LA MUERTE DE ARTURO ILLIA
El 18 de enero de 1983, casi un año antes que en Argentina se recuperara la
democracia, moría a los 82 años Arturo Umberto Illia, otro de los presidentes democráticos que engrosa la lista de
gobernantes derrocados por golpes cívico-militares. Quienes lo defienden lo
recuerdan por su honestidad y honradez, poniendo como ejemplo de ello que
durante toda su vida lo hizo en su humilde casa de Cruz del Eje, donde se
dedicaba a la medicina; quienes lo degradan recuerdan que en las elecciones
presidenciales de 1963 Illia llegó con pocos votos (23%), con el 21% de
votos en blanco, en una sociedad donde el peronismo estaba proscripto y con
Perón en el exilio.
Durante su
gobierno Illia avanzó hacia la apertura y habilitación del peronismo proscripto:
a cinco días de asumir el gobierno se realizó un acto conmemorativo por el 17
de octubre “Día de la lealtad” en Plaza Miserere sin limitación alguna; en las elecciones legislativas de 1965 fue
notorio el crecimiento electoral de las fuerzas peronistas. También se
levanto la proscripción que pesaba sobre el Partido Comunista y se promulgaron
penas a la discriminación y violencia racial.
Durante su
gestión se sancionó la Ley de Medicamentos que golpeó duramente a los
laboratorios transnacionales; se anularon
los contratos petroleros firmados por Frondizi; se sancionó la Ley de Salario
Mínimo, Vital y Móvil; destinó el mayor presupuesto de la historia democrática
argentina a Educación, solamente superado por el presupuesto actual. Intentó
avanzar sobre la Anulación de los Gastos Reservados, la Austeridad Republicana,
la Vigencia del Derecho de Huelga. También rechazó el pedido del banquero
norteamericano David Rockefeller, quien pretendía exenciones legales para instalar
en el país una sucursal del banco Chase Manhattan.
Durante su
gobierno la Asamblea General de Naciones Unidas aceptó la posición de la
Argentina sobre las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur, al considerarla
como territorio bajo status colonial y recomendar a nuestro país y a Gran
Bretaña iniciar negociaciones sobre el proceso de descolonización.
No fue fácil
su paso por el gobierno, con su partido dividido, la presión constante de las
Fuerzas Armadas y el disgusto de importantes sectores del establishment, el
poder financiero y el empresariado, como la Unión Industrial y la Sociedad
Rural. En las calles se realizaban marchas con carteles que pedían “Basta Illia”.
Su propio gabinete, integrado por golpistas, no veía con
buenos ojos el levantamiento de la proscripción al peronismo y el avance
electoral que este tenía. Carlos Alconada Aramburú fue Ministro de
Educación y Justicia, Ministro de Relaciones Exteriores fue
Miguel Ángel Zavala Ortiz; ambos integraron los comandos civiles que atentaron contra el gobierno de Perón, el último
responsable del bombardeo a Plaza de Mayo.
La historia no se repite, pero muestra hechos que si no se aprenden se
corre el riesgo de repetirlos. Y esto deberían saberlo quienes dicen seguir el
ejemplo de Arturo Illia y recordar que entre quienes fueron preparando el golpe
con antelación, se encontraba Mariano Grondona, autor de los comunicados
golpistas y que pocos años atrás pusiera en duda la continuidad del gobierno de
CFK. Periodistas de esta calaña, con
su resentimiento gorila y su pasado de socios e instigadores intelectuales de
los golpes cívico-militares, siguen apostando hoy al intento destituyente y de
obstrucción del Gobierno Popular que encabeza Cristina Fernández de Kirchner.
Recordar a Arturo Illia
en esta fecha es bueno para ejercitar nuestra memoria: Para que no nos la
vendan cambiada, con la construcción de un relato mediático que
olvida lo que nos pasó, nos disfraza la realidad que es la única verdad y
pretende hacernos creer que lo que pasa hoy no tiene nada que ver con quienes
nos lo cuentan de esta manera camuflada. Por eso hay que estar atentos, con mucha
memoria, para que no nos mientan descaradamente y no nos indignemos por ello.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 18
de enero de 2014
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