domingo, 22 de enero de 2012

DE HISTORIA E HISTORIADORES


DE HISTORIA E HISTORIADORES
He leído en estos últimos días varias notas en referencia al fallecimiento del Padre Meinrado[1]. La mayoría de ellas, como corresponde a la costumbre que estila hablar bien del muerto, enalteciendo su figura. Sin embargo, creo que esto no refleja toda la realidad, al menos, no la que yo conozco.
Mucho se ha escrito en estos últimos días con respecto a la historia de Los Toldos, a la cual Meinrado hizo su aporte. Pero la historia, como la realidad, tiene múltiples miradas. Uno de los problemas de la historia dogmatica, es que se la mira desde una sola perspectiva. Y esto no ayuda a entender realmente lo que sucedió. Cuanto más democrática es una sociedad, mayores son las versiones que tiene acerca de su propia historia. Y Meinrado miró la historia desde una única visión: europea, católica y conquistadora.
Su historia de Los Toldos muestra esta visión: Los amigos de Los Toldos fueron Ignacio y Simón Coliqueo. Pero muy poco se habla de Justo Coliqueo, el heredero de Ignacio, el que planteó su alianza con los caciques opuestos al gobierno blanco, al que se lo califica de loco, de traidor, y se le ha negado su lugar en la historia.
Su visión era la del conquistador, que venía a enseñarles a los indios paganos y borrachos. Al referirse a los lugares de culto indígena, menciona las borracheras. Y tenía el concepto del indio borracho. Nunca entendió la cosmovisión aborigen, nunca entendió porque los mapuches se llamaban “hombres de la tierra”. Menciona las tropelías que se cometían en los malones, donde los indios robaban, incendiaban, destruían.  Pero no menciona el genocidio cometido por las campañas al desierto.
Su historia no hace mención a quienes fueron  los verdaderos dueños de la tierra donde está asentado el Monasterio Benedictino, cómo se les quito esas tierras, y se hace permanente referencia a la bondad de “la Señora”. Y Meinrado no desconocía como recibió esta mujer esas tierras que luego tan “generosamente” donó a los civilizadores blancos.
Recuerdo su profundo antiperonismo. Siempre nos contó como Perón encarceló a los curas e incendió las iglesias, pero nunca nos hablo del bombardeo a Plaza de Mayo y los centenares de muertos que ocasionaron los aviones que llevaban escrita la frase “Cristo Vence”, como tampoco nunca nos habló de los muertos que dejó la Revolución Fusiladora.
Recuerdo algunos de sus discursos patrios, donde hablaba de los que pretendían cambiar la sagrada bandera celeste y blanca por “un sucio trapo rojo”, frase muy usada por los genocidas que usurparon el gobierno para secuestrar, torturar, matar y exiliar a miles de argentinos, defendiendo la civilización occidental y cristiana.
Recuerdo sus enseñanzas de un Dios vigilante y castigador, presto a mandarnos a las profundidades del infierno si no cumplíamos sus preceptos, pero no recuerdo que nunca nos hablara de un Dios que es amor; al contrario, hablar de amor era casi un pecado.
Recuerdo su concepción de una sociedad dividida en clases: los servidos y los servidores. Al referirse a alguna persona que trabajara para el Monasterio, su elogio era “es un buen servidor”.
No le hace ningún merito al fallecido, decir que cumplió su servicio militar en plena II Guerra Mundial. Quien esto ha dicho, no puede desconocer que Suiza fue un país neutral, por lo que no tiene mayor heroicidad que la que pudieron tener miles de conscriptos argentinos que sirvieron en la misma época.
Con respeto a quienes han escrito a favor, con libertad me permito disentir. Meinrado fue el fruto de una formación eclesial y colonial que estuvo y está marcada por el pensamiento único: un solo dios, una sola iglesia, un solo rey, un solo bautismo, un solo mercado.
Y con esa visión se manejó durante su vida.
Gerardo Roberto Martínez
DNI 14.942.863
Enero 2012


[1] Monje benedictino, fundador del Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos.