EL DISENSO Y LA DEMOCRACIA
Pareciera existir en la sociedad argentina la idea que si una persona adhiere a determinados ideales políticos, representados por una persona o partido, necesariamente debe adherir a todas sus propuestas. Esta idea, a mi entender, es errónea. Nadie puede adherir totalmente a una idea política, porque la democracia es la construcción de acuerdos.
Todo gobierno se mantiene en el poder con una cuota de adhesión y una cuota de coerción. No existe gobierno que reciba totalmente la adhesión del pueblo, y no hay gobierno que se mantenga en el poder solamente con la coerción ¿Cuánto de coerción ejerce un gobierno democrático? ¿Cuánta adhesión tiene una dictadura? Son estas preguntas difíciles de responder.
Hitler escribió Mi Lucha, libro donde perfila las ideas principales que el régimen alemán llevaría a término durante su gobierno, entre 1925 y 1928. Es en 1935, cuando Hitler gana con el 40% de los votos, en elecciones democráticas y es nombrado Canciller. Es evidente que su propuesta tuvo adhesión, aunque luego gobernara coercitivamente.
La dictadura militar que asaltó el poder en 1976, gobernó con la fuerza de las armas, pero tuvo en sus inicios un porcentaje de adhesión del pueblo argentino, la que fue disminuyendo luego de la derrota de Malvinas hasta que se vieron obligadas a dejar el poder, fruto de la lucha de un pueblo que no toleraba mas vivir en dictadura.
Quiénes acompañamos un proyecto de gobierno ¿estamos totalmente de acuerdo con las medidas que se toman? ¿Estamos de acuerdo con todas las leyes que se aprueban? ¿Estamos de acuerdo con lo que opinan todos los funcionarios de ese gobierno? Seguramente que no, pero habrá en la balanza importantes logros, importantes hechos que hacen que concite nuestra adhesión; como seguramente hay también hechos o decisiones con los que no estamos de acuerdo.
La democracia no es una forma de gobierno, la democracia es una forma de vida, que se va construyendo diariamente. Y para poder avanzar en esa construcción, debemos tener claro que el camino que queremos construir no necesariamente es compartido con todos los integrantes de la sociedad. Esto, en sí mismo no es malo, ya que de la discusión sale la luz. Pero es necesario tenerlo en cuenta porque hay personas que opinamos distinto y estamos dispuestas a rever nuestras posturas si se nos convence de ello, mientras que otras pretenden imponer su postura por los medios que sea, convencidas que existe un solo dios, un solo rey, una sola verdad.
La democracia es la construcción de consensos, consensos que se crean y recrean permanentemente, día a día. Entender esto, y entender que se pueden tener las mismas o distintas opiniones acerca de un determinado tema sin que esto nos transforme en oficialistas u opositores, nos permitirá crecer cualitativamente como sociedad democrática.
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