Paracaidista 2 británico. El 28 de mayo, mientras el TIAR aprobaba una resolución favorable a la Argentina y el Papa Juan Pablo II realizaba en Londres un encendido reclamo por una paz justa y honrosa, las tropas inglesas avanzaban sobre aquellas posiciones.

El Mayor de Infantería Ernesto Orlando Peluffo recuerda el combate de Cerro Darwin:

El 28 de mayo de 1982 a las 0800 horas, mi sección se encontraba ocupando una posición defensiva en las alturas Norte del Cerro Darwin; durante toda la noche anterior habíamos recibido fuego de artillería sobre la posición y observado el combate por el fuego que libraba la compañía “A” del RI 12, al Norte de la embocadura del Istmo de Darwin que conducía hacia la salida, y posteriormente a Ganso Verde, el asentamiento isleño más importante de la zona.
(…) De pronto, el Sargento 1° Jumilla se aproxima y nos informa que en el frente de las secciones se divisaban tropas desplazándose en actitud ofensiva, por lo que de inmediato ordeno que dos hombres se adelanten para observar si dichos efectivos pertenecían al enemigo o a las propias fuerzas que se replegaban, tarea que les fuera encomendada al Cabo Miño con el Soldado Rubén Gómez.
Todo era muy confuso, pues en esos momentos también recibíamos fuego de mortero sobre la posición, arrastrándose los integrantes de la sección hasta sus pozos de zorro. El combate cercano había empezado y nuestras ametralladoras hacían fuego sobre los efectivos ingleses que buscaban refugio en una barranca próxima a la playa, desde donde continuaban batiéndonos con fuego de morteros.
En esas circunstancias la sección supo que el Cabo Miño y el Soldado Gómez, al aproximarse, habían sido muertos por el enemigo, y yo no logré ocupar la altura del flanco este de la posición, a consecuencia de lo cual y dado la diversidad de fuegos que recibíamos, los paracaidistas británicos empezaron a envolvernos desde esa dirección.
(…) Los hombres de la sección, que ocupaban esos pozos, habían sido reducidos y sacados de la posición, por lo que era imposible hacer fuego sobre los ingleses que estaban entre ellos. En esa circunstancia, restando ya escasísima munición para continuar el combate y sin posibilidades de recibir refuerzos, decidí ordenar la rendición, ya que no había posibilidades de éxito. Resistir el asalto significaba un derramamiento inútil de sangre, con el consecuente aumento de pérdida de vidas. El combate estaba perdido.
Un soldado sacó un fusil fuera del pozo con una servilleta blanca atada en su extremo como bandera de rendición, cumpliendo así lo ordenado por el Jefe de Sección. Al principio este hecho no fue debidamente interpretado y se le disparó, dando los impactos en el arma. Ordené entonces que se insistiera y el enemigo detuvo el fuego. De esta manera pudimos salir de las posiciones y fuimos tomados prisioneros.
Al revisarnos los ingleses nos hicieron un “cacheo” violento, pues habíamos luchado duramente y los ánimos estaban muy alterados. Luego fuimos llevados a un lugar de reunión de prisioneros de guerra próximo a las posiciones de la sección, pero como la propia artillería empezaba a batirlos, tuvieron que llevarnos a una pendiente en desenfilada, que reunía condiciones de seguridad.
(…) Así terminó el combate del Cerro Darwin (Peluffo, 2019).

Luego de la batalla, el mayor Christopher Keeble -segundo al mando por haber muerto en combate el jefe del batallón, teniente coronel H. Jones-, puso de manifiesto la resistencia del Regimiento 12 y ofreció a los argentinos una rendición de honores militares, la única unidad del Ejército a la que se dispensó tal tratamiento.

Esta batalla, realizada en la pradera del Ganso Verde, fue el primero y el único de los combates diurnos de magnitud superior a una compañía de infantería; de allí en más, los ingleses sólo atacaron de noche, dado el costo en vidas y materiales que les ocasionara. Durante muchos años, en el acceso principal a Presidencia de la Plaza, existió el comedor de “El Colorado” González, que se llamaba El Ganzo Verde, en recuerdo y homenaje a esa batalla y a quienes habían combatido en ella.

La historia de Rubén, como la de tantos soldados heridos, muertos, mutilados, revela una historia de olvido y silencio. Luis Alcides, el hermano mayor, fue quien siempre se ocupó de buscar información, ya que nunca hubo una comunicación oficial y nunca nadie informó a la familia qué había pasado en Malvinas, cómo había muerto; cuando finalizada la guerra Luis fue hasta Mercedes, solamente le dijeron que había caído en combate.

El 31 de marzo de 1999 se impuso el nombre de Soldado Rubén Horacio Gómez a la Escuela Nº 454, donde este realizara sus estudios primarios.

Luego de su muerte, Rubén fue ascendido a cabo y no pudo saberse el destino de su cuerpo durante mucho tiempo; recién en enero de 2019 el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo identificar que en la tumba D.A.4.16 del cementerio de Darwin se encontraban sus restos, siendo el caso positivo 107 tras los trabajos forenses que realizó el Comité Internacional de la Cruz Roja. Rubén Horacio Gómez, que durante 36 años había yacido bajo una placa que rezaba Soldado argentino solo conocido por Dios, finalmente recuperó su identidad y la placa de granito negra definitivamente tuvo su nombre; su hermano Luis, que como hermano mayor había asumido la responsabilidad de buscarlo, falleció sin poder participar de ese reencuentro.